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Algo más que sólo palabras en una noche de insomnio [Samantha]
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Algo más que sólo palabras en una noche de insomnio [Samantha]
Con un décimo movimiento entre las sábanas de mi cama decidí que ya el sueño no llegaría a mí al igual que tantas otras noches de un tiempo a esta parte. Solté un suspiro de frustración tan profundo que casi me provoca una tos incontenible, sin embargo me pude frenar a tiempo logrando no despertar a mis compañeros de cuarto, algo que agradecí enormemente, pues lo que menos quería era tener que darle explicaciones a alguno de ellos sobre mi repentino y tan seguido insomnio. Tiré las tapas hacia atrás, de muy mala gana, y me senté hacia el lado izquierdo de la cama, posando mis pies descalzos sobre el suelo del dormitorio, dejando mis piernas y torso iluminados tenuemente por la luz de la luna que se filtraba por mi venta, ya que me había olvidado de cerrar las cortinas antes de acostarme. Me levanté con lentitud y me acerqué a aquel vidrio que me dejaba un hermoso paisaje del inmenso jardín que poseía la casa en la cual pagaba pensión - el cual se veía hermoso desde aquel tercer piso -, sin fijarme mucho en mi figura desnuda, cubierta sólo por un boxer de color negro, que se reflejaba en aquel cristal.
Un nuevo suspiro escapó de mis labios y, con mis manos en la cintura, claramente frustrado, decidí que lo mejor era hacer una pequeña caminata a ver si así me llegaba de apoco el sueño. Sin hacer ruido, me acerqué a mi baúl - pues no había tenido presupuesto para comprarme un ropero - y me dispuse a colocarme la ropa deportiva que siempre estaba encima de él, una vez ya vestido me volví a sentar en la cama para ponerme los tenis, luego de haber cubierto mis pies con calcetas, por supuesto, pues el frío que hacía era descomunal, mal que mal ya era medianoche. Abrí mi boca para bostezar, dejando en claro que mi cuerpo si estaba cansado, pero mi mete no paraba de funcionar, al tiempo que me acercaba al perchero que había en la habitación, tomando una chaqueta oscura para que me cubriera más la espalda, me puse el gorro - cubriendo mi cabeza - que traía el poleron azul oscuro, el cual estaba debajo de la chaqueta, y abrí la puerta de mi habitación sin siquiera escuchar un quejido por parte de los demás estudiantes que compartían habitación conmigo, los cuales eran tres.
Bajé las escaleras con cautela, tratando de pasar lo más desapercibido posible, casi como todo un experto, conteniendo la respiración para no ser descubierto, provocando que una vez saliera de la casa inhalara profundamente aquel puro aire, llevándolo directamente a los pulmones. Lo cierto era que no ponían problemas por salir de noche, sin embargo no podía ser tan inconsciente e interrumpir el sueño de todo el mundo sabiendo que mañana todos se levantaban temprano, ya fuera para salir a trabajar o para asistir a clases.
Con el firme propósito de entrar un poco en calor y, de paso, cansarme atrayendo el sueño, comencé a correr sin rumbo fijo, respirando profundamente para no terminar agitado, acostumbrado a aquel tipo de ejercicio que practicaba desde que era pequeño. Mis pies, no sé si por inercia, porque era mi segundo lugar favorito de aquella hermosa ciudad, o simplemente porque estaba en linea recta - aunque aquello no lo podía asegurar dado lo oscuro que estaba - me guiaron directamente la hermosa pradera "Port Meadow" que se encontraba no tan lejos de donde vivía. Mis labios se curvaron en una sonrisa, sin aminorar mi paso, jurando que me encontraba solo en aquel lugar, sin embargo no alcancé a dar ni diez pasos, al ritmo de mi trote - cuando me percaté de una figura, a quien no había distinguido antes por su larga capucha negra, de hecho de no ser porque en ese momento la joven se sacó el gorro dejando sus rubios cabellos a mi vista, no me hubiese percatado de ella en lo absoluto.
