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Mensaje por Audrey J. Schneider Dom Ago 07, 2011 10:58 am

Soledad, aquella palabra definía por completo su estado en aquellos momentos. La casa se sentía el triple de amplia con la ausencia de su mejor amiga y su hermana, la soledad parcial era una enorme parte en su vida pero la chica simplemente no estaba acostumbrada a una soledad tan… aplastante, bufó a medida que caminaba por el corredor sin punto alguno de fijación, en otra ocasión habría sufrido de algún ataque de nervios pero gracias a Lennon había estado calmada en la semana, en este caso sus deseos de sumirse en la autocompasión y la depresión eran nulos, - Al carajo – musitó la chica mientras bajaba las escaleras bajó las escaleras con rapidez saltando escalones aterrizando de una manera no-tan-estable sobre las vigas de madera del suelo deslizandose en sus medias altas del monstruo come-galletas que le llegaban hasta las rodillas, sus fachas de estar en casa consistían en lo anterior una playera enorme de Dokken del triple de su talla que caía sobre uno de sus hombros y estaba anudada a su cintura, acompañada de unos shorts deportivos. Su cabellera azabache despeinada a duras penas peinada después de haberse levantado. Scotty y Chester, un par de perros siberianos que había adoptado con Ziva cuando recién se mudaron a la casa, estaban jugando en el pequeño jardín de la casa.

Conociendo el desastre que era en la cocina y que posiblemente aquello podría ser tomado como un intento de suicidio, se encaminó a la pequeña pero práctica cocina de la casa, comenzó a preparar lo que eran brownies de manera exitosa, y no estaba tan mal, la cosa de colocaba fea cuando intentaba cocinarlos... Los alimentos perdían cualquier cualidad comestible. El equipo de sonido estaba encendido y sonaban canciones de Rock clásico aquel día, Rory Gallagher, Taste, Blue Oyster Cult, entre otros, como digna amante del genero que era canturreaba las canciones y mecía las caderas acompañadas de unos headbangs al ritmo de la batería. Buscó en la parte alta de la despensa la reserva especial de weed de Ziva, luego se la repondría eso era de ultimo por el momento el largucho trasero de su mejor amiga seguía en Israel. Mezclo la marihuana en la mezcla y coloco esta en los moldes. 

Cuando se dispuso a prender el horno, notese que esto no puede significar nada bueno, el estridente timbre de la casa hizo eco en las paredes por encima de la música. La chica camino hacia la puerta y en el camino le bajo el volumen a la música. Abrió la puerta sin mirar por la ventanilla quien era, la tranquilidad en su rostro se desquebrajo al ver a Maxwell en el porche de su casa, una sonrisa forzada se dibujo en sus labios - Ahh... Eres tu- dijo la chica, pero allí no tenía que ser tan decente como en el trabajo, esa era Du casa y podía hacer lo que le diera la gana. De la misma manera que abrió la puerta la cerro con fuerza, dándole un portón en la cara al chico. Su talones giraron sobre el suelo, dio media vuelta y se dispuso a seguir lo que había sido interrumpido aun que esta vez con alguien en mente ¿Qué demonios hacia él en su casa? ¿Annie se habría enfermado?¿O fue Joseph? Pero entonces la habrían llamado... En el peor de los casos de los cual suponía que era así, vendría a atormentarla. Cuando ella había estado haciendo sus mas grandes esfuerzos por estar a un lado, sea lo que sea que le estuviera ocasionando el chico ya no parecía ser simplemente mero contacto físico. Para cuando quiso darse cuenta había regresado a la puerta y la estaba abriendo, el seguía allí - Pasa - dijo en un tono cansino mientras se hacia a un lado.
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Mensaje por Maxwell J. Atkins Dom Ago 07, 2011 2:14 pm

Tomó desayuno con su padre y su hermana, él lo preparó. Conversaron del trabajo, los estudios y la semana en general. Siempre lo hacían, era como un ritual todas las mañanas. Un ritual que servía para mantener esa comunicación de familia. A todos les gustaba la idea, pero la más entusiasmada por hablar era su hermana. Era habladora, inteligente, madura, pero demasiado graciosa cuando quería serlo. Ojo, que cuando se enojaba se le desconocía completamente. No supo como, pero terminaron hablando del novio de su hermana. Ella anunció que habían terminado, pero no se le veía muy afectada. En el fondo el castaño estaba feliz, era celoso a más no poder.

Cuando terminaron su padre salió para el trabajo y su hermana para la universidad. Se quedó solo en casa, lavando los platos y tazas que habían usado. Aquello era nuevo, no pasaba seguido, pero su hermana debía llegar rápido para dar un exámen "importante". A él no le molestaba, trabajaba en las tardes, así que le sobraba algo de tiempo. Dejó todo limpio en la cocina, y después se fue a escuchar música en la sala, a todo volumen. I wanna love you and treat you right... Bob Marley era un grande de todas las épocas. Cerró los ojos mientras se dejaba envolver por la música.

Su vida no giraba en torno a ella, pero la sensación de poco interés que sentía le era extraño, nada familiar. No lo había llamado, tampoco buscado y mucho menos hizo el intento por contestar las llamadas le hizo. Lo meditó mucho esa mañana, toda a decir verdad. Si iba y otra persona salía al recibidor, la negaría. Si iba y no encontraba a nadie, hubiera ido en vano, por gusto. Y la peor. Si iba y ella no lo dejaba entrar sin darle explicaciones, sería la tumba hacia la pérdida de su orgullo. Y él jamás se imaginó tal cosa. Ni siquiera recordaba como toda relación con ella empezó a cambiar. Le parecía ridículo, infantil de su parte. Tenía que hablarlo, pero con tacto, con cuidado, porque el caracter de la morena era más difícil que el suyo, y eso ya era mucho decir.

