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Interludios puestos en escena (Dafnée)
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Interludios puestos en escena (Dafnée)
La versátil frescura que recorría los rincones más espaciados del campus disminuyó y en cuestión de segundos quedó agravada cuando Grigoriy entró al principio vacilando de si verdaderamente le apetecía desconectar y esconderse entre los universitarios que estaban dispersados como en una grande aula para ensayar y preparar los preparativos, puesta en escena, estilos estéticos del escenario y viceversa. De todos modos, se atrevió a abrir la puerta metálica y con la gorra que llevaba desde las primeras horas pocas miradas curiosas alcanzaron a verlo.
Suspiró con alivio tras encontrar en el fondo y sin necesidad de desplazarse y hacerse un desmesurado eco en su caminar una butaca carmesí apilada en las últimas filas del salón de actos. Ajustándose la gorra de manera distraída dejó caer una vaga mirada en los presentes situados más allá pero que sus voces imperativas afloraban de sus gargantas con urgencia, le pareció que estaban pasando una crisis de distribución del trabajo y por una parte, llegarían a evadir los pensamientos que azotaban despiadadamente la mente del profesor durante unos minutos y si podría ser, algunas horas.
Un muchacho con aspecto exhausto bramó furioso —¡Esto se nos está yendo de las manos! —dijo pero nadie le prestó atención, puesto que se había añadido una disputa entre varios compañeros mientras los otros aumentaban sus vozarrones dándole la razón de vez en cuando y metiéndo hincapié en opiniones contradictorias de lo correcto. —Menudo chasco se llevará el profesor, nosotros le prometimos que ibamos a darlo todo para sorprenderle... —indudablemente, aquella voz era femenina y de timbre suave como la brisa en primavera. —Cállate, Rachelle. —espetó el acompañante de la alumna que lo observaba de hito a hito subida en el gran escenario y con los brazos en jarra. —Mirad quién habló el sinvergüenza, quién no le importa un rabáno suspender o no, el que siempre dice con voz sabionda: ''Estudiar a veces es una pérdida valiosa de nuestro majestuoso tiempo''.
No pudo reprimir una sonrisa Grigoriy al escuchar con total nitidez las ácidas palabras de la chica que a su parecer estaba ofuscada y receptiva, como esperando el toque para saltar y explotar de una vez por todas. Acomodó las piernas en la butaca que tenía delante y subió un poco más a la vista el horario de clases que debía impatir, le gustaría aprenderselas de una vez por todas y no llegar casi corriendo a los mil demonios a cada clase. Las horas y las ubicaciones de las aulas aún seguían sonándole a chino y poca intuición tenía para adentrarse en la dimensional universidad, cosa que empeoraba con creces las cosas.
Suspiró con alivio tras encontrar en el fondo y sin necesidad de desplazarse y hacerse un desmesurado eco en su caminar una butaca carmesí apilada en las últimas filas del salón de actos. Ajustándose la gorra de manera distraída dejó caer una vaga mirada en los presentes situados más allá pero que sus voces imperativas afloraban de sus gargantas con urgencia, le pareció que estaban pasando una crisis de distribución del trabajo y por una parte, llegarían a evadir los pensamientos que azotaban despiadadamente la mente del profesor durante unos minutos y si podría ser, algunas horas.
Un muchacho con aspecto exhausto bramó furioso —¡Esto se nos está yendo de las manos! —dijo pero nadie le prestó atención, puesto que se había añadido una disputa entre varios compañeros mientras los otros aumentaban sus vozarrones dándole la razón de vez en cuando y metiéndo hincapié en opiniones contradictorias de lo correcto. —Menudo chasco se llevará el profesor, nosotros le prometimos que ibamos a darlo todo para sorprenderle... —indudablemente, aquella voz era femenina y de timbre suave como la brisa en primavera. —Cállate, Rachelle. —espetó el acompañante de la alumna que lo observaba de hito a hito subida en el gran escenario y con los brazos en jarra. —Mirad quién habló el sinvergüenza, quién no le importa un rabáno suspender o no, el que siempre dice con voz sabionda: ''Estudiar a veces es una pérdida valiosa de nuestro majestuoso tiempo''.
No pudo reprimir una sonrisa Grigoriy al escuchar con total nitidez las ácidas palabras de la chica que a su parecer estaba ofuscada y receptiva, como esperando el toque para saltar y explotar de una vez por todas. Acomodó las piernas en la butaca que tenía delante y subió un poco más a la vista el horario de clases que debía impatir, le gustaría aprenderselas de una vez por todas y no llegar casi corriendo a los mil demonios a cada clase. Las horas y las ubicaciones de las aulas aún seguían sonándole a chino y poca intuición tenía para adentrarse en la dimensional universidad, cosa que empeoraba con creces las cosas.
