Tropezando con...¿pañales? (Daniel)

Tras aquellas cosas extrañas que le sucedían con otras personas, debía despejarse un poco, por lo que decidió salir aquella mañana sin despedirse, con apenas un minishort celeste y un top sin mangas de color violeta. Sus cabellos rojizos se habían atado a una cola alta, un mp4 estaba pegado a su brazo izquierdo y ella salió disparada hacia uno de los lugares más tranquilos de aquella ciudad.

Sentía la brisa del otoño acariciar sus rosados pómulos, mientras trotaba y en sus oídos sonaba una canción clásica del rock, una de los gun's . Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se dio cuenta que justo en dirección contraria a ella, venía caminando un hombre con una bebé en brazos.

Afortunadamente la rudeza del hombre impidió que le pasara algo al indefenso ser humano, sin embargo, Jaris no tuvo la misma suerta. Golpear contra semejante muro de carne la había logrado aterrizar en el suelo del parque, profiriendo un grito desde lo más hondo de su garganta.

Sábado por la mañana y Daniel no podía pensar en un mejor modo de pasar la mañana que no fuera pasar el rato con su pequeña en uno de los lugares más tranquilos de Oxford. Se levantaron relativamente temprano, el cirujano le dio su biberón con fórmula y la dejó descansar el desayuno, para después prepararla con un pijama debido al viento fresco, además de un gorrito y guantes para sus manos.

Se colocó el portabebés y con cuidado la colocó a ella, además de envonverla en una manta algo ligera para protegerla del frío. Él se colocó una sudadera gris y un pantalón azul marino de mezclilla. Salieron de casa después de que Danien revisara cinco veces que realmente llevaba todo lo necesario. No llevaban auto, no lo necesitaban, pero si llevaba la pañalera colgada del hombro.

Estaban caminando tranquilamente, Daniel distraído en lo que estaba frente a él, fue una suerte que volteara y viera a una corredora peligrosamente cerca de chocar frente a él, donde su bebé estaba. Fue por instinto que se dio la vuelta con rapidez, sintiendo el golpe de la mujer contra su espalda ancha, que le hizo apenas moverse un poco, y se volvió de inmediato cuando escuchó el grito.

-"Señorita, ¿se encuentra bien?"-preguntó con preocupación, acuclillandose a su lado, dejándo la pañalera a su lado-"Permitame ayudarle, ¿puede ponerse de pie?"-la ayudó a levantarse y la miró fijo a los ojos.

El ruido de los audifonos la dejaron aún más aturdida con la caída y apenas distinguía al orangután (sorry xd) con el que había tropezado. Estaba apoyada con ambas manos en el suelo y un dolor punzante en sus asentaderas.

- Si-si, claro, bien —comenzó a balbucear mientras sus piernas le decían que no podía moverse—, no siento las piernas.

Miró los ojos de su agresor inesperado y pudo tambien notar que había un bebé en la escena por lo que necesito dos minutos en intentar entender porque habían cosas tan distantes en aquel escenario.

No se notaba en absoluto que ella estuviera bien, mucho menos cuando balbuceaba de esa manera y lucía tan aturdida por el golpe. No pensó que estuviese tan duro como para provocar esa reacción, pero supuso que después de todo si lo estaba.

Sus ojos inspeccionaron el rostro de la muchacha, para ver si se había rasguñado o algo, después procedió a levantarla, sosteniéndola con uno de sus brazos, el otro aún alrededor de su hija, que colgaba cómodamente dentro del portabebé, seguramente para Natalie no había pasado realmente nada, segura de que papá no permitiría que saliese lastimada.

-"Déjeme ayudarle, por aquí hay una banca"-la guió a una y la sentó-"Permitame un momento"-pidió y corrió a recoger la pañalera, que había sido un regalo que no pensaba dejar que le robaran. Luego se sentó a su lado y la miró preocupado-"Puedo llevarla a urgencias si se siente muy mal"-aseguró.

Poco a poco, comenzó a hilar los nudos que la tenían en esa banca, ahora sentada y con un señor cerca a ella. Le sonrió y comenzó a sacudirse la tierra del parque de las piernas.

- No creo que sea para tanto —musitó antes de terminar de sacudirse la tierra de las manos—, sólo necesito descansar un rato.

Miró por vez primera a la pequeña criatura que tenía el chico que la había atropellado (?), y volvió a sonreír; era realmente un señor atractivo que seguramente tenía una esposa igual de atractiva en casa.

- Linda bebé —comentó.

Aún se veía algo aturdida cuando la ayudó a sentarse en la banca, y aunque en realidad había sido un accidente y por tanto no había sido culpa de ninguno de los dos, pero no podía evitar sentirse preocupado porque quizás si hubiese atinado a reaccionar de otro modo, como por ejemplo el haberse apartado de su camino, aquello no habría pasado.

-"Entiendo"-asintió-"¿Le molesta si nos quedamos aquí hasta que usted se sienta mejor?"-preguntó, Natalie agitando los brazos dentro del canguro.-"¿Quiere agua o algo?"-preguntó, ofreciéndole una botella cerrada que tenía guardada en la pañalera.