Su semblante era decidido. Se dio una ducha rápida y se puso lo primero que encontró. Unos vaqueros claros, una camisa negra con los primeros dos botones abiertos y zapatos del mismo tono. Sua cabelloa estaba más largo, pero no por eso lo acomodó, simplemente pasó su mano entre ellos y listo. Salió en el polvo plateado -recien lo había comprado hace dos días- directo a la casa que ella compartía con dos amigas.

De un toque hizo sonar el timbre. No esperó mucho antes que ella abriera la puerta. "Ah eres tú", musitó e instantes después le tiró la puerta en la cara. Max puso los ojos en blanco. ¿Era en serio? Que infantil, pensó, pero no se fue, se quedó ahí parado. Hace semanas no tenía contacto directo con ella, no se iría sin alguna explicación. Nuevamente se abrió la puerta, esta vez sin muchas ganas lo dejó pasar.

Eh, que amable, pensé que me soltarías a las fieras — musitó luego de haber entrado. Se refería a sus dos perros que, en realidad, eran más tiernos que los conejos.

Le dio una mirada rápida. Los mismos hermosos ojos que tantas veces lo habían vuelto loco, el mismo cuerpo y los mismos gestos de "nada" que mostraba cuando le faltaba interés. Llevaba unos shorts, un polo que parecía ser de un jugador de basketball. Sí, estaba tal y como la recordaba, hasta sus cabellos.
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Mensaje por Audrey J. Schneider Dom Ago 07, 2011 3:26 pm

Su semblante era indiferente, o aquello pretendía entre menos le mirara ymás lo evitara mejor estaría, más segura y tranquila. La sola prescencia del chico le colocaba inquieta, aun que a decir verdad era perfecta controlando las emociones cuando el caso lo requería, y este era uno. La chica caminó por el pequeño corredor de la entrada, guiándolo a la sala. La casa era bastante sencilla decorada al estilo minimalista pero era a su manera acogedora y a eso podían acceder con sus ingresos.

- Uh huh - se limitó a responder ante su comentario, sí estaba siendo un poco más seca de lo normal, pero era requerido para mantener la distancia prudente o pasaría lo de siempre. Ella le respondía, discutían un rato luego por una razón o otra la cosa se iba a mayores y terminaban enredados, una vez más. El hijo de mi jefe, repetía mentalmente, el jefe que me paga por mi trabajo, trabajo que paga la renta. Al entrar a la pequeña sala, remodelada desde que tuvo aquel pequeño ataque de nervios y destrozó mitad de la cristalería, por suerte las fotos seguían intactas, la mayoría eran de su nueva vida en Inglaterra. Cuando recién llegaron a Inglaterra, ella apenas tenía dieciocho años en aquel entonces y Claudia tenía dieciséis ambas tenían sonrisas esperanzadas y almas derrocadas en aquellos tiempos, unas cuantas fotos de sus amistades, conciertos de Elías y Mai, fotografías que había tomado Jill y Roxanne, inclusive habían unas cuantas de Satchmo's de lugar de por sí, donde salían Joseph y Annie, Big Joe el barman, Tyler, Neil e inclusive Max, aun que esta esperaba que no fuera muy obvia, habían suficientes fotografías allí. Todas aquellas fotografías eran de momentos, lugares y personas especiales.

Se sentó en uno de los sillones grandes, eran lo suficientemente cómodos como para recoger sus piernas aun que esto fuera de mala educación, al cuerno con los modales. - Entonces - dijo haciendo un ademán de que se sentará en algún lugar. Se permitió darle una mirada después de un tiempo, mordió su labio inferior ante la atractiva mirada del chico a medida que sus ojos hacían contacto visual - ¿Qué te trae por estos lados? - dijo en un tono neutral legible en su voz, al fondo se podía escuchar The Reaper de Blue Oyster Cult.
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Mensaje por Maxwell J. Atkins Dom Ago 07, 2011 3:58 pm

La cuestión no era el cariño, del que por cierto había mucho, solo bastaba con mirarla. Estaba tal y como la recordaba, aquello le gustaba más de la cuenta. Despreocupada, como si nada le importara, ni siquiera se medía en los gestos o cosas que decía. Eso sí, distante por sobre todo, cosa que era nueva para el castaño. Normalmente se odiaban de rato en rato, pero nunca se escapaban uno del otro. Era una cuestión de tira y afloja como las ligas para el cabello. Podía ser insoportables el uno con otro, separados completamente, y después terminaban en el mismo lugar de siempre, no juntos, unidos era la palabra.

Pero ahí estaba él después de semanas que parecieron meses. La veía sí, pero trabajando y no se le acercaba, intentando que las cosas flujeran naturales. Si ella lo quería al lado él iría, si no, no le impondría nada. Y aunque suene machista o egocéntrico, al castaño no le faltaban las mujeres o conquistas de una sola noche cuando necesitaba ese tipo de compañía. Era un Donjuán o algo parecido, su atractivo con las mujeres la miel de todos los días dentro o fuera del club donde su padre era el dueño. Hubieron ocasiones en que jovensitas confesaron haber ido solo para verlo con el sombrero negro y traje elegante dentro del local. Él se limitaba a reir e invitarles una copa. Las dejaba sentadas ahí y no regresaba.

