Little fishes came to play. {Libre}

Las horas de estudio en la universidad habían culminado, o al menos así fueron para él. No era el único que estaba misteriosamente libre a esa hora, donde uno que otro universitario aún se encontraba libre, ya fuese porque sus profesores enfermaron u no asistieron. El segundo caso más probable era que faltasen o que se saltasen sus clases, algo que obviamente, Eric jamás haría ni porque le amenazaran a punta de pistola. ¿Faltar a una clase? ¡Jamás! No tenía esas buenas calificaciones por echarse aire en el aula, las tenía por estudiar y memorizarse muy bien todos esos apuntes que se esforzaba en obtener. Vamos, que los profesores tampoco resultaban tan generosos para repetir lo que decían, lo apuntabas o adiós a tus posibilidades de estudiar bien para el próximo examen. En su caso, el profesor decidió no asistir durante ese día, lo que provocaba que su salida de la universidad fuese más temprano de lo esperado. Era normal que permaneciera estudiando en la biblioteca, pero sus ánimos no eran los mejores para regodearse del silencio lúgubre del lugar.

Al salir del campus no se le ocurrió algo interesante qué hacer, eligiendo al final el caminar un rato por la ciudad. De esa forma terminó dando con el acuario, lugar que no se tomó su debido tiempo para visitar aunque fuese un par de horas. No era muy tarde ni muy temprano, lo que significaba que podría pasarse por el establecimiento y luego poder hacer lo que fuese que tenía que hacer más a la tarde. Ingresó al acuario en completo silencio, buscando llamar la atención lo menos que le fuese posible. Claro que antes de eso, tuvo que pagar la entrada como toda persona que ingresaba al dichoso lugar. Poco a poco, comenzó a mirar los peces en los tanques, con distintas formas y colores, otros más grandes y uno diminutos. ¡Fascinante! ¡Realmente fascinante! Los peces nunca le parecieron interesantes, porque ser un pez seguramente era aburrido, pero por primera vez le era curioso ver como se desenvolvían entre sí. Caminó entre distintas exhibiciones hasta llegar a donde estaban los temidos tiburones. ¡Si que eran grandes! Parpadeó con curiosidad al verles desde su lugar, caminando frente al enorme tanque que los contenía. ¿Cuántos litros de agua podrían tener? Ah, no, Eric, no. Ahora no era el momento para ponerse a indagar cuánta agua cabría en el tanque.

Reprendiéndose mentalmente por el pensamiento tan absurdo, buscó con la mirada un lugar donde poder tomar asiento y así, ver más tranquilamente a los tiburones. No deseaba pegarse demasiado al tanque ni estar demasiado tiempo de pie. Varios bancos estaban ocupados, o mejor dicho, la mayoría de estos. Detuvo su búsqueda sobre uno de los bancos, donde una joven de cabellos dorados yacía sentada. Gruñó ante la idea de tener que pedir permiso para sentarse, pero lo creía necesario si no quería ser el único idiota allí parado. Suspiró con molestia, pasándose una mano por el cabello y comenzando una caminata hacia el lugar donde ésta observaba a los tiburones y demás peces tranquilamente. Al estar lo suficientemente cerca, aclaró su garganta. — ¿Podría sentarme? —preguntó con voz neutra y de forma educada, esperando pacientemente la respuesta. Si la respuesta era un “No”, buscaría otro lugar donde sentarse. No, el piso no era y nunca sería una opción.

(off: Espero que no te moleste que haya ingresado en tu tema :3)

La tan esperada respuesta que deseaba recibir no se hizo esperar demasiado, recibiendo una afirmación. Asintió en modo de agradecimiento antes de poder tomar asiento a su lado, teniendo en cuenta el tener una distancia correcta de la desconocida, pues lo menos que deseaba era poder incomodar a alguien en esos momentos. Estaba agradecido ya que no tendría que ser el único sujeto de pie en medio de toda la exhibición, por lo que pudo dedicarse a observar a los tiburones y distintos animales acuáticos desde su lugar, sentado de forma cómoda y viéndolos desde allí en todo su esplendor. Mas sin embargo, la concentración con la que observaba a las criaturas fue completamente captada por la joven rubia a su lado, exactamente cuando las palabras de ésta fueron capaces de llegar a sus oídos y captar su atención.

Despegó la vista del estanque, fijándose en la muchacha y dándose cuenta de que, como muchas personas en esa ciudad, no la conocía. No por que fuese antisocial, sino más bien porque nunca en su vida la había visto, una explicación que se llevaría todas las de ganar con lo lógica que resultaba ser. Fue por eso que no quiso indagar demasiado para intentar recordar si alguna vez la vio, porque era lógico que la respuesta fuera un rotundo “no”.

—Lo son.—contestó en un susurro, dejando de observarle para regresar toda su atención en los tiburones, aún sin poder creer lo grandes que eran y claro, pensando aún en lo que la rubia había dicho. ¿Intrigantes? ¡En muchos sentidos! Nunca nadie podía saber lo que pasaba por la mente de un tiburón, pues lo normal era que se les tuviera miedo. De hecho, eran criaturas bastante incomprendidas por las personas, que las veían como criaturas que sólo servían para morder y descuartizar humanos. Era algo lamentable, pro al fin y al cabo era la realidad de toda la situación.—E igual son incomprendidos.—se atrevió a agregar pasados unos minutos, todo gracias a ese pensamiento que pasaba por su mente cada vez que veía a uno de esos animalillos.

{Off: Lamento la terrible y vergonzosa tardanza, los estudios me secuestraron Uu}