Malentendido {Paul}

Había recibido un correo electrónico, Liam le decía que necesitaba uno de sus antiguos ensayos de primer año como ejemplo en clase y andaba bastante aburrida a decir verdad así que hacerle una pequeña visita a su profesor favorito no le caería nada mal, aun más si involucraba picarlo con sus descarados coqueteos que no tenían mayor intención que la burla y la entretensión que le producía ver la cómica incomodidad de aquel hombre. La chica se echó su chaqueta de cuero sobre la blusa larga blanca de los Stones, vestía ajustados pantalones negros y botas militares. Su cabello suelto como acostumbraba y de esa manera se encaminó a pie con la carpeta en manos a la Universidad.

Desde que la pequeña casa que compartía con Ziva estaba a una cuadra de la universidad era inútil usar su moto. Una vez llegó a esta caminó con tranquilidad, golpeando la palma de sus manos contra sus caderas al ritmo de la batería de Motörhead que escuchaba a través de los audifonos de Poddy. La chica se encontraba tan encimada sobre la canción que escuchaba que no miró la letrina que solía usar el despacho de Liam, decía ahora "Paul S. Wells" en una nueva plaquilla de acero en letra perfectamente grabadas. Como era costumbre hizo alguna entrada indecente, aquello evidenciaba lo suelta y descortés que llegaba a ser.

Como era típico de sus bromas subidas de tono bajó de manera coqueta la corredera de su chaqueta y en voz seductora dijo abriendo la puerta - I'm here baby, let's do this - para cuando se percata que el hombre que le estaba dando la espalda no era Liam ya era muy tarde. - Oh mierda-musitó apretando los puños al ver que se daba vuelta.

Estaba corrigiendo un par de tareas; Paul, a pesar de ser un agradable profesor, cálido y divertido inclusive en clases. A pesar de ser joven y confundirse en ocasiones con un alumno más, sobre todo por su manera de vestir, Paul era exigente. Era el profesor Wells que no temía de reprobarte si no hacías las cosas bien, porque las cosas eran simples en su curso: si no entendías, lo decías, él te lo explicaría si era necesario mil veces hasta que lo entendieras, pero debías de entenderlo. Comprendía que, en su gran mayoría, lo alumnos no gustaban de la materia que el enseñaba, que Castellano no era lo más sencillo y que necesitaba de una atención especial como cualquier idioma que se busca aprender. Por su parte, él disfrutaba de su trabajo, y por eso se encontraba allí a esa hora. Parte vocación, parte compromiso, eso era el combustible del motor que lo mantenía atado a ese empleo en la universidad.

Estaba cansado, con un café por la mitad a su lado, tibio y no humeante como deseaba estuviera. No podía disfrutarlo del todo, no podía beberlo con paz y corregir a la vez, por eso se había enfriado. Aún así lo bebía, como hizo entonces que lo tomó entre sus manos para llevarlo a su boca, haciendo una pausa en su trabajo.
Giró su silla hacia el otro lado, quedando de espaldas al escritorio. Había un ventanal tras el mismo, así que para entonces se encontraba mirando hacia fuera tranquilamente, mientras bebía aquel amargo café negro. Era un pequeño recreo el que se estaba tomando, y no esperaba que alguien entrara de aquella manera, sin golpear y mucho menos diciendo aquello.

Giró la silla con cautela, a pesar de la sorpresa no se lo tomaba con ningún prejuicio previo. Vio a la chica delgada frente a sus ojos, la miró varios segundos pero desvió la mirada al dejar el café sobre el escritorio. Se quitó los anteojos de grueso armazón negro, y los sostuvo con la mano izquierda al tiempo que volvía a mirarla.
—¿Disculpa?—Largó, aunque no sonaba nada enojado, ni ofendido. Él no era así, se notó en la pequeña sonrisa que se dibujó en su rostro. Le pareció divertido aquello, no solo la cara de confusión de la pobre chica, sino porque claramente algún otro profesor andaba de hazañas y claramente, no sería él quien abriera la boca con aquello.