La siguió dentro de la casa, mirándo atento todos los movimientos que hacía, como si la estuviera estudiando. Se sentó con los pies sobre el mueble. Sus ojos se encontraron con los suyos, él la miró fijamente. La morena le hizo una seña, a lo que él respondió con un movimiento hacia el sillón que estaba frente a ella. Se sentó despreocupado, pero con la espalda recta, odiaba la gente que se encorbaba, esa posición hacía daño. Y no es que lo hubiera aprendido en la escuela militar o lo hubiera tenido que hacer por obligación, si no que desde pequeño se le inculcó "los buenos modales", "buenas posiciones al sentarse" y demás. Cosa que cuidaba siempre su madre.

Si la montaña no va a Mahoma... ya sabes lo que sigue — dijo cruzando sus piernas. Su tono de voz era firme, un tanto desafiante.

Ese día no esperaba terminar enredado en la cama con ella, su intención no solo era de ese tipo. Aunque en esa posición y con esa manía de morderse el labio nunca se había como se pondrían las cosas. Quería aclarar las cosas. Lo suyo no era una relación con todas las letras, pero necesitaba explicaciones de su parte, no era lógico que se alejara de esa forma tan repentina. Sabía que en el fondo ella tenía idea del motivo de la visita, pero esperaría que el castaño hablara.

Dime, Audrey, ¿cuándo dejarás de huir? — preguntó en tono cortéz, tranquilo. Le sonrió ampliamente. Max no era del tipo que iba con rodeos y no decía las cosas de frente, al menos no cuando quería saber algo o era cosa de su interés.
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Mensaje por Audrey J. Schneider Lun Ago 08, 2011 12:30 pm

La chica se sentía francamente afortunada de que él la hubiera dejado tranquila en el trabajo, se daban las buenas noches al llegar y salir. No más, ella se dedicaba a lo suyo servir tragos dar pequeñas conversaciones, una sonrisa por aquí otra por allá, limpiar una mesa recoger una botella de cerveza del suelo, las presentaciones de la media noche y listo a limpiar el local y cerrar. Aquello no quitaba que no respondía ni una sola de sus llamadas, ni los mensajes, ni había mostrado interés alguno en hacer alguna de las anteriores, lo cual ella suponía eventualmente iba a darle en su orgullo de macho. So tipical, musitó mentalmente.

Caminó con sigilo, atenta a lo que pudiera ocurrir, siendo consciente de la mirada del chico incrustada en su nuca. Rascó su hombro izquierdo de manera involuntaria mientras se removía en el sillón mirando directamente al chico sin mostrar un ápice de flaqueza – Mahoma va a la montaña – finalizó la chica haciendo un gesto afirmativo con la cabeza, entonces estaba en lo correcto venía a cuestionarle su repentina lejanía. Dio una profunda respiración mientras meditaba las palabras correctas, aun que no estaba muy segura de cuales serían estas, solía normalmente decir lo que le venía a la cabeza, sin pre-meditarlo solo era expontánea en sus diálogos, mas aquello no sería lo más prudente en aquella situación y aun que ella no era precisamente la mata de lo que se debía hacer cuando se debía hacer sino su completo opuesto, por esta ocasión se mediría a si misma.

Sus cejas formaron arcos prominentes, dando paso a una expresión enigmática que vacilaba entre un cuestionamiento y su arrogante pero característica burla. - ¿huir? – dijo haciendo una mueca ante aquella palabra, no iba con ella en lo absoluto. – Si a lo que te refieres es al por qué te he estado ignorando, la respuesta es sencilla, me aburrí – mintió levantando los hombros como si no fuera nada, una sonrisa ladina se dibujó en sus labios. Sabía que no habría otra manera de apartarlo, de otra manera seguiría con la misma persistencia – Hasta donde tengo entendido jefaso, no tengo ningún deber de responderle las llamadas al menos que sea por alguna cuestión laboral, ni debería llamarlo por algo distinto a ello – dijo con una franqueza absoluta. Su rostro era mucho más severo al anterior, se estaba esforzando por mantenerle la mirada, le estaba costando más de lo que se imaginaba.
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Mensaje por Maxwell J. Atkins Lun Ago 08, 2011 7:58 pm


El cuerpo del castaño estaba relajado, como si nada le importara, como si no se sintiera incómodo por la situación, lo disimulaba bien. Estudiaba los gestos de ella al hablar, cada una de sus palabras y asentía con la cabeza. Sus ojos no se apartaban de los de la morena, quería saber si todo lo que estaba escuchando era sinceramente. Cuando concluyó su tranquila y despreocupada explicación, o bueno, lo que quiso hacer parecer una explicación él rió entre dientes. Se quedó en silencio unos segundos, frunciendo el ceño, como si estuviera muy preocupado.

En momentos como ese Maxwell dudaba mucho de su sentido común. Si la morena no lo quería cerca o se aburría, como había dicho, solo bastaba con una llamada o un mensaje para decirle que todo se terminaba, que ya no daba más con su relación. Pero... ¿Qué relacion, qué todo? Si entre ellos no había más que una mezcla de cigarros y alcohol, una cama, sábanas suaves y un amanecer en la misma habitación. Solo se reducía a una buena noche. Exacto, él no tenía nada que reclamarle, y ahora se sentía un estúpido por haber tocado su puerta, por haberla buscado y por necesitar explicaciones de algo que no existía. Pero algo estaba claro, no dejaría mostrar todo lo que estaba pensando delante de ella. Para falso, hipócrita y manipulador nadie que ganaba, cuando se esforzaba, lo hacía bien.

