Intentando cocinar {Dafnée}

La música sonaba a todo lo que daba y podía imaginar lo mucho que se estaban acordando de mi adorada madre todos los que vivían cerca. Pero no importaba mucho, hasta que mis ojos castaños se posaron en la ventana y pude notar que comenzaba a oscurecer y todavía no estaba cambiada. ¡Bien, Daf! Asi, iba a llegar para el postre. A pesar de que sabía que no le iba a molestar mucho, no me gustaba ser impuntual. Asi que comencé a revolver mi guardarropas, en busca de algo bonito, cómodo y abrigado, ya que en la moto se sentía el frío y bastante. Unos jeans oscuros, remera manga larga blanca con una estampa colorida, campera de cuero negra, Zapatillas Converse, también negras. Ropa lista. Y era la hora exacta para salir de allí y subirme a la moto, ya que el viaje no era muy cerca que digamos..

Le dejé una pequeña nota a Andi para que supiera a donde iba, tomé mi casco y bajé. Gracias al cielo hoy no llovía, solo hacía frío. Me coloqué el casco e hice arrancar la moto, dirigiendome hacia el departamento de Clem, alejado del centro pero eso no quitaba que fuera bonito.. Aunque el barrio no lo era del todo. Pero eso no me importaba demasiado. Que supuestamente haya nacido en cuna de oro no significaba que nunca había visto la realidad del mundo, todo lo contrario.

Mientras andaba por las calles, pensaba en la suerte que había tenido al poner un pie en Oxford. No sólo había logrado mi objetivo de encontrar un lugar que me inspire, sino que también había tenido el lujo de encontrar grandes amigos. Clémence era una de ellas. Estaba 100% segura de que era mi alma gemela, siamesa en otra vida. En pocos meses habiamos descubierto juntas lo parecidas que eramos, y eso era más que increíble. Y rogaba que esta amistad floreciente no se termine.. Y con esos pensamientos llegué a la puerta del departamento. Dejé la moto cerca de la puerta, como siempre, esperando verla a la vuelta y toqué timbre, aún con el casco en la mano.

Una alegre sonrisa asomó en mis labios al ver a Clem y correspondí su saludo con otro beso, pasando a su pequeño hogar. Me sumé a sus risas, dejando el casco sobre una de las sillas- No te odio, tranquila. Además, ¿qué sería la vida sin pequeñas aventuras? -le respondí, y casi sin quererlo aspiré aquel olor tan rico. Me volteé a mirar a Clem y le dediqué otra sonrisa- Ya huele rico, asi que no me quiero imaginar como estará.. -exclamé, ahora mirando la cena ya lista- La próxima juro que ordenaré el departamento e intento cocinar yo..

Mis ojos marrones recorrieron la sala como si estuviera allí por primera vez, aunque ciertamente no lo era. Aún así me encantaba la decoración tan minimalista, me resultaba agradable. Estaba demasiado tentada a estar como Clém, desclaza, ya que adoraba andar así, pero por lo menos iba a esperar hasta después de cenar. Sí, cada tanto mantenía los modales que mi padre me había enseñado. Por eso dentro del bolso traía el postre, aunque Clém no lo supiera. Su comentario me hizo rodar los ojos, divertida con eso- Puedo asegurar, aún sin comerlo, que eso que está sobre la mesa esta delicioso.. Y mientras ames hacerlo, qué importa?

Sonreí al oírla. Adoraba verla andar tan fresca por la vida, sabiendo que, como todos, detrás de las sonrisas hay algo que se esconde. Así como yo escondía el hecho de no tener madre, lo de ella era peor, mucho más que lo mío. Por eso había momentos en que mi cabeza no podía concebir de donde salía tanta alegría.. hasta que esa alegría se tomaba una pausa. Y hacia todo lo posible para que volviese. Como la vez que un bonito ramo de rosas llegó a la Secretaria de la Universidad, con una frase tan sencilla: 'Vive, sonríe & sobre todo, ríe'.. Y ambas terminamos deshojandolas, con la típica niñería del 'Me quiere', 'No me quiere?.. Aunque sin saber a quienes iban aquellas dedicatorias.

Me senté en uno de los cojines que había frente a la mesa, a pesar de que mi cuerpo estaba ligeramente inclinado para tener una mejor visión de la cocina, lugar donde ahora estaba Clém. Estaba a punto de levantarme e ir a ayudarla cuando la vi venir y escuché que de sus labios salia la palabra 'brindar'. Y otra sonrisa iluminó mi rostro. Apenas terminó de servirme mi copa la alcé, mirandola expectante, queriendo saber cual iba a ser el motivo del brindis. Contagiandome aún más de su sonrisa resplandeciente- Por el destino, que nos regala esas increíbles amigas.. -completé, chocando ligeramente mi copa, dandolé un pequeño sorbo y dejando la copa sobre la pequeña mesa.

Me recogí el cabello en una cola baja, sólo para alejarlo de la comida, a la vez que analizaba a Clém con la mirada. Apenas la había visto durante la semana.. - Y, cómo vas con el trabajo, Clém? -pregunté, solo para romper el agradable silencio- Ya sabes que si esos te hacen algo, se las verán conmigo.. Que sea bajita no quiere decir que no tenga fuerza -bromeé, intentando sacarle una sonrisa.