¿Good Girl Gone Bad? {Maxwell}

“Sí, Anne, volveré temprano”, le mintió a su hermana menor antes de salir de casa. Se suponía que dos semanas viviría con ellos, quedándose al lado de su familia mientras estaba de vacaciones. Los quería demasiado, y ya bastante peso encima tenía al no tener cerca a su madre, así que jamás se negaba a las peticiones de su pequeña hermana. Tanto su padre como ella sabían para qué salía él de noche. Primera opción: saldría con Audrey. Segunda: Si no era con la morena, con cualquier otra. No era de los tipos que se quedaban en casa un viernes por la noche a ver películas dramáticas y comer palomitas de maíz –a no ser que en verdad lo quisiera–.

El polvo estaba en la puerta listo para ponerse en marcha. Por su parte, el castaño llevaba encima un jean, una camisa y un par de zapatos. Casual, sin mucha preparación. Encima llevaba un abrigo negro cómodo y que lograba mantenerlo algo caliente en los otoños de Inglaterra, que resultaban bastante fríos. En fin, subió al auto y avanzó con destino a The Duke, un bar sencillo, pero con mucha escencia y estilo.

El lugar estaba en ambiente. Había poca gente, por el momento, buena música y chicas bastante simpáticas. — Un vodka sin hielo — le pidió a la señorita con minifalda que se acercó a él por su pedido. Le era placentero sentir el licor caliente bajar por su garganta.

Su mirada se clavó en una morena que entraba al bar. Llevaba un vestido señido al cuerpo, negro y pequeño. Los tacones negros y grandes le hacían la figura más estilizada y agradable. No dejó de verla hasta que ella se sentó. Él estaba a unos cuantos metros en una mesa, pero pudo escuchar que pidió algo.

— Y va por mi cuenta — le dijo al barman sentandose al lado de ella. Le sonrió ampliamente, guiñándole un ojo divertido. Le dio otro sorbo a su vodka sin dejar de mirarla. — ¿Un vodka, cierto? No tienes pinta de tomar una piña colada — se aventuró a decir. Apoyó brazo en la barra, sin quitarle la mirada de encima. Estaba yendo despacio, al menos quería conocer su nombre antes de... como sea, la noche recien estaba comenzando.

Entonces llegó el pedido y efectivamente, era vodka. Touché, había acertado. ¿Cómo? Pues tenía sus métodos. Era simple, los ojos de la morena eran fuertes, y su apariencia llamativamente interesante.

El lugar tenía buena música, buen ambiente y los tragos eran los mejores. Usualmente Max concurría otros, pero éste era de sus favoritos, aunque no lo visitara seguido. La morena le cambió el rostro. Sinceramente había encontrado algo a su medida. Ella era algo así como una obra de arte, de los pies a la cabeza. Sus cabellos cubrían gran parte de sus hombros y ese vestido señido al cuerpo dejaba a la vista sus curvas bien formadas.

Pero eso sí, no era más que una chica para acompañarlo por esa noche –si las cosas de daban bien y era tan interesante como atractiva, porque Max tampoco se involucraba con cualquiera–. No estaba ahí buscando el amor de su vida ni la futura madre de sus hijos, para nada. Quería diversión de la buena, distraerse y pasarla bien.

Le dio otro sorbo a su vaso sin dejar de mirarla justo cuando el barman traía consigo el vodka para la morena. La joven, que parecía sentir toda la confianza del mundo, le guiñó un ojo. Max arqueó una ceja y miró el vaso entretenido por el comportamiento de ella, le parecía bastante atractiva hasta para agitar el líquido con su mano, mientras que tenía el otro brazo apoyado en la barra.

— Pues de eso — señaló con una sonrisita de suficiencia en su rostro. — Pero es mejor sin hielo, más puro — meditó en voz alta, lo suficiente para que el chico de la barra escuchara aquello.

“Si vas a beber, bebe bien”, solía decirle a sus amigos que tendían a pedir lo mismo. El hielo simplemente aligeraba el licor que llevaba el vodka, no era lo mismo. A veces se las daba de filósofo y encontraba una u otra manera de molestarlos con metáforas acerca de las bebidas que tomaban en los bares. Y no lo hacía por presumir su conocimiento, era solo para fastidiarlos o para hacer apuestas que sin duda, ganaría.

— Maxwell Atkins — se presentó en tono bajo con una media sonrisa en el rostro. Su mirada viajó de los ojos de ella hasta sus labios y luego volvió.

Y si conocía la historia de uno de los bares más populares de la ciudad, Satchmo's, se daría cuenta que Max era el hijo y nuevo gerente de ahí. Y quizás hasta era una buena clienta y él ni enterado. Paraba más en cualquier sitio que en su propio bar, sin dejarlo de lado, claro está.