Mordió su labio inferior ante su enorme metedura de pata, Carajo, carajo, carajo, carajo, carajo... repetía mentalmente, no era exactamente por la imagen que pudiera causarle a aquel hombre pero los problemas que podría traerle a Liam por sus bromas pesadas, al fin de cuentas el hombre era en alguna extraña manera un buen amigo. Quiso golpear su cabeza contra la pared y en efecto lo hizo contra el marco de la puerta hasta que se percato de la posición de tarada que estaba demostrando, y apesar de importarle un comino que opinaran de ella seguía manteniendo aquel orgullo de acero que le prohibía verse a si misma de semejante manera. Se recompuso y subió la corredera de su chaqueta.

-Disculpe usted, Señor -dijo acentuando la ultima palabra tratando ser lo mas amable posible pero lo seca que sonaba su voz hacia fallido aquel intento de convertir su áspero carácter en uno mas apacible. Hizo una pequeña venia con la cabeza que no tuvo idea de donde vino para escusarse, se dio media vuelta y dio unos cuantos pasos fuera del despacho hacia el pasillo cuando distinguió la voz del director de la escuela. -Puta madre- mascullo entre dientes la chica entrando al despacho con rapidez una vez mas, miro al hombre una vez mas -Mira, tu no dices nada y te prometo que de mi no vuelves a saber- explico de una manera mucho mas informal.

Escuchar su disculpa no le sorprendió demasiado, sobre todo por lo incómoda que parecía y ante eso, todo ser humano atenta a disculparse. Era extraño, sin embargo, no parecía frustrada por ella misma o la imagen que podía dar, lo notó al verla contra el marco de la puerta, haciendo que Paul abriera un poco los ojos en sorpresa de sus actitudes.
Realmente, no sabía si reír o levantarse y ayudarla a calmarse. Era idiota de su parte quedarse callado, debía decirle que en realidad él no iba a abrir la boca, porque no le incumbía meterse en problemas ajenos, pero la chica tenía esas pequeñas actitudes sorprendentes que difícilmente le daban pie a tomar la palabra.
Ella salió del despacho cuando Paul quiso abrir la boca; por un segundo se resignó a quedarse con aquello como anécdota que no contaría, algo gracioso que sorprendentemente había sucedido. Pero pronto Aubrey entró nuevamente en su despacho, probablemente en problemas, confirmándole de alguna manera a él que no estaba haciendo las cosas más correctas del mundo.

—Hey, tranquila.— Tenía aquel acento extraño, aunque supiera inglés seguía sin ser su lengua madre. Levantó las manos, casi sacándose culpas, mostrándole que no iba a… “atacarla” o acusarla en ese caso. —No planeo decirle nada a nadie, ¿está bien? Solo…— Se rió un poco, entretenido con lo que sucedía. —Respira. No es la gran cosa.

Ante las palabras de aquel hombre suspiró de manera pesada - Gracias - musitó apoyando su espalda contra la pared y dejandose caer contra esta hasta quedar sentada en el suelo. Miró al hombre y su marcado acento latino - Usted es... -dijo la chica esperando a que el hombre frente a ella continuara la frase. Se fijó que aquel hombre era bastante atractivo a decir verdad pero había algo en el reciente suceso que le decía que quieta le iría mil veces mejor que irse con necedades innecesarias. Observó con cuidado la carpeta que sostenía en manos y se preocupó una vez más por él, aun que el le había dicho que no lo diría no quería darle una mala imágen entre sus colegas de trabajo. - Amm, por si las dudas lo de hace unos minutos fue una broma pesada -dijo con una sonrisa soncarrona que no pudo ser disimulada, le causaba gracia la ironía de la situación - Soy una roñosa y le jodo la vida a Liam así -dijo sin evitar soltar una carcajada después de decir aquello. La imágen de Liam sonrojado le causaba una inmensa gracia aun que sonara el asunto más irrelevante en aquellos instantes.