- Vaya, al parecer no soy el único con insomnio por estos días - Comenté con una sonrisa amigable en mis labios, algo sorprendido de que de mi boca saliera palabra alguna, pues no era mucho de conversar con extraños, sin embargo lo atribuí a la sorpresa de haberme topado con alguien a tan entrada la noche y no me arrepentí en lo absoluto pues en cuanto la muchacha escuchó mi voz, su rostro de inmediato se giró hacia mí dejando que mis ojos se deleitaran con su hermosura gracias a la tenue luz de la luna.
Un nuevo suspiro escapó de mis labios y, con mis manos en la cintura, claramente frustrado, decidí que lo mejor era hacer una pequeña caminata a ver si así me llegaba de apoco el sueño. Sin hacer ruido, me acerqué a mi baúl - pues no había tenido presupuesto para comprarme un ropero - y me dispuse a colocarme la ropa deportiva que siempre estaba encima de él, una vez ya vestido me volví a sentar en la cama para ponerme los tenis, luego de haber cubierto mis pies con calcetas, por supuesto, pues el frío que hacía era descomunal, mal que mal ya era medianoche. Abrí mi boca para bostezar, dejando en claro que mi cuerpo si estaba cansado, pero mi mete no paraba de funcionar, al tiempo que me acercaba al perchero que había en la habitación, tomando una chaqueta oscura para que me cubriera más la espalda, me puse el gorro - cubriendo mi cabeza - que traía el poleron azul oscuro, el cual estaba debajo de la chaqueta, y abrí la puerta de mi habitación sin siquiera escuchar un quejido por parte de los demás estudiantes que compartían habitación conmigo, los cuales eran tres.
Bajé las escaleras con cautela, tratando de pasar lo más desapercibido posible, casi como todo un experto, conteniendo la respiración para no ser descubierto, provocando que una vez saliera de la casa inhalara profundamente aquel puro aire, llevándolo directamente a los pulmones. Lo cierto era que no ponían problemas por salir de noche, sin embargo no podía ser tan inconsciente e interrumpir el sueño de todo el mundo sabiendo que mañana todos se levantaban temprano, ya fuera para salir a trabajar o para asistir a clases.
Con el firme propósito de entrar un poco en calor y, de paso, cansarme atrayendo el sueño, comencé a correr sin rumbo fijo, respirando profundamente para no terminar agitado, acostumbrado a aquel tipo de ejercicio que practicaba desde que era pequeño. Mis pies, no sé si por inercia, porque era mi segundo lugar favorito de aquella hermosa ciudad, o simplemente porque estaba en linea recta - aunque aquello no lo podía asegurar dado lo oscuro que estaba - me guiaron directamente la hermosa pradera "Port Meadow" que se encontraba no tan lejos de donde vivía. Mis labios se curvaron en una sonrisa, sin aminorar mi paso, jurando que me encontraba solo en aquel lugar, sin embargo no alcancé a dar ni diez pasos, al ritmo de mi trote - cuando me percaté de una figura, a quien no había distinguido antes por su larga capucha negra, de hecho de no ser porque en ese momento la joven se sacó el gorro dejando sus rubios cabellos a mi vista, no me hubiese percatado de ella en lo absoluto.
- Vaya, al parecer no soy el único con insomnio por estos días - Comenté con una sonrisa amigable en mis labios, algo sorprendido de que de mi boca saliera palabra alguna, pues no era mucho de conversar con extraños, sin embargo lo atribuí a la sorpresa de haberme topado con alguien a tan entrada la noche y no me arrepentí en lo absoluto pues en cuanto la muchacha escuchó mi voz, su rostro de inmediato se giró hacia mí dejando que mis ojos se deleitaran con su hermosura gracias a la tenue luz de la luna.
Gorian N. Petrovic- Avatar #} : Matt Lanter.
Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/11/2011
Re: Algo más que sólo palabras en una noche de insomnio [Samantha]
Hoy realmente no había tenido un buen día su despertador fue víctima de su irritabilidad matutina, pero este como si tomara venganza de los anteriores despertadores le dio un pequeño corrientaso que la hizo saltar de la cama y caer al piso de su habitación, el golpe fue amortiguado por la espesa alfombra pero su cabeza fue a dar con la mesa de noche que estaba al lado de su cama, en ese momento decidió que tenía que hacer algo con su negación al levantarse temprano, tal vez empezar por no desvelarse tanto, y así el nuevo digital y llamativo despertador fue estrellado contra la pared.
El día no mejoraba y una discusión con su mejor amiga Charlotte le proporcioné la chispa que le faltaba a su mal humor, así que para no agrandar la situación y volver más denso el ambiente entre ellas, la quería como una hermana, y como una hermana discutían. Al irse a su trabajo por equivocación tomó una calle que no debía que además de ser el camino más largo estaba muy transitado, su malestar ya no podía ser peor estaba en un punto en que hasta su cabeza le daba punzadas, y ese era el anuncio de que un dolor de cabeza se avecinaba.
En su trabajo las cosas no iban mejor, una compañera había tropezado con ella y derramado gran contenido de café caliente la cual se disculpó prestándole una blusa que no era muy su estilo ya que se le pronunciaba demasiado su escote, sin embargo era eso o volver a su blusa manchada de café y andar con ella por la ciudad.
Ya era su hora de salida más sin embargo su jefe le había recomendado entregar los planos a una oficina cerca del centro de la ciudad y ni como decir que no, tomó los planos y se dirigió justo a la dirección indicada, la cual no tuvo problemas de encontrar gracias al GPS de su auto, tanta eras las ganas de llegar a su departamento y relajarse después de un mal día y esperar a que el día acabara, no se dio cuenta que había aparcado en un lugar prohibido; bajó rápidamente del coche tomando los planos, dejando dentro de su auto su móvil y su cartera, luego de ser atendida para decirle que la persona que iba a recibir los planos había salido de improvisto de la ciudad, cerró los ojos y tras inhalar profundamente y decir un gracias, salió de las oficinas y justo al caminar dónde decía encontrar su auto solo había un volante donde decía a dirección donde se encontraba su auto y la multa que tenía que pagar por estacionar el coche en una zona prohibida. Y así se encontraba Samantha, sola sin poder comunicarse con nadie y sin un céntimo ya que sus pertenencias estaban dentro de su auto –jodida memoria de pez que tengo- bufó exasperada reprendiéndose así misma pro no poder recordar ni siquiera el número móvil de su hermano, ni siquiera el de ella misma, una brisa fría sopló con fuerza revolviendo sus cabellos –genial, esto se pone cada vez mejor- dijo con sarcasmo mientras caminaba por las calles intentando calmarse, y así poder recordar con seguridad la dirección de donde vivía.
Port Meadow se extendía majestuosa ante su vista, estaba perdida, pero reconocía ese lugar, lo había visitado con sus padres en alguna de sus vacaciones y el reconocimiento del lugar causó en ella algo de temor, ya que se encontraba sola, a tan altas horas de la noche, sin embargo camino por los alrededores dejándose maravillar por la vista, en fin no tenía más nada que hacer por el momento, ya luego llamaría a sus padres y les explicaría la situación, era la única forma que tenía hasta ahora para no perderse en la ciudad, ya que su memoria hasta ahora solo le había dado ese único dato, el número telefónico de la casa de sus padres.
