Eurídice F. Northwood-Blyth {82%}

{#}Información Básica

■ Nombres: Eurídice Faith. ■ Apellidos: Northwood-Blyth. ■ Edad: Veinticuatro años. ■ Fecha de Nacimiento: 4 de Agosto. ■ Nacionalidad: Jamaicana. ■ Sexualidad: Mujer. ■ Orientación Sexual: Heterosexual. ■ Grupo: Desempleados. ■ Empleo: -

{#}Apariencia Física

Cabello:

De un imponente y exultante color naranja, cae por sus hombros hasta, aproximadamente, la mitad de su espalda. De mechones espesos y retorcidos en las puntas, Eurídice posee una melena ondulada y rebelde que casi siempre lleva suelta.

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Ojos:

Resaltados siempre bajo el encanto de un suave maquillaje los ojos de Eurídice son de un intenso y felino tono verdoso encauzados por unas espesas y negras pestañas.

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Tipo de piel:

Haciendo referencia a sus raíces escocesas, la joven pelirroja posee una tez suave y blanca como la cal, moteada por cientos de miles de pecas que se pelean por acaparar cada vez más espacio a lo largo del cuerpo de Eurídice.

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Complexión física:

Heredó de su madre unas curvas presuntuosas ensalzadas por unas caderas no excesivamente anchas pero sí sobresalientes, ofreciéndole unas piernas de extrema delgadez y rotunda fuerza y logintud. Acostumbrada a cuidarse y a hacer grandes esfuerzos físicos desde joven, Eurídice puede presumir de un cuerpo esbelto y curvilíneo carente de cualquier gramo de grasa que no sea necesario.

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Altura:

Suficientemente alta como para prescindir del uso de tacones, la pecosa decide resaltar su altura utilizando éstos igualmente. Sin ellos, mide aproximadamente 1'78 metros.

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Otras características:

A pesar de su aspecto angelical e infantil, Eurídice suele llevar siempre un piercing en la nariz a modo de aro de plata. A mayores, tiene el símbolo del infinito tatuado en la nuca, invisible a ojos ajenos pues, como ya fue mencionado, nunca suele llevar el pelo recogido.

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{#}Personalidad

Gustos:

Acostumbrada, para que mentir, a la buena vida, Eurídice peca de gustarle lo innecesario, lo prescindible. Le gusta la buena vida, incluyendo en ella la buena comida, la buena música y las buenas compañías. Le encanta reír pero, sobre todo, que la hagan reír; adora la música en todas sus formas, aunque el Señor no la haya dotado con el don del canto. En realidad, Eurídice es amante de todas las artes, sean expresadas oral o visualmente.

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Disgustos:

Eurídice se pone muy nerviosa ante la falta ajena de higiene, es extremadamente pulcra y, por tanto, el desaliño general exterior le produce náuseas y malestar. No le gusta el alcohol pero sí el tabaco, tampoco nada relacionado con el mundo de las drogas o la lenta pero final autodestrucción. Las comidas con demasiadas grasas le producen rechazo, por tanto no acostumbra a comer hamburguesas ni alimentos con demasiado aceite, pues éste también le produce náuseas, siempre que sea en exceso, claro. No le gusta que le miren las piernas mientras camina al lado o habla con alguien y se exaspera cuando la gente no escucha lo que dice, negándose a repetirlo el 95% de las veces.

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Miedos & Fobias:

Sólo hay una cosa que sea capaz de preocupar a Eurídice: y es la suciedad, sobre todo propia o en lo referente a su persona. Es incapaz de vivir entre polvo, mugre o rastros de suciedad así como también a oler a sudor, hecho que a parte de repugnarla he llegado a causarle graves ataques de pánico.

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Otros:

Eurídice es adicta al chocolate y a las frutas -sobre todo a las manzanas-. Consume al menos una tableta diaria -calculemos más o menos entre onzas y chocolates calientes- de su primer vicio y tres o cuatro manzanas a lo largo del día. Cuando se pone nerviosa tiende a morderse el labio compulsivamente, haciéndose sangre la mayor parte de las veces, o si por el contrario tiene una goma del pelo cerca empieza a hacer y deshacer su coleta -si no la tiene hecha la hace y al contrario la deshace-.

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Hobbies:

Amante de una vida saludable, Eurídice se ejercita dando largos paseos o, por ende, cortas carreras. Acostumbra a pintar lienzos de cualquier cosa que haya llamado su atención y siempre lleva con ella una libreta donde apunta cualquier idea que suene interesante y que pase por su cabeza en el momento adecuado, pues suele ser bastante olvidadiza y, para ella, perder el hilo de las situaciones o pensamientos es algo que debe evitarse si puede hacerse.

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DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

'Y BASTÓ UNA MIRADA, UN PESTAÑEO, PARA QUE TODO AQUEL QUE SE HABÍA FIJADO EN ELLA LA DESEASE COMO NUNCA HABÍA DESEADO A NADIE.'