Dime, niña rebelde — hizo con sus dedos comillas en el aire al usar ese adjetivo con ella. Aclaró su garganta y se puso de pie, no sin antes haber tomado una larga bocanada de aire, como si fuera a decir un discurso o cátedra de algo — huir es escapar, como si fuera ignorar, ¿eso no hiciste conmigo? — la miró arqueando una ceja. Mientras caminaba de un lado a otro, intercalaba su mirada entre el suelo y ella, meditando sus palabras. - Entonces, ¿no se le hubiera hecho más fácil mandarme un texto o simplemente acercarte una de las tantas noches que nos cruzamos en el club y decirme "me aburres, no quiero que nos volvamos a ver"? — negó con la cabeza. Es que en serio hubiera resultado más sencillo y se hubiera ahorrado la gasolina. — Es una pena que alguien como tú desperdicie ese cerebro y ese caracter... — se lamentó en silencio, parado frente a ella con una sonrisa de suficiencia en su rostro. Se acercó unos cuando pasos más y pellizcó suavemente una de sus mejillas, como si ella fuera una niña pequeña que no sabía de la vida.

Si tan aburrida estaba no merecía la pena estar ahí buscando cosas que no iba a encontrar. Prefería estar en algún bar cercano tomandose un vaso de vodka o viendo con cual de las camareras salir a dar un "paseo". Tampoco era el fin del mundo. Ella se aburrió y él no podía detenerla, aunque en el fondo lo quería. En el fondo esa conversación le parecía tonta e insuficiente. Todo se pudo arreglar fácilmente si la morena hubiera soltado las verdaderas razones por las cuales se alejó. Porque aunque sonó muy convincente, esa respuesta no le llegó a los ojos. Han pasado años desde que se conocen, Max no era fácil de engañar.

Su mirada paseó por todo el lugar y volvió a sentarse, quedando en la misma posición del inicio. — Pero eso lo entenderás cuando madurez, no te preocupes — finalizó soltando un suspiro. — Oh, si deseas puedes invitarme algo de tomar — sonrió ampliamente, guiñándole un ojo.

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Mensaje por Audrey J. Schneider Mar Ago 09, 2011 2:36 am

La chica bufo por lo bajo, ya decía ella que la convivencia pacifica no podría ir de a mucho. Precisamente aquello era lo que le enfurecía del chico aquella prepotencia y arrogancia con la que se desenvolvía como si conociera al mundo y a sus personas, como si el la conociera a ella para llamarle y trataría como una niña. Pero claro, el
No tenía la mas mínima idea de ella, solo veía lo que alcanzaba a ver, a detallar y en ocasiones quizás la conocía mas de la cuenta lo cual le daba escalofríos pero jamás cambiaba el hecho de que ella no tenía un cartel de neón incrustado en la frente con todas sus vivencias, sus malas rachas, por que la vida había sido dura con ella y su hermana, pero allí estaban, mejor que nunca, invensibles. En otra ocasión se hubiera limitado a no escchar lo que estuviera diciendo, simplemente escucharía algún ruido de monologo al fondo y vería sus labios moverse sin tener idea que carajos decía. Pero su orgullo estaba en pie dispuesto a tomar cualquier tipo de información para contra atacar. - Mi estimado Atkins - respondió la chica dándole un manotazo cuando le agarro la mejilla, es que se esforzaba por ser insufrible. - Yo no soy de dar anuncios o explicaciones, a nadie - dijo la pelinegra sin despegar sus ojos del chico que ahora daba pasos vacilantes a través de la habitación. 

Sus sentimientos hacia el eran bastante encontrados, opuestos, dispersos y confusos a la vez. Podían mantener horas y horas de constantes discusiones donde ninguno de los dos cedía o en cambio podían pasar buenas noches en la cama, la chica sabia que a pesar de su comportamiento de pedante había alguien mucho mas agradable, había tenido el gusto de llegar a conocer esa parte de el en algunas alturas y quizás era por ello que el enigmático militar permanecía dentro de su cabeza. Podría mentirle a el, pero siquiera estaba clara que el chico de ojos atractivos era mucho mas que otro de sus compañeros de noche. Rodo los ojos ante sus comentarios, y dale con aquella manía de colocarse a si mismo en una especie de pedestal mágico donde todos los demás eran inferiores, torpes mentes incapaces de comprender. Sin embargo, ante la falta de humildad del chico ella era plenamente consciente que seria una ridiculez de su parte demostrarle lo equivocado que se encontraba, seria discutir sin razón sin punto alguno, a ella le bastaba con saber que las cosas no eran así y a pesar de ser joven tenía sus perspectivas claras y sus metas lucidas.

- Si cierras el pico y dejas de criticar hay una botella de vodka en el mini bar - respondió la chica pasando sus manos por su cabello mientras fijaba su mirada con severidad sobre la de el. Tonta, entre menos tiempo el estuviera allí seria mejor; sin embargo, habían partes de ella que querían que se quedara, que ansiaban un poco de compañía después de haber quedado sola en aquella casa cuando estuvo acostumbrada a tener a alguien a su lado. Dependiente, y jamás se llego a imaginar en aquella situación, pero la soledad estaba siendo aplastante a esas alturas. Enarco las cejas en un expresión de cuestionamiento - ¿Entonces? - pregunto la chica.
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Mensaje por Maxwell J. Atkins Mar Ago 09, 2011 3:11 pm


Y así como la morena había sido él en algún momento. Se iba y venía sin decir absolutamente nada, como si no le importara en lo más mínimo lo que pensara su padre y hermana, pero reaccionó por sí solo y ahora era difícil despegarse de ellos por mucho tiempo. Sí, parecía imposible, pero Maxwell era el tipo de chico apegado a su familia, que no los dejaba de lado porque estaban por sobre todas las cosas, incluso por sobre sus conquistas y romances -de los cuales no hay mucha historia-.