Grigoriy B. Solovióv- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 25/05/2011
Re: Interludios puestos en escena (Dafnée)
Sentada en la primera fila de las tantas butacas del auditorio, justo en medio del escenario, no podía creer lo que estaba presenciando. Mis manos se encontraban masajeando mi sien, intentando calmarme y que de mis labios no saliera todo lo que estaba pasando por mi cabeza. No podía creer que no hubiese absolutamente nada planeado, que todo el tiempo que habíamos pasado planificando las cosas había sido para nada, ya que cada uno hacía lo que quería. Y así no eran las reglas del juego, ni en Oxford, ni en New York, ni en Marte. Pero esos niños parecían no entenderlo.
- Stefan, Rachelle, ya basta todos! -grité, ya sin poder contenerme, levantando la mirada, buscando a cada uno de mis 'compañeros', a la vez que me ponía de pie, mirando hacia el escenario pero sin intención alguna de subir a lo que se había convertido en un completo ring de batalla. Rachelle me miraba como si fuera a bajar de un salto y estamparme su mano en mi rostro. Quería verla intentándolo..- Parece que nunca en su vida han estado en un escenario y lo están arruinando más de lo que ya está -sentencié, mientras notaba que, poco a poco, el silencio comenzaba a llenar el auditorio- Todos suspenderemos si no bajan a la Tierra diez malditos minutos. Asi que, reaccionen y piensen, si no es mucha molestia.
Dí media vuelta sin prestar atención a si me hacían caso o no, si respondían o no, casi esperando que alguien me pregunte a los gritos porque me iba. Comencé a subir las escaleras, buscando algo de refugio en el pasillo que se encontraba detrás de las butacas. No me gustaba para nada reaccionar de esa manera, pero todos habían pasado un límite. Era inconcebible semejante actitud en gente que supuestamente en dos años máximo debía buscar insertarse en el mercado laboral. Así, ni a la esquina de sus casas iban a llegar.
Ni siquiera llegué al pasillo, ya que me senté antes de el final de las escaleras recostando mi espalda en el respaldo de uno de los asientos- Niños estúpidos, piensan que una obra así se arma de un día al otro.. -murmuraba para mi misma, en voz baja y con los ojos cerrados, abrazando mis piernas, buscando calmarme, aunque estaba lejos de hacerlo. Tan distraída como estaba, no me había percatado de que justamente ya había alguien sentado en el asiento que estaba utilizando como soporte. Apenas giré la cabeza y alcanzé a reconocer la figura de un hombre, aunque no estaba segura si lo conocía o no. La universidad era demasiado grande y con suerte podía reconocer a mis compañeros de carrera- Ehm, te molesta que me quede? Juro no hacer ruido -alcancé a murmurar, mirándolo fijamente, con una pequeña sonrisa en mis labios.
- Stefan, Rachelle, ya basta todos! -grité, ya sin poder contenerme, levantando la mirada, buscando a cada uno de mis 'compañeros', a la vez que me ponía de pie, mirando hacia el escenario pero sin intención alguna de subir a lo que se había convertido en un completo ring de batalla. Rachelle me miraba como si fuera a bajar de un salto y estamparme su mano en mi rostro. Quería verla intentándolo..- Parece que nunca en su vida han estado en un escenario y lo están arruinando más de lo que ya está -sentencié, mientras notaba que, poco a poco, el silencio comenzaba a llenar el auditorio- Todos suspenderemos si no bajan a la Tierra diez malditos minutos. Asi que, reaccionen y piensen, si no es mucha molestia.
Dí media vuelta sin prestar atención a si me hacían caso o no, si respondían o no, casi esperando que alguien me pregunte a los gritos porque me iba. Comencé a subir las escaleras, buscando algo de refugio en el pasillo que se encontraba detrás de las butacas. No me gustaba para nada reaccionar de esa manera, pero todos habían pasado un límite. Era inconcebible semejante actitud en gente que supuestamente en dos años máximo debía buscar insertarse en el mercado laboral. Así, ni a la esquina de sus casas iban a llegar.
