De piedra en piedra {Gae}

El poco tiempo que llevábamos de clase y yo ya me había quedado sin compañero de laboratorio, ¿era hora de plantearme si realmente era yo el problema? Que va, la gente que me rodea es muy exquisita, definitivamente era eso. No era por fardar, pero creo que no había nadie en el mundo mejor que yo que supiese acertar con las cantidades de las distintas substancias que utilizábamos en el laboratorio a ojo. Bueno, claro, a veces se iban una o dos gotas más de lo que contaba…y mientras el compuesto cambiase sólo de color por uno más bien turbio aun no pasaba nada…pero si Horace no hubiese tenido hoy las gafas puestas, probablemente ahora estaría ciego de remate.

-Debes reconocer que esto no te ayuda a socializar, Shin – me dije, mirando hacia las piedras que bordeaban el lago – y en Japón se cortaban un poco y la cosa se quedaba en anécdota, pero aquí te pueden llegar a pegar una paliza – que dices, Shin, eso lo viste en una película. Además, eran adolescentes, no universitarios, y aun por encima americanos – Ah, vale, tenía que suponer que eran americanos. A veces esa gente da miedo, a la gente le roban en cualquier sitio, y si intentas recuperar lo robado hasta puede que un trío de afroamericanos se te tire encima – eso lo has sacado de un dorama, payaso – Cierto…el caso es que me quedé sin compañero, ¡No me cambies de tema!

Golpeé con fuerza una de las piedras hacia el centro del lago. Aquella zona tenía bastantes piedras en la orilla, y comencé a saltar sobre ellas mientras tarareaba Here comes the sun de los Beatles.

Tampoco me llegaba a obsesionar la idea de que, al esfumarse mi compañero de clase, fuese un indicio de que me estaba quedando sin vida social. Es más, me daba la impresión de que podía ser la vida social de aquel lugar la perdición para mucha gente. Quien dice vida social…dice fiestas día sí día también. Jo! Sí que era para perder la cabeza. Aquella gente siempre estaba haciendo cosas, multitud de cosas… primero las clases, luego una o dos actividades deportivas, más tarde a tomar algo…y para acabar fiesta. ¡Y al día siguiente más! Sí, puedo intuir mi perdición.

Pensando, tarareando y saltando de piedra en piedra, escuché muy cerca de mí una voz que parecía llegar como un eco. Estaba a demasiadas cosas a la vez, y la voz aquella finalizó de golpe con todo lo que estaba haciendo y casi me hizo caer sobre las piedras (cuando bajaba al mundo de golpe, a veces necesitaba un par de segundos o tres para volver a sintonizar con lo que me rodeaba).

Cuando me giré, abrí algo más de lo normal los ojos, sorprendido. No me esperaba encontrar a la joven Gae in por allí. Me saludó con una reverencia (intuía que era un saludo, ya que me habló en coreano) y esbocé una pequeña sonrisa. No llevaba mucho tiempo en Oxford, pero desde que había llegado había dejado de saludar de aquella manera, ya que la gente me miraba de forma más rara a la acostumbrada, pero no iba a ser yo el maleducado en aquella ocasión, así que la imité – Ohayou – dije en mi lengua materna, inclinando un tanto la cabeza. Al volver a enderezarme, esbocé una sonrisa – Estoy bien, como siempre, algo preocupado porque me quedé sin compañero de experimentos y ahora lo tendré que hacer yo sólo – aunque también creía que mejor que estuviese solo - ¿Y tú cómo estás? No me digas más, estás saltándotelas clases – de un salto, pasé de estar sobre las piedras a posicionarme justo frente a ella, sobre el césped – ¡Genial! ¿Algún plan para hacer?