El castaño soltó una risa baja y ronca al escuchar el tono de voz que usó ella. ¿Así o más déspota? Si tanto le molestaba la compañía de él era simple sacarlo de ahí y decirle que no volviera -sinceramente él le haría caso, y si no lo quería cerca la complacería con largarse de ahí-, pero no, ella no lo hizo. Al contrario, le dio pie a quedarse un poco más, cosa que el militar deseaba. ¿Un vodka? Lo que quería en realidad era tenerla cerca, rodearle su delgado cuerpo con los brazos y darle un beso... no seas idiota, Maxwell, se recriminó para sus adentros. Era algo estúpido pensar así. Las semanas que habían pasado separados parecían meses, al menos desde la perspectiva Max, no sabía si ella sentía lo mismo. Porque con sus poses de mujer mala, rebelde y ruda no lo estaba convenciendo del todo. A sus ojos no llegaba nada, nada de lo que decía. Con el tiempo había aprendido a conocerla más de lo que ella creía. Y no es que estuviera presumiendo, era la verdad.

Se quedó mirándola interesado. Habían ocasiones en las que el castaño moría por saber qué pensaba ella, o tener ese ridículo, y tan poderoso, poder que no existía como era el leer las mentes. Solo sucedía con ella, con ninguna otra persona él se mostraba ansioso por saber qué piensa. Es que su mirada se perdía, como si ella se sumiera en su propio mundo, sin importarle nada de lo que sucediera alrededor. Aquello le gustaba, porque era parte del misterio que tenía la morena. Y para cosas de ese tipo, Maxwell estaba más que predispuesto. ¿Cosas de ese tipo? ¿Predispuesto? ¡Oh, vamos, soldadito de plomo, era tu compañera de buenas noches y nada más! Su voz interior volvió a hacerse presente. El castaño sentía volverse loco. Y la voz de ella sonó, él levantó la mirada y se quedó viéndola por unos instantes.

Sí, sí... — murmuró aún ensimismado en sus pensamientos. Se puso de pie, pasando una de sus manos por su nuca, frotandose ahí, mostrando cierto nivel de preocupación que esperaba, ella no viera.

Cuando llegó al pequeño mini bar de la casa estiró un poco su cuerpo, desperesándolo. Cogió dos vasos de la parte baja para servir. El vodka era una de sus debilidades, le gustaba tanto como el café y el cigarro. Con una mano cogió uno y con la otra cogió la botella y el otro vaso. Así volvió hasta donde estaban.

Aquí tienes — dijo tendiendole el vaso a ella, mientras dejaba la botella sobre la mesa de centro y se sentaba a su lado. Le dio un sorbo a su bebida, mirándola con interés. Había extrañado ver ese rostro, ese perfil tan definido. — Y ahora dime por qué te aburrí — y no era por su orgullo de "macho" en el suelo. Era simple curiosidad.

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Mensaje por Audrey J. Schneider Mar Ago 09, 2011 11:41 pm

Observó con sigilo sus acciones, parecía... desconcertado, o quizás, no. Pensativo era la palabra que buscaba, sí aquella era, parecía haberse sumergido en una utopía personal que era completamente ajena a ese momento, a ese lugar, a los dos. Observó como su silueta se perdía entre las paredes, un suspiro se escapó de sus labios a medida que su espalda se hundía en el respaldar y dejaba su cabeza reclinarse. Una de sus manos se pasó por su rostro como ademán casino, aquello claro el no lo llegó a ver, pero era su manera de silenciosamente echar a un lado las memorias que atormentaban su pensamiento colisionando con su razón. El olor a tabaco impregnado en su piel en las mañanas, sus labios sobre su cuello, la manera en que lograba que su piel se erizara con simples caricias, la sonrisa de tres cuartos que su rostro lucía cuando dormía, discuciones que se silenciaban con el apetito que el uno llegaba a tener sobre el otro, inclusive los escasos momentos de quietud que habían llegado a compartir, donde solo se quedaban callados y quietos, no necesitaban nada más que espacio para hallar tranquilidad en conjunto. Todo aquello creando un tornado entre sus pensamientos.

Lo que parecieron horas en sus pensamientos se resumieron a instantes en la realidad, para cuando se percató estaba recibiendo el vaso con licor que casi con deje ansioso llevó a sus labios y dió un rápido y largo trago a la bebida disfrutando del leve ardor que ocasionaba en su garganta y el cosquilleo en la punta de sus dedos, demonios que necesitaba aquel trago. Miró al chico sin entender muy bien que había dicho, la confusión se leía en su rostro - ¿ahh? - preguntó, pero con un fuerte parpadeó reprodujo sus palabras dentro de su cabeza - Ohh - dijo como signo de comprensión - No soy de repetir la misma cena - dijo la chica con sinceridad aun que aquelllo no cambiaba el hecho de que mentía sobre haberse cansado de ély sabía que aquello no le bastaría.

Existía una parte de ella que el añoraba, a él, no a las noches de sexo desenfrenado; aun que aquello claramente era excitante, el comenzar a depender de semejante manera de alguien que había comenzado como un juego, como un pasatiempo al cual recurrir que a medida que se hacía más emocionante se iba de cabeza en ello, estaba completamente errado dentro de sus ideales.
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¿Qué demonios haces aquí? { Maxwell } Empty Re: ¿Qué demonios haces aquí? { Maxwell }

Mensaje por Maxwell J. Atkins Miér Ago 10, 2011 11:37 pm

Cuando le había dado el vodka la morena parecía en otro mundo, como si recien la hubiera despertado de un sueño profundo con los ojos abiertos y la mirada perdida. La respuesta no lo alegró mucho, y menos lo dejó convencido de lo que supuestamente era la verdad para ella.