La fría brisa le hizo aferrarse a su gran abrigo negro,acto que provocó que la capucha de este cayera dejando ver su rubia cabellera, una voz a sus espaldas le hizo girarse sorprendida, para observar a un chico rubio de ojos azules quien le miraba deforma amable, de repente se le hizo parecido a su hermano menor Joseph, por lo que automáticamente una sonrisa se dibujo en su rostro -Bueno, no es insomnio, más bien lo llamaría síndrome de una memoria pez- respondió en tono bromista e irónico,
El día no mejoraba y una discusión con su mejor amiga Charlotte le proporcioné la chispa que le faltaba a su mal humor, así que para no agrandar la situación y volver más denso el ambiente entre ellas, la quería como una hermana, y como una hermana discutían. Al irse a su trabajo por equivocación tomó una calle que no debía que además de ser el camino más largo estaba muy transitado, su malestar ya no podía ser peor estaba en un punto en que hasta su cabeza le daba punzadas, y ese era el anuncio de que un dolor de cabeza se avecinaba.
En su trabajo las cosas no iban mejor, una compañera había tropezado con ella y derramado gran contenido de café caliente la cual se disculpó prestándole una blusa que no era muy su estilo ya que se le pronunciaba demasiado su escote, sin embargo era eso o volver a su blusa manchada de café y andar con ella por la ciudad.
Ya era su hora de salida más sin embargo su jefe le había recomendado entregar los planos a una oficina cerca del centro de la ciudad y ni como decir que no, tomó los planos y se dirigió justo a la dirección indicada, la cual no tuvo problemas de encontrar gracias al GPS de su auto, tanta eras las ganas de llegar a su departamento y relajarse después de un mal día y esperar a que el día acabara, no se dio cuenta que había aparcado en un lugar prohibido; bajó rápidamente del coche tomando los planos, dejando dentro de su auto su móvil y su cartera, luego de ser atendida para decirle que la persona que iba a recibir los planos había salido de improvisto de la ciudad, cerró los ojos y tras inhalar profundamente y decir un gracias, salió de las oficinas y justo al caminar dónde decía encontrar su auto solo había un volante donde decía a dirección donde se encontraba su auto y la multa que tenía que pagar por estacionar el coche en una zona prohibida. Y así se encontraba Samantha, sola sin poder comunicarse con nadie y sin un céntimo ya que sus pertenencias estaban dentro de su auto –jodida memoria de pez que tengo- bufó exasperada reprendiéndose así misma pro no poder recordar ni siquiera el número móvil de su hermano, ni siquiera el de ella misma, una brisa fría sopló con fuerza revolviendo sus cabellos –genial, esto se pone cada vez mejor- dijo con sarcasmo mientras caminaba por las calles intentando calmarse, y así poder recordar con seguridad la dirección de donde vivía.
Port Meadow se extendía majestuosa ante su vista, estaba perdida, pero reconocía ese lugar, lo había visitado con sus padres en alguna de sus vacaciones y el reconocimiento del lugar causó en ella algo de temor, ya que se encontraba sola, a tan altas horas de la noche, sin embargo camino por los alrededores dejándose maravillar por la vista, en fin no tenía más nada que hacer por el momento, ya luego llamaría a sus padres y les explicaría la situación, era la única forma que tenía hasta ahora para no perderse en la ciudad, ya que su memoria hasta ahora solo le había dado ese único dato, el número telefónico de la casa de sus padres.
La fría brisa le hizo aferrarse a su gran abrigo negro,acto que provocó que la capucha de este cayera dejando ver su rubia cabellera, una voz a sus espaldas le hizo girarse sorprendida, para observar a un chico rubio de ojos azules quien le miraba deforma amable, de repente se le hizo parecido a su hermano menor Joseph, por lo que automáticamente una sonrisa se dibujo en su rostro -Bueno, no es insomnio, más bien lo llamaría síndrome de una memoria pez- respondió en tono bromista e irónico,
Samantha L. Parker- Avatar #} : Avril Lavigne
Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 11/07/2011
Re: Algo más que sólo palabras en una noche de insomnio [Samantha]
Apenas los ojos de la rubia se posaron en el rostro de Gorian, éste no dudó ni un segundo en comenzar con su escrutinio tan normal en él, no es que la estuviera analizando para saber si es que era una persona de confianza con la cual se pudiera conversar tranquilo - algo que hacía muy a menudo cuando iba por la calle -, sino porque realmente los finos rasgos y larga cabellera habían llamado la atención del chico recién salido de la pubertad de una forma extraña para ser la primera vez que sus ojos se posaran en aquel cautivador rostro.
