Mistakes (Jillian)

Ese día había parecido lo suficientemente agradable y templado como para tomar el auto e ir a hacer una visita a unos amigos de sus abuelos, algo más jóvenes que ellos, y con quienes había llegado a pasar algunas noches. Con esa idea, Daniel se dio un baño rápido e hizo lo mismo con su hija, que parecía disfrutar mucho de estar en contacto con el agua. Tomándose su tiempo para secarle, colocarle el pañal y un body cortesía de un compañero de trabajo, que tenía la imagen del buscador Google, pero que tenía por nombre Goo goo, buscando las palabras "ga ga". Y finalmente un mameluco blanco, con brazos y piernas, abrigador.

Siendo menos cuidadoso con su apariencia, decidió colocarse solamente un vaquero azul y una camiseta gris, complementándolo con una chaqueta azul y un gorro gris, similar al que su hija llevaba en blanco.

La alimentó y una vez que ambos estuvieron listos, cogió la pañelera con todo lo necesario, una mantita para usarla por si hacía más frío, y otra más delgada para cubrirla del viento. Se dirigieron a la salida después de que Daniel revisara que no se olvidaba de nada. Natalie en el portabebé, su cabeza cómodamente en el pecho de papá.

Todo había empezado tan bien que Dan nunca habría pensado que terminarían ahí, luego de un viaje de una hora, pasando un buen rato con los amigos de sus abuelos, y después de media hora de camino de regreso, cuando el cirujano tuvo que parar el auto en medio de la nada. Luego de intentos frustrados de intentar arreglar el auto o al menos conseguir señal para pedir una grúa, el médico se rindió y suspiró por el repentino llanto de enojo de su hija por el error de su padre por no revisar bien el auto.

Sólo esperaba que alguien pasase por ahí, algún turista que fuese a ver algunos de esos parajes escondidos que solían deleitar a las personas por su belleza.

Me estiré en la cama como un gato, mirando el reloj de la mesilla con pereza. Tigre, el que sí era un gato, me miró con disgusto por haberlo sacado de su tranquilo sueño y se levantó con la cola bien tiesa, signo de indignación, para salir de mi cama y acomodarse en la suya. No tenía nada que hacer hoy, bien podría ir a la tienda a seguir retocando las fotos de los niños o podría irme a pasar el día al campo con mi perezoso gato.

Como siempre, me decanté por la segunda opción.

Después de un frugal desayuno compuesto de café y sobras de la cena de la noche anterior, preparé mi equipo de fotografía y metí a Tigre en su trasportín. Me miró con los ojos entrecerrados, dándome a entender que estar ahí metido no le gustaba en lo más mínimo, pero así eran las cosas, no pensaba dejarle salir por el coche, adoraba a mi gato, pero me gustaba tener los coches limpios.

Bajé al garaje y miré mis muchas opciones de transporte, descartando automáticamente las motos de que disponía, no podía llevar en ellas ni al gato ni a mi equipo de fotografía, así que miré los coches, el Mercedes era biplaza y... deportivo, mete tú eso por los caminos, así que, volví a subirme en el Mitsubishi pick-up que compartía con mi compañera de piso, acomodando a Tigre en el asiento del copiloto y mi bolsa en el maletero.

Decidí que lo mejor era ir a las afueras de la ciudad, allí siempre encontraba buenas cosas para fotografíar, y así lo hice. Conducía escuchando "Pendulum" para ahogar los maullidos de Tigre. Fruncí el entrecejo cuando vi un coche parado a un lado de la calzada y al ver a su apurado propietario, me ahorillé y bajé del pick-up azul eléctrico.

- ¡Hola!- Saludé cerrando la puerta.- ¿Está bien? ¿Ha tenido algún problema?

Escuchar el sonido de un auto venir le ánimo más de lo que alguna vez lo había hecho en su vida. Salió del auto con rapidez, esperando que la persona que manejaba la pick up, se orillara para ofrecerles ayuda. Afortunadamente así fue y Daniel pudo respirar con tranquilidad por primera vez desde hacía casi media hora, con una pequeña todavía enfadada y llorando dentro del auto.

-"Hola, gracias por parar"-respondió al saludo, seguramente aún luciendo algo nervioso, porque eso de ser padre primerizo y además ser el único padre en cuestión, siempre era algo que hacía más susceptible a los nervios a cualquier hombre. -"La verdad es que no lo sé"-sonrió un poco, ligeramente avergonzado, su conocimiento de autos era limitado, sabía cambiar llantas y traspasar energía a la batería, pero no sabía casi nada de las otras cosas.

