#Far away from reality {Lust Kendrick}

El frío clima, lluvioso y gris tal y como a mi me gustaba, ameritaba a la ocasión especial del día de hoy. ¿El motivo? Despejar a aquella bella persona que andaba agobiada, y con motivos por aquella vida agitada y su estilo de vida peculiar que no la dejaban vivir la vida como una persona común y corriente. El glamour tenía su precio y al parecer podría ser algo extenuante, pero todo aquel peso seguramente era bien válido pues podía regodearse del lujo que muy pocos otros accedían. A pesar de todo ello, este momento era diferente y en mi afán de hacerla sentir una más del montón para quitarle algunas piedras de la pesada mochila que cargaba, me animé a llamarla por teléfono hace algunos días y acordar una visita al cine, recordando que había estado muy ocupada con sus asuntos personales y no tuvo tiempo de ver aquella película de magos de la que tanto hablaba todo el mundo. Sabía que si lo hacía, si la invitaba, no iba a rechazar mi propuesta pues a fin de cuentas toda la fama que había acumulado no le habían tapado los ojos como para no ver a sus amigos, así que tomé provecho de la situación para que pudiese distenderse un poco. Llegué al centro comercial unos diez minutos antes de lo previsto. Traía puesto un abrigo largo de color negro, un jean azulado un poco gastado y guantes para resguardar mis pálidas manos de la nieve que caía en las húmedas y empapadas calles de Oxford. Miré mi reloj de pulsera -aunque ya sabía la hora- y caminé entre las personas hasta llegar a la gran fuente en la mitad del comercio. Estaba algo desolado lo cual sería favorable para ambos, no sería la primera vez que una pequeña avalancha de adolescentes se tiraban encima de ella para pedirle su autógrafo, fotos y demás cosas.

Me arrimé a un pequeño banco próximo a la gran fuente de agua y me senté en él. Observé a la gente pasar de un lado a otro como si fuesen fantasmas, yendo a con prisa a ningún lado, otros que corrían para posar sus narices contra las vidrieras y contemplar los diferentes productos exhibidos y como no podían faltar los enamorados, caminando junto de las manos a paso torpe mientras intentaban hacerse arrumacos a medida que avanzaban. Mi pié marcaba el ritmo acelerado, notando mi impaciencia porque llegara mi acompañante, pero no podía culpar a nadie más que a mi mismo por aquello, mi propia meticulosidad y precaución me habían hecho acudir al lugar mucho antes de la hora coordinada así que ahora me tocaba esperar, algo que detestaba ya que mi cerebro parecía haber sido programado para tener todo ya, o de la manera más rápida y eficaz posible. Alcé la vista y aburrido de ver caras vacías, me puse de pié y me desplacé hasta una de las tiendas dentro del Centro Comercial, la de los instrumentos musicales para ser más preciso. Del otro lado del vidrio yacían intactos varios instrumentos, desde guitarras hasta cítaras incluso, todos en diferentes colores, marcas y por supuesto precios exorbitantes que eran solo dignos de reyes de la música. Mis ojos se pasearon de un objeto a otro, hasta que al fin volví mi vista hacia atrás y noté que Lust estaba allí, esperando en la fuente. Avancé hacia ella con una sonrisa en el rostro, ansioso porque hacía ya mucho que no la veía y era una chica sumamente atractiva, lo cual despertaba cierto interés en mí más allá de la amistad aunque en el ámbito que la rodeaba no estaba segura de su situación sentimental. Me acerqué a ella y la besé en la comisura de los labios, algo quizás impertinente pero no había hecho contacto con su boca en lo absoluto aunque demostraba que era algo más que un beso entre simple amigos. — ¿Es posible que estés más bonita que la ultima vez que te vi? Ya ni recuerdo cuando fue — Musité en un tono apacible y aterciopelado mientras recibía con la vista a la joven de cabellos dorados.

Rodee los ojos con una sonrisa el en rostro y dejé escapar una leve carcajada. Es cierto que la había visto en la universidad el día anterior, pero eran visitas de médico, fugaces cruces en los que nos saludábamos con un efímero beso en la mejilla y ambos salíamos disparados como flechas a nuestros destinos, el mio las clases y el de ella, muy distinto, sesiones de foto para la banda, ensayos y prácticas. — Sabes que bromeo, pero hacía tiempo que no nos dedicábamos un rato para estar juntos y hablar como solíamos hacerlo — Y esta ocasión era perfecta, ambos necesitábamos este tipo de distensión, sobretodo ella que parecía agobiada y sus palabras solo reafirmaban mi teoría de que algo la tenía bajo presión; El grupo, sus estudios y quien sabe que tantas otras cosas influirían en la vida de una cantante famosa. Nunca le había hecho demasiada importancia a aquel dato, no era algo menor y que pasara por desapercibido, pero mi trato con ella era el mismo que con cualquier otro de mis amigos, quizás un poco más cariñoso que con la mayoría, y es que Lust era precisamente una chica muy hermosa, lo cual despertaba en mi ciertos intereses. — Descuida, no tienes porque agradecerme — Respondí sonriente ante su énfasis en mi invitación. Tanto ella como yo necesitábamos este pequeño escape así que podíamos bien decir que ambos nos hacíamos un favor, aunque todavía seguía con aquel bicho de la curiosidad picándome, diciendome "Hey Neil, ¿Porque no indagas un poco más en la joven y ves que problemas trae?" Yo y mi maldita costumbre de intentar entrometerme en la vida de otros con tal de arreglarla, como si fuese siempre posible. Deje que un suspiro sordo se esfumase por mi boca, impulsado por el aire que exhalé desde el interior de mis pulmones. Volví a mis cinco sentidos cuando oí el resto de sus palabras, algo exageradas pero cómicas y ya estaba acostumbrado a aquella particular forma que tenía de expresarse, siempre robando una sonrisa de mi rostro. — No seas tan dramática Lust, por eso estoy aquí. Vine a rescatarte de tu desdicha — Contesté bromeando divertido mientras me lanzaba a caminar a la par suya.

En el trayecto hacia las escaleras eléctricas nos topamos con varias personas, vistiendo largas túnicas de colores oscuros personificando a los personajes de la película en cuestión. Los observé con curiosidad, sin poder compartir ni entender tanta devoción y admiración por la ficción traía a la pantalla grande, pero de todas formas era una pasión casi admirable. — Al menos no serás el centro de atención esta vez — murmuré por lo bajo, mientras señalaba discretamente con mi mano en dirección a aquel grupo de personas que cada vez se hacía más grande y ahora no solo contaba con aquel juego de túnicas sino que estaban equipados con varitas de plástico y demás accesorios. A paso acelerado llegamos al pié de las escaleras, las cuales en cuestión de segundos nos ubicó en la tercer planta del centro comercial, donde podían verse en la lejanía grandes carteles haciendo publicidad de los diferentes títulos que se exhibían en la cartelera del día.