Como superhéroe moriría de hambre /Libre

Día libre para Andi, es sinónimo de día aburrido, sobretodo si es a mitad de semana. Todos sus amigos están en clase y ella sola en su habitación mirando al techo mientras extraña a su Mimuclas regalón. -Por que me tocó compartir habitación con una alérgica a los gatos- pensó algo frustrada, menos mal que había pedido un cambio. Que podía hacer, la rubia amaba los animales y siempre solía cuidarlos y mimarlos, de hecho ahora recordaba para que servían los días libres... pues para sacar a pasear a sus mascotas.

Como Mimuclas estaba lejos, la joven bailarina no le quedó otra cosa que pensar que hacer para pasar el rato. "Mmmm ¿Tirachinas?, no hoy está cerrado ... ¿Maratón de caricaturas?, aburrido sin bebidas ni sufleses ... ¿Contacto espacial?, naaa no me dá la gana", pensaba con una expresión de aburrimiento infinito. Simplemente no tenía nada que hacer. -Bueno, creo que practicar motocross es la solución- se dijo en voz alta para luego arreglarse y preparar su bolso.

Asi fue que ahora se encontraba cargando su equipo de piloto, su casco y silbando feliz de la vida mientras caminaba por los patios de la Universidad. Nada parecía perturbarla hasta que de pronto un sonido familiar atrajo su atención. -¿Eso es un maullido?- se preguntó al tiempo en que inclinaba su cabeza para despejar de mejor forma su oído. Efectivamente era uno y sigilosamente se acercó al emisor del sonido. Sus ojos se ensancharon con asombro cuando vió lo que sucedía. Un hermoso gatito negro, de no más 11 meses, lloraba desesperado en lo alto de un árbol, el pobre no sabía como bajar. -Tranquilo, Fritz está aquí para salvarte- dijo con solemnidad para luego arrojar su bolso al suelo y comenzar a trepar como un jefe.

La sorpresa vino después. Cuando Andi, con todo el esfuerzo del mundo, logró alcanzar al gato, este simplemente se quedó mirando con curiosidad y luego saltó por sobre la joven para bajar solo. Andi, quedó confundida por el engaño del felino, pensando como era posible que aquellas cosas le pasaran... Bueno la verdad era que le pasaban más seguido de lo que quisiera admitir. Luego de unos instante de evidente frustración, la rubia se acomodó para comenzar a bajar, pero ahora los papeles se invertían. Era tanto el deseo de la chica por salvar al ahora mentiroso gatito, que no se dió cuenta lo mucho que le costaría bajar. Y luego de un suspiro derrotado, se resignó a pasar una larga tarde hasta que alquien la ayudara a bajar. -Ashh...como superhéroe, moriría de hambre- dijo desganada.

- No. Por favor... - pidió hablando en susurros esperando que aquello sirviera para calmarle, pero nada, seguía chillando con la misma desesperación y el peor motivo era que no sabía porqué. - Muc ¡Shhhh! - rogó una vez más, deteniendo su paso y poniendo a su cerdo delante de su rostro para mirarle con severidad intentando infundir una mínima de respeto, que por supuesto su mascota no identificó y siguió revolviéndose y contorsionándose entre sus manos como si de vida o muerte se tratara el escapar. Había captado varias miradas y eso no le agradaba, ser el centro de la atención nunca le había gustado y menos cuando estaba haciendo el ridículo, pero de no haber sido por causas de fuerza mayor no habría sacado al pequeño animalito negro de su casa. El problema de vivir en un edificio tan antiguo era que las plagas muchas veces ocasionaban problemas, hoy era el día en el que el fumigador recorría los departamentos y había indicado que debía abandonar su casa por lo menos durante seis horas, ella y Muc. Pero tan solo al poner a su rechoncha mascota dentro del auto sus incontenibles chillidos comenzaron a acosarla y al haber comprobado que se escuchaban por fuera del coche, se lo había llevado consigo con la esperanza de que guardara silencio, pero para su desgracia había ocurrido todo lo contrario. Al parecer los lugares concurridos le ponían nervioso, lo que faltaba, un cerdo con ataques de nervios, ¿a caso ya no alcanzaba con ella?

