Nada es mejor que la tranquilidad {Lizzie}

Mi casa me provocaba migraña si pasaba todo el tiempo ahí metido. Las peleas de Elizabeth con nuestros padres eran épicas, y aunque la mayor parte del tiempo yo hacia la función del mediador que calma los ánimos, tranquilizando a Lizz y tratando de hacer lo mismo con nuestro padre, siempre aprovechaba los viernes por la noche para salir a darme un gusto a mi mismo. Y el lugar perfecto para eso era en The Sachmo Symphony, ese bar-café en el centro de Oxford al que asistía todos los viernes desde dos años atrás. Era en el útlimo día de la semana en la que se llevaban acabo las mejores presentaciones en vivo, y pese a que el jazz no era mi género predilecto ni de lejos, siempre disfrutaba del ambiente relajado y cultural que ofrecía el lugar.

Sentado en la mesa de siempre, a la izquierda del escenario y cerca de la barra de bebidas, me dedicaba a observar la presentación del grupo que tocaba. No conocía la canción pero debía admitir que eran bastante buenos y que se entregaban en cuerpo y alma a sus instrumentos, obteniendo así un sonido limpio y sencillo de apreciar.
Una taza de te de menta caliente estaba frente a mi, humeante y deliciosa. Esa bebida era mi favorita sobre todas las demás pero, por algún motivo, esa noche tenía ánimos de algo mas fuerte que no me atrevía a pedir. No por miedo a lo que dijeran los demás al verme sentado solo con una botella de vodka frente a mi. No, no era por eso, si no porque tomar solo me podía llevar a un descontrol y realmente no deseaba que eso ocurriera. Con un suspiro de frustración tome la taza humeante y le di un sorbo a la vez que la banda bajaba del escenario para dar un intermedio,