"Revisé la batería y algunas pocas cosas que conozco, pero todo eso está bien, sin embargo el coche no me arranca"-se frotó el cuello-"Mi hija está en el auto y parece que se está impacientando, ¿sabes si hay algún teléfono cerca? No hay línea aquí"

Dentro de todo ese discurso no la había mirado bien, hasta que finalmente se detuvo de hablar y simplemente la miró esperando una respuesta, el cabello rubio de la mujer estaba agitándose con el viento fresco y el sol, apenas descubierto por las nubles, le ayudaba a mostrar un color más brillante.

Cuando le vi bien, se me cayó la mandíbula, pero recompuse mi expresión con rapidez, el tipo no estaba nada mal. Carraspeé y le escuché con atención mientras me expicaba todo lo que había revisado, asintiendo.

- ¿Podría echar un vistazo?- Pregunté ante su nerviosismo, señalando el motor.

Después me explicó el porqué, al parecer su niña estaba llorando en el coche, me acerqué corriendo y miré por la ventanilla.

- ¡Qué linda!- Exclamé al ver a la niña.- Mira, puedes si quieres encargarte de tu hija mientras yo reviso el motor, ayudaba a mi padre cuando era niña, es propietario de un concesionario de coches en Alemania.- Dije sonriendo.

Acto seguido y tras dedicarle una mueca graciosa a la bebé, me remangué y me asomé al motor, observándolo con ojo crítico. Efectivamente, tanto la batería estaba perfectamente, el aceite seguía en su sitio pero...

- ¡Ah! ¡Ya lo tengo!- Exclamé levantando repentinamente la cabeza y golpeandome con fuerza contra el capó del coche.- Auch auch auch auch... Scheiße.

Salí de debajo rascandome la cabeza por el golpe y el dolor y le miré haciendo una mueca.

- Tienes rota la correa de distribución, por eso el coche no arranca, tendrías que avisar a la grua y que lo lleven a un taller mecánico... no puedo arreglarlo aquí, pero sí que puedo remolcar tu coche hasta un lugar donde tengas cobertura para llamar, porque...- Saqué mi movil y lo miré entrecerrando los ojos, el sol no me dejaba ver la pantalla bien.- Tampoco yo tengo cobertura.

Levanté la vista y le miré, aguardando su respuesta.

No le sorprendió que ella le preguntase si podía echar un vistazo, desde hacía tiempo que se había dado cuenta de que ellas estaban más preocupadas acerca de saber de autos, que muchos de los hombres que él conocía y de los que formaba parte. Daniel no solía ser alguien que se dejaba llevar por las apariencias y tampoco gustaba de intentar brindar a las mujeres una debilidad que no les pertenecía.

-"Claro, claro"-aseguró para responder la pregunta y sonrió al ver que la muchacha rubia se acercaba corriendo a el asiento trasero del auto -el lugar más seguro del auto, según leyó- donde una bebé estaba llorando a todo pulmón, el llanto apenas apocado por el auto cerrado, excepto por una rendija pequeña que dejaba la ventanilla del conductor.

-"Gracias"-sonrió con ánimo por el halago a su hija y asintió, escuchando y dando cuenta del porqué de ese marcado acento alemán que se dejaba escuchar en su voz-"Genial"-afirmó y luego de sonreír un poco más por la cara graciosa que la amable señorita le dirigió a su hija, abrió la puerta del pasajero y desabrochando el cinturón de la silla portabebé para auto, la tomó entre sus brazos, cubriéndola con la manta a un lado de la silla, procediendo a acunarla mientras los ojos grisáceos observaban las acciones de la mujer.

Se adelantó al ver que se golpeaba la cabeza-"¿Estás bien?"-preguntó, mirándola a los ojos, para luego escuchar las opciones que le eran dadas-"En verdad que sería de una gran ayuda, pero ¿te interrumpo camino a algo importante?"-realmente no deseaba ser una molestia para ella. La bebé agito sus brazos con ansiedad, aún llorando ajena a la preocupación de su padre.

Había escuchado su preocupado ¿Estás bien? y yo era muy dada a ponerme roja como la sangre, así que, así me puse, roja, cuando se me quedó mirando a los ojos, abrí la boca para decir algo, la cerré, después volví a abrirla y terminé mordiendome la lengua para poder decir algo coherente y dejar de hacer el idiota.

- Sí, sí, no hay de que preocuparse, tengo la cabeza dura como la piedra.- Dije relajándome.

Tenía ahora a la niña en brazos y me acerqué para verla mejor y más cerca.

- De verdad que tienes una hija preciosa.- Dije sonriendo, pero sin atreverme a tocar a la niña, después de todo, había tenido las manos metidas en un sucio motor.- ¿Cómo se llama?

Levanté la mirada hacia él cuando comentó que no quería interrumpirme y le sonreí.

- Para nada, no te preocupes, de verdad.- Dije solemnemente, llevándome la mano derecha al pecho.- Iba a pasar un rato al campo con mi gato, que está en el coche, no le oigo maullar así que estará dormido, pero tengo el día libre, así que no interrumpes nada, ni tengo nada mejor que hacer, tengo las correas para remolcar en el maletero, si quieres ahora podemos enganchar tu coche al mio.