Ni siquiera llegué al pasillo, ya que me senté antes de el final de las escaleras recostando mi espalda en el respaldo de uno de los asientos- Niños estúpidos, piensan que una obra así se arma de un día al otro.. -murmuraba para mi misma, en voz baja y con los ojos cerrados, abrazando mis piernas, buscando calmarme, aunque estaba lejos de hacerlo. Tan distraída como estaba, no me había percatado de que justamente ya había alguien sentado en el asiento que estaba utilizando como soporte. Apenas giré la cabeza y alcanzé a reconocer la figura de un hombre, aunque no estaba segura si lo conocía o no. La universidad era demasiado grande y con suerte podía reconocer a mis compañeros de carrera- Ehm, te molesta que me quede? Juro no hacer ruido -alcancé a murmurar, mirándolo fijamente, con una pequeña sonrisa en mis labios.
Dafnée E. Williams- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 23/05/2011
Re: Interludios puestos en escena (Dafnée)
Una carpeta de color azul utilizó como apoyo para descansar la hoja de los múltiples horarios que carecía de recordatorio y rogaba a todos los dioses que quedasen en él impregnados en algún resquicio de su mente caótica. Puso el dedo índice en las primeras horas de un lunes corriente y con ese gesto rememoró el día anterior cuándo casi se lleva por delante a un par de profesores con unos humeantes cafés. Ante tal recuerdo, compuso una mueca y siguió memorizando sin éxito las clases que tenía en esa jornada.
No estaba nada mal, porque no le suponía ningún trabajo estar más horas de las requeridas y hacer más tiempo para quedarse en su vida laboral, aquella que era la única que valía la pena vivirla por los muchos infortunios que causó en un tiempo remoto. Grigoriy se removió inquieto en la butaca al sentir un nudo en la garganta por el ensimismamiento provocado, alzó el mentón y el murmullo de los alumnos furiosos volvió a estar en el orden del día. Estaba claro que no tenían ni la menor idea de cómo empezar y desarrollar la acción y hasta las personas más perseverantes que poblaban el escenario empezaban a mosquearse y dar sonoros golpes a la puerta en señal de frustración.
Los observó en una mezcla de compasión e interés sin llegar a alcanzar las demás voces que se unían y mucho menos como una silueta femenina procedente de aquella obra de teatro –muy exasperada- subía los peldaños de las escaleras. A la hora de mirar la hoja, encontró unos divertidos garabatos ocultando en algunas partes la tinta de las anotaciones con el bolígrafo permanente que bailoteaba de un lado para otro irracionalmente. Entre maldiciones silenciosas comenzó a sentir de la misma intensidad la exasperación emprendida en el escenario con las nuevas incorporaciones que ahora luchaban en elegir el guión.
Miró de forma intermitente a un lado para otro para ubicar la voz que insultaba y la logró identificar al dirigirse a Grigoriy en un tono más o menos apacible. –Quédate. –respondió escuetamente y finalmente ladeó la cabeza para mirar a la chica unos breves segundos ya que no le gustaba la forma que tan vehemente le miraba y volvió a mirar a sus garabatos y apuntes. –Más de uno necesitará una buena aspirina para aliviar el dolor de cabeza por tanto barullo. –comentó en un siseo, modificando la posición de sus piernas. –Espero que tú no la necesites.
No estaba nada mal, porque no le suponía ningún trabajo estar más horas de las requeridas y hacer más tiempo para quedarse en su vida laboral, aquella que era la única que valía la pena vivirla por los muchos infortunios que causó en un tiempo remoto. Grigoriy se removió inquieto en la butaca al sentir un nudo en la garganta por el ensimismamiento provocado, alzó el mentón y el murmullo de los alumnos furiosos volvió a estar en el orden del día. Estaba claro que no tenían ni la menor idea de cómo empezar y desarrollar la acción y hasta las personas más perseverantes que poblaban el escenario empezaban a mosquearse y dar sonoros golpes a la puerta en señal de frustración.
Los observó en una mezcla de compasión e interés sin llegar a alcanzar las demás voces que se unían y mucho menos como una silueta femenina procedente de aquella obra de teatro –muy exasperada- subía los peldaños de las escaleras. A la hora de mirar la hoja, encontró unos divertidos garabatos ocultando en algunas partes la tinta de las anotaciones con el bolígrafo permanente que bailoteaba de un lado para otro irracionalmente. Entre maldiciones silenciosas comenzó a sentir de la misma intensidad la exasperación emprendida en el escenario con las nuevas incorporaciones que ahora luchaban en elegir el guión.
Miró de forma intermitente a un lado para otro para ubicar la voz que insultaba y la logró identificar al dirigirse a Grigoriy en un tono más o menos apacible. –Quédate. –respondió escuetamente y finalmente ladeó la cabeza para mirar a la chica unos breves segundos ya que no le gustaba la forma que tan vehemente le miraba y volvió a mirar a sus garabatos y apuntes. –Más de uno necesitará una buena aspirina para aliviar el dolor de cabeza por tanto barullo. –comentó en un siseo, modificando la posición de sus piernas. –Espero que tú no la necesites.