Jamás pudiste imaginar a un ser más perfecto y humano que Eurídice. Nunca tu mente fue capaz de concebir que ese natural rubor en sus pecosas mejillas pudiese guardar tanto sentimiento, tanta vergüenza y tanta ternura. Fuiste incapaz de recrear en tu mente que esa dulce voz de quinceañera soñadora albergase tantos conocimientos, tanta inteligencia y tanta audacia. Como una piedra preciosa, Eurídice puede ser admirada por muchos pero poseída por pocos. Se mueve con sigilo y prudencia entre los hilos que mueven la sociedad actual, modificando a las personas que la forman con sus puritanas y transparentes intenciones. Carente de maldad pero también de inocencia, Eurídice emplea un lenguaje suspicaz y unos movimiento suficientemente ágiles como para pasar desapercibida ante aquellos ojos que no saben apreciar la simplicidad de su ser, basado en la humildad y la ambición; la timidez y la femineidad; la elegancia y la concordia.

Criada en un entorno donde la mujer llevaba las riendas de cualquier situación bajo cualquier concepto, Eurídice sabe y defiende sus derechos primero como persona y después como fémina. Lejos de una apariencia infantil se esconde un carácter pacífico bien estructurado que basa su existencia en el amor hacia uno mismo, hacia los demás y hacia el Señor, que está en los demás. Religiosa pero no por ello ciega, Eurídice analiza sus ideologías con firmeza y la cabeza fría, distinguiendo lo real de lo ficticio y lo necesario de lo excesivo. Creyente de que la violencia se contrarresta con tolerancia, los férreos modales de la joven pecosa parecen inquebrantables y su humor prácticamente indestructible. Impasible ante los burdos golpes bajos y receptiva ante las buenas intenciones, Eurídice se define a si misma como una persona tolerante, amigable y capacitada para afrontar cualquier tipo de situación, problema o persona.

Objetiva, ambiciosa y quizás demasiado confiada, Eurídice deposita todas sus fuerzas en cualquier realidad que le parezca necesaria. Para ella no existe lo imposible, solo lo improbable. No necesita a nadie que la apoye, solo a ella misma, para lograr lo que se propone siendo siempre fiel a sus ideales. Por tanto cabezona, la pelirroja acepta opiniones ajenas contrarias a las propias y, sin compartirlas, intenta comprender el punto de vista a través de unos ojos que no son los suyos, recayendo en un bucle de continua empatía que la vuelve insoportablemente tratable. Rehuye los problemas y discusiones; pues las discusiones terminan en gritos y los gritos recaen en la violencia, concepto que Eurídice no justifica en ninguna situación bajo ningún concepto.

Soñadora de un futuro en el que todos deberían vivir su propio 'Vivirán felices y comerán perdices', Eurídice es enamoradiza e infantil. No cree en los príncipes azules pero sí en los ramos de rosas sobre su mesa y en las cartas de amor enviadas por correo. Masoquista de su propia cadencia, Eurídice proclama que el amor y el cariño son la base de la vida pero se niega a sentirlos por otra persona, presa de una cobardía indecisa que la carcome por dentro y la vuelve infeliz en su propia felicidad y dicha. Eurídice teme al dolor más que a la muerte, pues mucho más allá de los golpes al caerse en la calle o al quemarse haciendo la comida está la putrefacción del alma por habérsela entregado a otra persona a la que no le pertenecía; está el error de haber creído que el amor es algo real y no un simple recurso literario para hacer soñar a aquellos que no se conforman con vivir su propia realidad; su propia vida; que no se ven capaces de vivir por si mismos, de respirar sin ayuda del otro o de dormir siempre sin nadie que te abrace o te de calor cuando tengas frío. Eurídice cree en la soledad y encuentra amparo en ella, creyéndose autosuficiente hasta incluso cuando el más necio de los locos podría afirmar que una persona sin alguien a quien amar no es persona. Pues bien, Eurídice sí tiene a quien amar: a sí misma, y le basta.

{#}Información de Vida

Padres:

(No es opcional)

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Hermanos:

(Si tiene)

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HISTORIA

- Por favor, Jimmy, tienes que prometérmelo. Tienes que prometerme que no se lo dirás a papá y a mamá. Nunca. ¡Promételo, Jimmy, promételo! -solloza la joven mientras agarra al niño por los hombros, zarandeándolo suavemente para que reaccione.
- Te lo prometo, Didí. -se le oye decir al muchacho con voz temblorosa mientras se frota uno de los ojos con el puño, conteniendo las lágrimas.
- Muchas gracias, Jimmy, muchas gracias. -la joven se agacha para abrazar a su hermano, dándole un rápido beso en la mejilla y cogiendo la mochila que había dejado minutos antes en el suelo, cerca de la puerta trasera de casa, desapareciendo por ella segundos después.