Velada inesperada [Jaris] (+18)

Recuerdo del primer mensaje :

Se había divertido y mucho, mirando una película junto a su nueva amiga o compañera, aún no sabía cómo definirla de manera correcta. Ya que, en realidad, se trataba de una chica muy peculiar, que llamaba demasiado la atención de Lukas, porque solía salir con cosas que lo dejaban boquiabierto, por lo cual, le atraía.

Una pareja con inicios disparejos, así podía haberse resumido la película romántica que habían visto. Muchas cosas de ese filme él podía asociar con la relación que tenía con la pelirroja, ya que en parte, hasta el momento, habían comenzado como polos opuestos pero siempre teniendo una buena onda, así al menos lo sentía él.

Lo curioso fue la llamada previa a su cita del cine, lo que significaba que no tendrían que ir al campus a pasar la noche, directamente irían a donde Jaris se alojaría a partir de ese momento en la estudiantil ciudad de Oxford. Sonriendo, una vez que habían llegado a los pies de lo que parecía ser un caserón, Stateway carraspeó antes de hablar.

—Bonita casa Stevens, y divertida fue la película, al menos... —miró parte de la cabellera de su acompañante, quien se había adelantado para ir hacia la recepción— no me gustó en absoluto, y se tornó aburrida al final, de principio a fin —bromeó para hacerla enojar, aunque en realidad, había disfrutado y mucho.

Su respuesta la impulsó a besar sus labios una vez más, hundiendo su cuerpo entre el colchón y el cuerpo de Lukas. Sintió ganas de reírse al darse cuenta de la situación en la que se estaba metiendo.

Èl era un músico, seguramente en la mañana aparecería una novia que le increparía por haber pasado la noche con él, y por la tarde, alguna que conoció el último fin de semana. ¿Cuál sería el número de Jaris en aquella lista? Y, ¿por qué estaba tan dispuesta a ser un número en la lista de Lukas?

Las manos de la chica bajaron por el costado de la espalda de Lukas hasta toparse con el borde de su boxer y detuvo su beso confundida. Le miró, casi suplicándole que no le dejara continuar sola.

Era bastante única esa escena, pero ambos se veían muy animados, ella por experimentar cosas nuevas, y él por enseñárselas. De seguro, hubiera dicho que era una broma si le dijeran que terminaría así con ella, porque de verdad, la chica impredecible le había dado más de un asombro en esa ocasión, y esa no era la excepción.

Pudo ver la expresión de la pelirroja, y le resultó en parte extraño, aunque le entendía, ya que era su primera vez y podía notarse algo de vergüenza. Su corazón casi da un brinco cuando sintió como las manos de Jaris bajaban hacia el borde de su única negra prenda, con la intención de quitarla. Él sonrió.

—Espera Stevens, primero tocará jugar un poco —susurró. Sobre su cuerpo, comenzó a besar una vez más sus labios, al tiempo que sus manos acariciaban con suma suavidad y delicadeza ambos pechos, de manera única y tierna—. Debes disfrutar, sólo relájate.

Claro, si. Sus indicaciones eran mucho más fáciles de oír que de seguir, porque el hormigueo sobre su piel sólo se estaba haciendo más intenso y al parecer se le había olvidado el viejo arte de conversar.

Lo único que llenaba sus oídos era su respiración agitada y las sábanas alborotandose sobre la cama. Las manos de Lukas la estaban transportando a un lugar que no conocía y al que quería llegar lo antes posible.

No sabía que había pasado con aquella muchacha que le peleaba todo al ojigris que ahora la besaba y acariciaba con maestra; estaba cayendo voluntariamente entre sus manos.

Parecían ambos sedientos de aquel licor único, del placer que podría llevarlos a la mismísima locura en vida. Las manos del castaño parecían tener imanes contra el cuerpo de la pelirroja, iban y venían, acariciando cada rincón por más oculto que pareciera. De la altura de sus perfectos pechos, que eran levemente rozados, bajó poco a poco.

Era la altura de su entrepierna la que acababa de alcanzar, con una caricia más que atrevida; pudo sentir la yema de sus dedos algo, una cosa que alertó al Stateway y le dejó en claro que era ya el momento oportuno. Con lentitud, miró transmitiéndole relajación a la pelirroja, y fue quitándole lentamente su última ropa interior.

A continuación, él dejó que ella hiciera lo propio, estando sólo el boxer negro en su cuerpo, era lo único que aún quedaba.

—¿Quieres quitármelo tú? —susurró, sin dejar de acariciarla, brindándole confianza y unos evidentes mimos.