Grigoriy B. Solovióv- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 25/05/2011
Re: Interludios puestos en escena (Dafnée)
U: Perdón por la espera & la asquerosidad de respuesta D:
La pequeña sonrisa que adornaba mi rostro crecio un poco al oír que me podía quedar. No tenía la menor intención de incomodarlo, además de que irme de allí significaba tener que buscar otro lugar para calmar mi cabeza, y no quería bajar y enfrentarme al ring con todos mis compañeros a la espera de una víctima. Lo único que hice fue bajar un poco la irada, ya que podía notar claramente que eso lo incomodaba. No era la primera vez que sentía eso de parte de otra persona, pero esa era la forma en que muchas veces obtenía lo que quería, casi sin darme cuenta.
Me acomodé mejor, mirando en dirección en vez de darle un poco las espaldas. Una pequeña risita escapó de mis labios al ver el desastre que era el escenario. Estaba para grabarlo todo y subirlo a Internet.. Y no era tan mala idea. Pero no iba a caer en semejante bajeza, al menos por el día de hoy. Todo porque esa banda de indisciplinados me habían causado una jaqueca que nunca en mi vida había sufrido antes. Mis dedos masajeaban mi sien, a la vez que escuchaba el comentario de mi acompañante.
- Justamente soy una de las que necesita no una buena aspirina, sino un batallón de buenas aspirinas -exclamé, medio bromeando con lo último, pero hablando en serio en lo esencial. Asi no se me iban a ir las ganas de matar a mis compañeros. Pero aún asi, esbocé una sonrisa y me senté en la butaca que daba inmediatamente con el pasillo. Mis ojos castaños se posaron en el escenario otra vez, pensando si había manera de resolver eso, pero por un instante me resigné, volviendo la vista a mi acompañante y.. ¿a sus horarios de clase? Mi ceño se frunció apenas y delicadamente cuando volvía mirarlo, esta vez pensando en serio si lo conocía.
- Lo siento, ni siquiera me presenté.. Dafnée Williams, Interpretación en Canto.. y no soy como aquellos, tranquilo -sonreí, haciendo una leve referencia al escenario con mi cabeza, volviendo a abrazar mis piernas, con la mirada en él pero esta vez esperando no incomodar demasiado..
La pequeña sonrisa que adornaba mi rostro crecio un poco al oír que me podía quedar. No tenía la menor intención de incomodarlo, además de que irme de allí significaba tener que buscar otro lugar para calmar mi cabeza, y no quería bajar y enfrentarme al ring con todos mis compañeros a la espera de una víctima. Lo único que hice fue bajar un poco la irada, ya que podía notar claramente que eso lo incomodaba. No era la primera vez que sentía eso de parte de otra persona, pero esa era la forma en que muchas veces obtenía lo que quería, casi sin darme cuenta.
Me acomodé mejor, mirando en dirección en vez de darle un poco las espaldas. Una pequeña risita escapó de mis labios al ver el desastre que era el escenario. Estaba para grabarlo todo y subirlo a Internet.. Y no era tan mala idea. Pero no iba a caer en semejante bajeza, al menos por el día de hoy. Todo porque esa banda de indisciplinados me habían causado una jaqueca que nunca en mi vida había sufrido antes. Mis dedos masajeaban mi sien, a la vez que escuchaba el comentario de mi acompañante.
- Justamente soy una de las que necesita no una buena aspirina, sino un batallón de buenas aspirinas -exclamé, medio bromeando con lo último, pero hablando en serio en lo esencial. Asi no se me iban a ir las ganas de matar a mis compañeros. Pero aún asi, esbocé una sonrisa y me senté en la butaca que daba inmediatamente con el pasillo. Mis ojos castaños se posaron en el escenario otra vez, pensando si había manera de resolver eso, pero por un instante me resigné, volviendo la vista a mi acompañante y.. ¿a sus horarios de clase? Mi ceño se frunció apenas y delicadamente cuando volvía mirarlo, esta vez pensando en serio si lo conocía.
- Lo siento, ni siquiera me presenté.. Dafnée Williams, Interpretación en Canto.. y no soy como aquellos, tranquilo -sonreí, haciendo una leve referencia al escenario con mi cabeza, volviendo a abrazar mis piernas, con la mirada en él pero esta vez esperando no incomodar demasiado..
Dafnée E. Williams- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 23/05/2011
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