-"Oh, gracias"-sonrió, sintiéndose orgulloso de que reconocieran la belleza de su hija-"Su nombre es Natalie"

- Jaris, 19 y hoy es viernes por la mañana —comentó mirándole fijamente a los ojos—. Esas son las preguntas que debe uno contestar para determinar si hubo una concusión o algo, ¿verdad? O al menos eso leí en una revista.

Entonces sonrió, mirando las diminutas manos de la bebé que él cargaba. Seguramente tenía una de esas esposas que trabaja todo el día y no tenía tiempo para ser madres de sus propios hijos. O aún peor, quizá la bella y hermosa madre de la que la pequeña Natalie había heredado esos brillantes ojitos, había fallecido en medio de una terrible labor de parto. ¿Por qué no podía dejar de inventarse historias?

- Hola Natalie, tienes un protector muy hábil —comentó saludándole con una mano.

Le miró sorprendido por la información soltada y no pudo evitar reírse por la explicación-"En parte, ¿Quieres que te haga las preguntas?"-sonrió y acomodó mejor a su hija entre sus brazos, ella seguía agitando tranquilamente sus manos y piernas, golpeando a veces la pierna de papá.

Ella quizás no podría imaginarse que de hecho la historia de Natalie había comenzado siendo una pequeña prematura y que después había sido abandonada por su madre, por tanto ella únicamente tenía a su padre, los abuelos maternos desaparecidos de momento también.

-"Lamento eso"-le miró con disculpa, pero realmente había sido puro instinto, haber permanecido inmóvil hubiese significado que su pequeña hubiese sido aplastada y seguramente lastimada, y eso no era algo que él iba a permitir mientras estuviese vivo.

Alzo el rostro de Natalie a su padre y asintió.

- Si yo tuviera una igual de linda, te habría dejado peor —amenazó con gracia.

Se comenzó a enderezas sobre el asiento un poco, para distender los músculos golpeados contra el suelo. Definitivamente estaba demasiado aturdida como para correr y recién ahora se daba cuenta de aquello, desde que en su vida se habían metido los guitarristas, todo estaba de cabeza. Quizá ese tropiezo era lo que necesitaba para sacarse las cosas que tenía en la cabeza.

- ¿Me dijiste tu nombre justo antes de golpearnos y por eso no me acuerdo? —inquirió curiosa.

Sonrió entre aliviado y contento de que no hubiese problemas entre ambos, que ya se sentía lo suficientemente mal por actuar tan torpemente. Lo cierto es que no podría arrepentirse ni aunque quisiera, su hija era su prioridad y estaba incluso por encima de sí mismo, si bien procuraba ser feliz para transmitirle eso mismo a su hija, lo menos que quería era transmitirle emociones negativas a alguien tan pequeño que lo único que debería conocer era la comodidad y el amor, su hija había tenido bastante con ser abandonada cuando aún estaba en la incubadora.

-"Gracias"-sonrió un poco más, con ánimo por la broma y la miró estirarse, su hija pareció hacer lo mismo por un momento.

-"Oh no, disculpa"-le extendió una mano-"Daniel Robbins, es un placer conocerte aunque haya sucedido de éste modo"

- Si, bueno. Estoy segura que en nuestra vida pasada nos conocimos justo antes de que la guillotina nos quitara la respiración —dijo casi en una carcajada—, así que un tropiezo en esta vida no esta del todo mal.

Volvió a jugar con la bebé que parecía bastante concentrada en su papá.

- ¿Te ayudo con algo? —preguntó mirando la pañalera— ¿La llevas con su mamá?

Ya estaba mejor y al menos gracias al tropezón, su mente no se había ido corriendo con Luka, por lo que dejando la banca, se sacudió un poco, se ajustó la coleta y se puso frente a él con ambas manos en la cintura.

Riéndose por la ocurrencia de haberse conocido años atrás antes de que sus cabezas rodaran, sonrió porque ella parecía ser muy simpática y de buen sentido del humor, aunque eso si, aparentemente bastante peculiar, pero inteligente.

Las observó a ambas, dado que Natalie no conocía a Ari, no parecía muy dispuesta a jugar, pero seguro que si la veía por más tiempo, comenzaría a tomar más confianza, tanta que haría a su padre avergonzarse y pedir disculpas por la ocurrencia de su hija de jalar el cabello. Afortunadamente Natalie ahora parecía concentrada en apretar su camisa con sus pequeñas manos, y mirar a la extraña.

-"Estamos bien, gracias"-respondió y sin dejar que su sonrisa flaqueara, negó con la cabeza-"No, soy padre soltero"-por más que lo dijera, no se acostumbraba.

-"¿Te estamos interrumpiendo con algo?"-preguntó, mirándola a los ojos mientras ella estaba frente a ambos, Daniel aún sentado en la banca, observando que ella ahora parecía estar bastante mejor.