Ah, mira tú — levantó las cejas juntas al mismo tiempo, soltando un bufido antes de darle un sorbo profundo al vodka que tenía en una de sus manos. Ella, por su parte hacía lo mismo, mostrandose desinteresada. El castaño suspiró negando con la cabeza. — Pues a mi el postre aún no me hostiga, lo comería todos los días y a todas horas — admitió con su típica sonrisa de suficiencia. Y no necesariamente se refería al sexo, iba más allá de todo apetito sexual que tenía para con ella.

Acortó toda distancia entre los dos, acomodándose de costado sobre el sillón, para verla mejor de perfil. Su frente se dejó caer sobre uno de los hombros de la morena, pudiendo tener de cerca el aroma que emanaba de su cuerpo. Era una mezcla de madera, humo de cigarro y dulce que solo ella podía tener, un perfume peculiar, extraño, original. Se quedó ahí por unos largos segundos, respirando despacio, todavía apoyado sobre el polo de su acompañante, que parecía ser tres tallas más grandes. Estaba cómodo, tanto como la mañana al despertar a su lado luego de haber pasado la mejor noche de sus vidas. Vaya ironía, solo estaba recostado sobre uno de sus hombros y tenía esas sensaciones.

Si alguien los hubiera visto en ese momento quizás se le hubiera pasado por la cabeza que Max le estaba pidiendo una especie de disculpas, las cuales ella no quería aceptar. Pero la casa se encontraba sola, lo sabía porque nadie se había pronunciado. Lo único que se escuchaba era la música que parecía provenir de la cocina y el ladrido de los tres perros que estaban en el patio.

¿Sabes? Hueles como siempre... — dijo soltando una risa bajar. Subió su cabeza un poco más, dejando su perfilada nariz tocando el costado del cuello de ella. Cerró los ojos, respirando profundamente, le encantaba. — Ésto será un infierno — murmuró pegando sus labios a la piel blanca de la morena, pudiendo sentir una vez más lo suave y delicada que era. Ahí mismo dejo varios pequeños besos, que sonaban casi inaudiblemente, muy suave.

Si recibía un golpe poco le importaba, y mucho menos si Audrey lo botaba de su casa. Se había dado el gusto de al menos poder disfrutar unos instantes de contacto con ella.
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Mensaje por Audrey J. Schneider Vie Ago 12, 2011 11:41 am

Quiso golpearse en esos instantes, se había quedado estática ante su repentina cercanía, demasiado plácida por ella, demasiado regocijada de acortar el espacio que se hacia molesto entre los dos, pero que por prudencia debía mantener. Ni siquiera llego a quejarse cuando apoyo su frente sobre su hombro, su respiración le causaba un tenue cosquilleo mientras que un parte ella, aquella que era irracional, impulsiva y descontrolada. Esa que salía en las noches de copas y una que otra ayuda extra, esa parte tomo control de ella haciendo que inclinara su cabeza en su dirección, depositando un beso en su suave cabellera castaña. Le causaba pavor a la chica la manera en que tenerlo cerca se había vuelto una costumbre, un deseo compulsivo, casi al borde de la necesidad. 


Eran momentos de quietud como aquellos los que le habían hecho caer en cuenta el desarrollo de sus afectos hacia el chico. Había comenzado como un mero juego, coqueteos, insultos, el era su jefe teóricamente y ella era la camarera, con el tiempo la atracción entre ambos de hacia mayor hasta explotar, entonces de allí vinieron las emociones fuertes, las vivencias, los momentos que habían logrado confundir a la azabache sobre el chico. Era grandioso en la cama, y eso era un gran bonus, estaba segura de que el tenía un historial igual o quizás mas extenso que el suyo. Pero aquello a su manera, le desagradaba. Le disgustaba la idea de que otra mujer fuera acariciada por sus manos, besada por sus labios, que se agarrara de su cabello como ella lo hacia, percibiera su aroma, le viera dormir. Simplemente el hecho de que alguien mas pudiera experimentar lo que ella conocía le colocaba de mal humor, se tornaba bastante irascible. Por ello sus propinas disminuían cuando Max estaba en el bar en sus turnos, los clientes les asustaba la manera en que afirmaba las pisadas, colocaba las botellas de una manera un tanto fuerte y la mueca tiesa que llenaba sonrisa. Era inevitable que por una sola noche no hubiera alguna chica que se le acercara, ella se limitaba a calmarse. Neil y Tyler la ayudaban bastante en ello, hacían chistes tontos que lograban restablecer su humor.