El cuerpo de Jaris se había convertido en algo así como una playa en la que las olas llegaban con delicadeza arrasandolo todo a su paso, así se sentían las caricias de su compañero de cuarto. Quién se había pasado el día entero siendo un caballero, parecía haber olvidado esos modales ahora que profanaba cada centímetro de su piel con destreza

Asintió levemente ante la propuesta de Lukas y dejoque sus pulgares empujaran hacia abajo la prenda que aún les interrumpía mientras él la ayudaba colocandose un poco de lado.

- Lista —murmuró antes de besarle lentamente y comprobar que efectivamente, estaba en brazos de un hombre desnudo.

Ya no había nada que pudiera interponerse entre aquel par de cuerpos desnudos, sedientos de deseos y un incontenible placer. Lukas se aseguró de cubrir ambos, en su totalidad, por las enormes mantas que estaban sobre sí, no sólo para olvidar el frío, sino también para brindar aún más un sentimiento de intimidad.

Volviendo a cómo estaban antes, el castaño se ubicó sobre Jaris, de manera tal que ella finalmente pudo sucumbir, sintiendo algo que jamás antes había podido imaginar. En ese momento, dos almas se transformaban en una, dos cuerpos se unían, formando un único ser, que poco a poco, parecía ir de manera armoniosa, aumentar el placer.

—¿Te gusta? —susurró como pudo, mientras podía hacerle el amor al tiempo que besaba sus labios como nunca antes, con un cariño incontable. Su movimiento sobre ella era reiterativo, aunque iba aumentando la intensidad, y ya había perdido el control, deseaba hacerla suya esa noche, y le fascinaba la chica que estaba junto a él.

No era la pregunta de si le gustaba o no, era no era la pregunta. La excitación y agitación que sentía en ese momento, demostraban que no sólo le gustaba sino que era lo que quería en ese instante.

Lukas se movía con destreza sobre su cuerpo, haciéndola suya y tatuando sobre su piel, recuerdos que no podría borrar ningun otro hombre. Su primera vez. Su hippe madre estaría orgullosa, se había dejado llevar por el deseo y la excitación de todo lo que representaba el ojigrís para ella, y ahora estaba entre sus manos, volviéndose mujer con cada uno de sus movimientos.

Asintió antes de cerrar los ojos y fundirse en él en aquel mundo de sensaciones que él le estaba presentando.

Verla disfrutar era en parte su peor adicción, pudiendo así sentir más deseos por poseerla, más deseos por aumentar el frenesí de un movimiento que sólo era capaz de ser generado por dos personas como aquellas, pudiendo sentir bien dentro uno del otro. Lukas ya no daba más, y por como la veía, suponía que ella tampoco.

Un aumento considerable en la tensión de ambos denotó claramente que estaban llegando al punto mayor, donde no había más excitación posible, donde ambos alcanzaban un delicioso clímax, capaz de hacer escapar más de un gemido o jadeo en boca de ellos, incontenible, sí, a esas alturas era inevitable.

Sintió el Stateway como el mayor placer sucumbió su cuerpo, haciendo que una electricidad se apoderara de él, transmitiéndole lo mismo a la pelirroja, como si fuera una descarga que se transmitía de un cuerpo al otro, de una manera rica y exquisita. Entornó sus ojos y la miró, se encontraba ya quieta.

La agitación de ambos era evidente, y podía notarse un claro cansancio. No era cuestión de juegos, era realmente agotador, divino, pero extenuante. Cayendo así fundido el castaño sobre ella, abrazándola con sus dos enormes brazos, conteniéndole, demostrando que no sólo habían pasado una velada más, sino, una noche inolvidable.

—Eres única, Stevens —susurró como pudo, mientras caía a su lado, colocando su rostro apegado al de ella, para darle un último beso, antes de verla dormir.

Apenas logró contener un poco la respiración cuando sintió la invasión de su cuerpo llegar el punto máximo, se aferró a los brazos de Lukas cuanto pudo y cuando todo hubo llegado a su fin, sonrió nerviosa.

Se acurruccó entre sus brazos sintiendo aún temblar sus piernas, envolviéndose en lo que tenía en aquella cama. El inicio de un nuevo camino en su vida, diferentes acciones a las que estaba acostumbrada.

- Lo sé, rockstar —murmuró antes de darle un beso sobre su torso desnudo.

Tendría que despertar nuevamente y comprobar que todo aquello no era sólo un sueño. O quizá acostumbrarse al número de la lista de un músico y no verlo al amanecer.