Magic carpet ride # [Lip]

Se preguntó a si mismo si encontraría aquel libro didáctico para aprender Castellano en la biblioteca de Oxford; probablemente sí, allí estaría esperándolo y por más que en ocasiones –con cierta maldad que le costaba admitir- buscaba evitar el encuentro con la señora bibliotecaria que tanto lo adoraba, entonces no pudo. Tendría que hacerlo, tendría que aguantare los largos quince minutos que la veterana se tomaba para contarle de su vida y sus hijos antes de poder ir en busca de su libro.

Así fue, y pronto pudo liberarse de ella, con un suspiro, Paul se adentró entre los grandes estantes llenos de libros de diferentes colores y tamaños.
Vestía aquel jean desgastado, oscuro, sus converse blancos y una chaqueta verde olivo, militar si se la veía de algún punto de vista, y su bufanda negra, la cual no podía esperar quitarse apenas encontrara el libro y pudiera sentarse a leerlo. Colgado al cuerpo llevaba aquel bolso también verde que solía usar para guardar sus cosas; siempre tan desinteresado por su aspecto, aquel día, con el cabello más crecido que de costumbre lo traía atado con una diminuta gomita atrás, cerca de la nuca.

Le sorprendió un poco ver a Lip ahí; tal vez no debía de sorprenderle, cruzarse en la universidad era complicado por lo grande que era y la cantidad de gente. Au´n así no se metió en el pasillo de libros de él, sino en el continúo, el de la izquierda, con intenciones de molestarlo un poco. Estaba dejando un poco de lado la responsabilidad que la calidad de profesor le traía, pero solía sucederle porque Lip era su amigo. Gustaba molestarlo, y sabía pdía tomar venganza el también con aquellos juegos idiotas.
Se colocó del otro lado del instante, en el mismo lugar que él. Tenía claro que si empujaba algún libro de esos gordos frente a su nariz, se caerían del otro lado los que estuvieran apilados, y caería en los pies del chico.

Se fijó a su alrededor que nadie lo mirara, la bibliotecaria estaba entretenida llenando un par de fichas con dificultad. Previno, y con disimulo tomó el primer libro que vio, usando la otra mano para hacer lo que planeaba: empujar uno de los libros más gruesos logrando que cayeran los demás en los pies de su amigo.
Entre aquel silencio se escuchó el ruido de los libros caer; era una pena porque podía estropearlos, pero era tarde para pensar eso. A través del espacio que había quedado en el estando, pudo verlo, y lo saludó, sonriendo hasta el insten que sintió la mirada de la bibliotecaria disconforme y prefirió hacerse el idiota, abriendo el libro que tenía en una mano y simulando leer.

En todo su lio horario, tuvo un tiempo para estudiar con tranquilidad. En su habitación tenía una pizarra enorme, donde todo era blanco y las palabras en negro rezaban siempre 'Universidad, estudio, cafetería, bar, estudio, cafetería, cafetería, Universidad'. Pero esa tarde encontró un lugar vacío, pensó en llamar a sus 'amistades', pero de por si la palabra no existía. Conocía un par de chicas en la universidad pero no tenía ni siquiera sus teléfonos como para llamarlas y a fin y al cabo... ¿que les iba a decir? No sabía que hacían los demás jóvenes para salir, desconocía como todo lo demás. Era un ignorante a su modo. Sabía de más en la biblioteca, al salir a la realidad, no sabía ni en donde estaba parado.
Asi que decidió la biblioteca, un lugar donde a nadie conocía y nadie podía molestarlo. Llevó su mudo celular y su morral desgastado, lo único que no pegaba con su ropa cara, que compraba con mucho esfuerzo de trabajo. Había entendido que vestirse con su ropa usada y desgastada, traía consigo burlas. Lo dejó de lado para siempre, pero aun lo extrañaba.
Una vez dentro de la biblioteca, comenzó a revisar los libros. Le faltaba un libro de lectura contemporánea, y no tenía ni idea de donde estaba. Smith y su liberalismo económico parecían querer esconderse en los pasillos. Como odiaba pedir indicaciones, muy masculino él, comenzó a buscar por horas.
Distrajo su mente el libro que cayó al suelo, por descuido, él trató de tomar otro y ante su susto, lo dejó caer, haciendo caer un par más.
- Fuck... -soltó sin poder evitarlo, con un leve tono ingles como siempre soltaba cuando insultaba. Levantó la vista cuando vio que el profesor de Castellano, Paul, estaba del otro lado. No supo realmente que decir, porque, si, tenían una buena relación, pero en ese momento estaban todos mirándolos. Tomó los libros que había dejado caer y comenzó a guardarlos como pudo, tomando uno de ellos para verlo del otro lado. Ni que fueran niños. - Me siento raramente incomodo.