Se permitió hundir su nariz en su cabello una vez mas, inhalando el aroma de este podía percibir todo un suave deje de tabaco camuflado entre el aroma del shampoo que usaba, el olor a melón de su oficina en Satchmo's, el smog en el aire que se había aderido las hebras de su cabello, todo allí relatando una historia, su historia - ¿y ese olor es? - pregunto contra sus cabellos, los dejo al sentir qe reacomodo su cabeza, se congelo con la sensación de su nariz contra su cuello. Su estomago se revolvió ansioso, de pronto ya no quería negarse mas a el. Prosiguió con sus labios cálidos que hacían contraste con su cuello helado, su vestimenta no era que le abrigara muy bien en invierno. Contuvo su aliento ante sus palabras del chico y solo logro articular un leve - Max - quiso hacerlo sonar como una queja, mas fue un suspiro, se aferro de la silla, aquel contacto, el, por muy mínimo que fuera lograba flaquearla. Estiro el cuello permitiendole el paso a medida que sentía aquel impulso de adolescente enamorada, aquel que era arrebatado, tonto e irremediable. Cuando termino rápidamente se re acomodo en el sillón y rápidamente llevo sus manos al cuello de su camisa jalandolo hacia ella, sus labios buscaron los de el a tientas, hambrientos desesperados, se rozaron al comienzo para después atacarse de manera frenética, era indescriptible la manera en lo había ansiado. - Me haces débil - musito haciendo una separación mínima entre sus labios, sus manos se enredaron en su cabello e hizo mas profunda la cercanía, se permitió degustar sus labios, los mordisqueaba con suavidad y regresaba a la danza que los labios de ambos mantenían en un ritmo frenético. Tarde o temprano por mucho que ella lo evitara, seguía cayendo ante el.
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Mensaje por Maxwell J. Atkins Vie Ago 12, 2011 8:53 pm

Ese momento era único, no solo por el hecho de haber sentido los labios de ella en su cabeza, si no que por un instante prolongado sintió su pequeña nariz perderse ahí también. No, no lo estaba imaginando, la morena le estaba respondiendo para sorpresa del castaño. Podía sentir la tensión del cuerpo de ella, y como se relajó a medida que las caricias del soldado se hacían más presentes. Ambos lo querían, o al menos eso daba a interpretar la joven con su actitud tan natural.

Por la cabeza de Max no pasaba más que tenerla entre sus brazos. Sus pensamientos iban más allá del sexo, más allá del deseo que tenía hacia ella, quizás más allá del cuerpo esbelto de su compañera de noches bajo sus sabanas. La quería, y no solamente para hacerla suya. Le asustaba, quería negarse ante ello, pero algo dentro de él no lo dejaba. Cada vez que la tenía cerca sus ansias crecías de una manera increíble, sus sentidos se agudizaban y su cuerpo cobraba vida propia.

La voz de ella se hizo presente en casi un suspiro, provocando que en el cuerpo del castaño una carga de electricidad se deslizara. Los vasos estaban sobre la mesa, nada impedía ni cortaba el momento que estaban pasando. La miró por unos instantes cuando la morena se acomodó, y lo cogió por el cuello, buscando sus labios. Él, por su puesto, no se hizo esperar. Juntó sus labios con los suyos, encontrándose con la más agradable de las sensaciones. “Me haces débil”, había dicho ella mientras sus dedos se enredaban en el cabello castaño del soltado.

Su cuerpo estaba necesitando un contacto más cercano, sentir su cálida piel pegada a la suya. — Olor a tabaco… — susurró sobre los labios de la morena. La cogió por la cintura, rodeandola con sus grandes brazos suavemente, separando sus labios de los de ella tan solo para respirar. — … a madera — dejó de besarla para poder verla a los ojos. Con cuidado la recostó en el sillón, acomodándose él encima, tratándola con delicadeza, como si estuviera tratando con una pequeña muñeca de porcelana. — Y también a mí — le sonrió de lado, apartando un mechón de su cabello moreno atrás de su oreja. Besó sus labios una vez más, mordiendo ligeramente su labio inferior, tirándo de él.
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Mensaje por Audrey J. Schneider Dom Ago 14, 2011 2:16 pm

Eran aquellas sensaciones las que le causaban ansiedad, temor y una enorme confusión que a pesar de comprender que el militar le movía el piso, no llegaba a entender como rayos se había logrado infiltrado allí si ella no había dado pie para ello, tan solo había comenzado como un simple compañero de noches que había se había ganado una parte de ella. Al punto en que lo deseaba a él en su totalidad, todo lo que significaba Maxwell Atkins, todo lo que le enloquecía de él. 

Su voz envolvía sus sentidos, profunda, grave y aterciopelada; sonrió contra sus labios ante sus palabras gustosa de la cercanía de sus cuerpos, sus manos alrededor de su cintura le causaban una sensación de protección, de familiaridad abrumadora que le hacían desear mas, que sus manos fueran mas allá. Que aliviaran las heridas que se habían disipado en su piel, mas no en la mente, una parte de ella seguía recapitulando día a día el momento de su vida en que había sido una chiquilla de dieciséis años que vivía de los abusos de su padre. Pero el no, ella no recordaba aquello cuando estaba con el, se sentía menos usada y un poco mas querida. Pero no sabia a ciencia que ocurriría entre los dos, cada acercamiento se convertía mas intimo, sus vínculos mucho mas fuertes, estaba quedando atada a él como había esperado que no ocurriera. 

Dejo que el chico la acomodara sobre el sillón, se hacia mucho mas cómodo besarle y saciaba parcialmente el apetito de sus cuerpos por estar cerca, una de sus manos se acomodo en su mejilla a medida que sus miradas se topaban, aquellos ojos felinos que habían podido con ella vibraban dentro de sus orbes grises matizadas con un azul cuya tonalidad aun no llegaba a acertar, era un tono peculiarmente suyo, su cuerpo se sacudió bajo sus brazos ante la penetrante mirada del chico. Sonrió contra sus labios ante su ultimo comentario y un jadeo se escapo de sus labios cuando este jalo de ellos, - Deberíamos... parar- musito sin aliento entrecortando las palabras.
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Mensaje por Maxwell J. Atkins Dom Ago 14, 2011 9:28 pm

A veces no sabía por qué hacía las cosas. A veces no sabía cuando era momento de parar. A veces no sabía si lo que hacía estaba bien o estaba mal. A veces no sabía nada y simplemente se dejaba llevar. No era muy digno de su parte, ni una actitud muy suya que digamos, pero esos momentos estaba sucediendo algo que sobre pasaba sus límites. No era el deseo, siempre que la veía sentía las mismas ganas de hacerla suya como la primera vez. Era otra cosa, una sensación diferente, extraña, que en gran medida hacía que su cuerpo se tensara y lo cubría con nerviosismo, cosa que en el castaño casi no ocurría.