Le quitó la correa y se la colgó del cuello, sus brazos sobre cargados ya no daban a basto. La chamarra colgaba de su antebrazo, su enorme bolsa iba al hombro, sujetaba un cuaderno debajo de su axila. Un lápiz número 6 dificultaba su habla, gracias a que sus dientes aferraban la madera, y por supuesto su cerdo revoltoso en las manos. Un suspiro de frustración salió de sus labios, aunque ni ella misma había conseguid escucharlo debido a las quejas de su amigo de cuatro patas.

Continuó avanzando cuando más ojos de los que les era posible soportar se enfocaron en ella, dirigiéndose a la parte del patio del campus más despejada. La sombra de un alto árbol le recibió y tiró las cosas sobre la hierba de una manera carente de delicadeza, y puso a su mascota en el piso, sujetándola por el collar para que no se le escapara. - ¿Te callas?, ¿si?, por favor, cállate - optó por seguir implorando, y de algún mágico como el cerdo pareció apiadarse con sus palabras. Cerró los ojos con alivio y acaricio con calma su lomo, pero pronto captó otro sonido, una voz familiar que a pesar de mirar a su alrededor no lograba encontrar a la persona que pronunciaba aquellas palabras. Sus ojos se elevaron con una clara expresión de incertidumbre, encontrando la fuente de aquel sonido. - ¿Andi? - preguntó arqueando las cejas y mirándola con incredulidad.

Andi seguía sentada observando el resto del campus. Una sonrisa cruzó su rostro cuando se dió cuenta que jamás habia notado la enorme belleza y tranquilidad de su universidad. Desde la altura cambiaba la perspectiva y el general ruido y sobrepoblación de gente cambió a un equlibrado y pacífico escenario. Otro punto más denotando lo despistada que podía ser la rubia.

La joven aún seguía con la mirada el actuar de aquel tierno gatito traicionero. "Lo aprendido hoy es que para la próxima acorralaré al gato, asi la espera de ayuda será más entetenida", pensó en vez de decidir no volver a encaramarse a una altura tan ridículamente peligrosa. De pronto algo llamó fuertemete su atención. Era una chica que caminaba un tanto extraño. Desde su actual posición no lograba ver con claridad y sin sus lentes no podía distinguir si era chica o chico o anciana o bebé o lo que sea... sólo sabía que caminaba extraño como si se fuera a caer. Andi no pudo evitar reir, ya que a medida que la chica avanzaba, la rubia se daba cuenta de lo que estaba sucediendo.

El estridente e inconfundible sonido de un cerdo fue todo lo que necesitó Andi para saber que se trataba de Rox y su lindo y amado Muc. La inocente joven no pudo evitar sonreir y pensar en invitarlos a su nuevo hogar, aunque rápidamente se olvidó de aquella idea pues si pasara ya no sería solo un cautivo, sino que dos más un cerdo... Definitivamente nada bueno podría salir de eso. Luego de unos segundos de observación por parte de la rubia y de caminata por parte de la castaña, su amiga se dejó caer bajo el árbol como por arte de magia. Andi, sin dudar dos veces comenzó a llamar la atención del pequeño Muc para tratar de calmarlo... Notaba la frustración de Roxanne.

-Rodearse de mucha gente le estresa- dijo derrepente la muchachita para luego sonreir divertida al notar que Rox lo lograba dar con ella. -Soy Muc, ahora puedo hablarte con la mente ... deberías darme más comida y mimos, jum!- bromeó acontinuación. Cuando la castaña levantó la vista, Andi le sonrió divertida. -Ajam...la misma...me pillaste- dijo con una risita traviesa mientras balanceaba sus piernas por el aire. La rubia levantó su mano y con un agitado movimiento saludó a su amiga y luego a su mascota.

-No quiero parecer grosera ni menos arruinar el momento con tu mascota, pero...¿Me ayudarías a bajar de aquí?- dijo luego con su típica expresión de chiquilla traviesa. -Creo que llevo 2 años atrapada sin poder bajar- dramatizó siendo que solo habían pasado unos 15 minutos. -No fué mi culpa...un gatito casi muere por subirse al árbol- se encogió de hombros intentando justificar su actuar, ya que viniendo de Andi, no era raro que la gente pensara que tenía complejo de Tarzán.