Una sonrisa de medio lado sumado al enarcamiento de su ceja izquierda - no con motivo sarcástico, sino más bien sorprendido y divertido por las palabras de la pequeña - apareció en su rostro al tiempo que su mente ya se enfriaba completamente de su anterior trote, pues todos los sentidos le indicaban que el mayor de los herederos Petrovic se quedaría un buen rato allí parado en vez de seguir con el método anti insomnio que había puesto en práctica apenas salió de su casa.
- Hay veces en las que preferiría tener una memoria de pez - comentó con el mismo tono, tratando de no dejarse llevar por todos los recuerdos que le venían a su mente, los cuales iniciaban en lo que debió ser una tierna infancia hasta posarse en pocos años atrás - dos para ser exactos - tiempo en el cual su vida había dado un giro de ciento ochenta grados. Soltó un suspiro, no por exasperación, de forma inconsciente al tiempo que se metía ambas manos en los bolsillo también en un gesto de absoluta espontaneidad sin darse cuenta, sin saber qué hacer o decir para poder ayudar a la damisela en apuros - No es por ser entrometido - comenzó su plática para que la muchacha - a quien le calculaba diecinueve años a lo mucho - no se llevara una mala impresión de él o pensara que se había acercado a ella con malas intenciones - pero si te puedo ayudar en algo... - sacó sus manos de los bolsillos, extendió sus brazos y se encogió de hombros en clara señal de estar pre dispuesto a ayudar en lo que fuera que necesitara - tú ordenas, yo obedezco - su acento ruso volvió a ser parte del ambiente, esta vez sumado a una sonrisa alargada - perfecta para comerciales de pastas dentales -, absolutamente amigable, para que ambos comenzaran a entrar en confianza.
Una sonrisa de medio lado sumado al enarcamiento de su ceja izquierda - no con motivo sarcástico, sino más bien sorprendido y divertido por las palabras de la pequeña - apareció en su rostro al tiempo que su mente ya se enfriaba completamente de su anterior trote, pues todos los sentidos le indicaban que el mayor de los herederos Petrovic se quedaría un buen rato allí parado en vez de seguir con el método anti insomnio que había puesto en práctica apenas salió de su casa.
- Hay veces en las que preferiría tener una memoria de pez - comentó con el mismo tono, tratando de no dejarse llevar por todos los recuerdos que le venían a su mente, los cuales iniciaban en lo que debió ser una tierna infancia hasta posarse en pocos años atrás - dos para ser exactos - tiempo en el cual su vida había dado un giro de ciento ochenta grados. Soltó un suspiro, no por exasperación, de forma inconsciente al tiempo que se metía ambas manos en los bolsillo también en un gesto de absoluta espontaneidad sin darse cuenta, sin saber qué hacer o decir para poder ayudar a la damisela en apuros - No es por ser entrometido - comenzó su plática para que la muchacha - a quien le calculaba diecinueve años a lo mucho - no se llevara una mala impresión de él o pensara que se había acercado a ella con malas intenciones - pero si te puedo ayudar en algo... - sacó sus manos de los bolsillos, extendió sus brazos y se encogió de hombros en clara señal de estar pre dispuesto a ayudar en lo que fuera que necesitara - tú ordenas, yo obedezco - su acento ruso volvió a ser parte del ambiente, esta vez sumado a una sonrisa alargada - perfecta para comerciales de pastas dentales -, absolutamente amigable, para que ambos comenzaran a entrar en confianza.
Gorian N. Petrovic- Avatar #} : Matt Lanter.
Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/11/2011
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