La tenía entre sus brazos, acariciaba su cuerpo despacio, disfrutando de cada roceque se repartían. Podía sentir su aroma tan peculiar llenar sus nariz, mientras que con sus labios saboreaba cada milimetro de sus labios. La tenía solo para él, porque sabía que al final de cuentas era con quien ella mejor la pasaba. Él y ella en la cama se conocían mejor que muchas parejas con años de relación y hasta hijo de por medio. Y no es que se estaba yendo al lado pervertido, no era el punto en el asunto. Estaba descubriendo cosas nuevas que realmente le interesaban.

Sus manos seguían recorriendo sus costados, así como sus caderas chocaban con las de ella por momentos, sintiéndola todavía más cerca. La morena le respondía a cada uno de sus movimientos, aquello pintaba de las mejores maneras, pero algo no estaba bien. El castaño no sentía que hacía lo correcto, aunque su cuerpo parecía pensar lo contrario y mandarse solo. No quería para, quería seguir hasta el final de la situación, pero a la vez necesitaba ponerle un stop a todo eso.

Antes de que Max dijera una sola palabra, la morena soltó una frase con la voz entrecortada. Ambos cruzaron miradas, y el castaño asintió con la cabeza, pero no se levantó ni cortó distancia con ella. — No vuelvas a evitarme — susurró en tono bajo, caso suplicando. Él mismo se sorprendió por sus palabras, no era típico en su vocabulario, nunca se lo había dicho. Pero estaba siendo sincero, y tu tono de súplica lo demostraba bien.

Sus labios rosaban ligeramente, sus respiraciones se mezclaban también, al mismo tiempo que uno tenía clavada la mirada sobre el otro. Esos hermosos ojos de la joven eran la cosa más increíble que él había visto en su vida, le encantaba verla, observarla... La volvió a besar, ésta ver tiernamente, con cariño, mientras su mano que antes acariciaba su cintura, se pozó sobre la mejilla de ella, ahora acariciandole ahí con la yema de los dedos.





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Mensaje por Audrey J. Schneider Mar Ago 16, 2011 3:21 am

Podía sentir sus manos recorrer su figura con cuidado, una delicadeza tan merma y a su manera sensual, sus cuerpos mantenía un ritmo calmado mas la manera en que la azabache se deleitaba acariciando sus hombros anchos, fuertes por el notorio ejercicio que mantenía el chico. Prosiguió con sus brazos, bien formados y tonificados aumentando la creciente temperatura entre los ansiosos cuerpos que exclamaban por mas, caricias mas atrevidas, besos mucho mas hambrientos, escasez de ropa. La chica había mentido cruelmente al decir que le había aburrido, siempre las cosas resultaban de una manera distinta con el chico, siempre eran maneras nuevas de reinventar lo que ella conocía tan bien, pero de alguna manera jamás se cansaría de él, tan solo los labios del chico lograban hacer que su mudo se fuera head over heels, eran una caja de sorpresas de la cual nunca se agotaría, lograba revolucionar su cuerpo con mínimos roces pero aquello no debía continuar de aquella manera, caerían en lo de siempre unas cuantas palabras hostiles seguidas de una buena sesión de placer. 

Un error que siempre cometían por imprudentes, por que no podían ignorar tan cambiantemente lo que ocurría entre los dos, que se hacia mucho mas notorio. Aquellos sentimientos que podían ser palpables en el aire cuando estaban juntos pero nunca habían dejado salir propiamente, solo se sabia que estaban allí. Preferían callar y hacer como si estos no existieran, como si ellos aun fueran un juego, uno que se les había salido de las manos a ambos. Asuntos que estaban sin resolver y los estaban carcomiendo, consumiendo en el sentir tan obrero de ambos, se detuvo a su sorpresa ante sus palabras, miro sus ojos directamente. Intensos ardiendo ante la sinceridad de sus palabras, su corazón latió desvocado dentro de su caja torácica luchando por salir, arremetido a buscar alguna escapatoria.

- ¿ Por qué ? - cuestiono sin alejarse del chico, sus labios entreabiertos mantenían cierto contacto. Quería, necesitaba saberlo ¿Por que continuar allí? ¿Por que seguir con él? ¿Qué quería de ella? Sabia que una noche de calentura podría fácilmente conseguiría chasqueando los dedos. Tan solo quería saber si el también se sentía tan inseguro y confuso como ella. Sus labios se unieron nuevamente, esa vez de una manera mucho mas gentil y suave. Se tomaron su tiempo esta vez para saborear los labios del otro y deleitarse del estado de la situación. Sus manos recorrieron su cuello, una de sus manos se poso sobre la del chico, miro sus ojos denotando la misma expresión de suplica, de necesidad desesperada de encontrar una respuesta a las dudas que se habían venido formulando dentro de su cabeza - Dime Max... ¿Por qué? - dijo entre sus labios a medida que sus ojos establecían contacto visual con los del chico, sus ojos eran profundos; se le asimilaban a lagunas desconocidas llenas de tantos recuerdos, vivencias y conocmiento. Ella quería conocer también esa parte él, lo que sea que lo halla convertido tan duro con los demás y especialmente con el mismo .
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