Después de eso cambié el peso de mi cuerpo de pierna.

- Disculpa mi descortesía por no presentarme antes, mi nombre es Jillian, pero todos me llaman Jill.- Dije tendiéndole la mano, aunque después lo pensé mejor, tenía las manos llenas de porquería, así que la bajé e hice una mueca.

El rubor que se extendió por toda la cara de piel blanca fue de algún modo adorable, y le hacía los ojos más brillantes, aunque seguro que ella no se daba cuenta de lo bien que podía verse con un sonrojo siendo que la sensación de este era tremendamente desagradable debido al calor sofocante en el rostro. Sin embargo, a pesar de lo guapa que ella era, parecía ser linda más allá del sentido físico.

No dijo nada más respecto al incidente, no deseando incomodarla más, así que se limitó a sentirse halagado por las palabras amables dirigidas a la pequeñita en sus brazos-"Gracias, seguro que si ella estuviese de mejor humor, ya te hubiese sonreído"-afirmó y miró hacia abajo, a su hija-"Dime loco, pero aún no tiene un nombre definido, está registrada como Natalie, pero no sé si ese nombre es realmente adecuada para ella"-muchos de sus amigos habían alzado las cejas por esa confesión, pero dado que no tenía nada que perder al decirle eso a alguien que no conocía aún, lo hizo decírselo.

El saber que no la desviaba de nada importante realmente lo hizo sentir mejor y tranquilo, notándose en sus hombros anchos, ahora relajados.-"Sería lo mejor"-declaró, no que llevase demasiada prisa, pero el clima comenzaba a descomponerse-"Disculpa también mi descortesía, soy Daniel Robbins"-notando cómo alzaba y bajaba la mano, además de la mueca, Dan sonrió y sujetando a su bebé con un brazo, sujetó con amabilidad su muñeca y la agitó suavemente-"Mucho gusto en conocerte, Jill. Incluso en estas condiciones"-le dedicó una sonrisa y se rebuscó un pañuelo en el bolsillo, tendiéndoselo-"Siempre tengo uno por si acaso, ya sabes, el reflujo de bebé y eso"-se encogió ligeramente de hombros, divertido.

-"Sólo dame un segundo para colocar a Natalie en su silla de nuevo, y te ayudo a colocar las correas"-pidió, dirigiéndose de vuelta al asiento del pasajero, colocando a la pequeña y asegurándola perfectamente, dejándole un chupón para que dejase de llorar.

- Oh! Natalie es un nombre muy bonito.- Dije asintiendo, realmente me gustaba, le quedaba bien a la niña.- Y dime ¿La madre de la niña no ha dicho nada con respecto al nombre?

Me había podido la curiosidad, y no había pensado antes de preguntar, tal vez me respondería que aquello no era asunto mio, y tendría razón, así que si decidía no responder a mi pregunta, lo entendería.

- Mucho gusto Daniel.- Respondí después de que me agitase la muñeca, lo que sin duda me causó una gracia tremenda y me pareció un gesto bonito, solté una carcajada.

Acepté el pañuelo que me tendía sonriendo por su explicación, claro que lo entendía, un padre siempre tenía que estar preparado.

Mientras él se dedicaba a colocar bien a la niña, fui hasta el maletero de mi coche y bajé la portezuela, encaramandome a la parte trasera para sacar las correas y así engancharlas en ambos coches, mi pick-up remolcaría a su coche sin problema alguno, y ya había remolcado unos cuantos coches en... circunstancias especiales.

Después de conseguir soltarlas de su sitio, me bajé de un ágil salto del maletero y enganché un extremo en el culo del pick-up. Caminé hacia el otro coche y tras bajar la tapa del capó, busqué el enganche en la parte baja y me arrodillé en el suelo para ajustarlo mejor.

- Listo.- Exclamé sacudiéndome las manos en los pantalones.- Cuando quieras podemos ponernos en marcha.

Me apresuré a cambiar a Tigre al asiento trasero para que Daniel pudiese ocupar del de copiloto y me encaramé tras el volante.

-"Debería dejarle ese nombre entonces"-dijo con voz meditativa, hablando algo más para si mismo que para Jill, pero ese tema era una de las cosas que le preocupaba más, podía resultar excéntrico, sin duda, pero quería que su hija tuviese el mejor nombre posible, especialmente por su creencia de que los nombres eran muy importantes para denotar el carácter de las personas.

El ánimo en sus ojos disminuyó sin notarse demasiado, pensar en la madre de Nat no había dejado de doler a pesar de que casi se cumplía un mes de que ella se había ido, sin embargo, más que sentirse herido por haber sido abandonado junto con su hija recién nacida, el rencor por ese mismo hecho era lo que gobernaba su corazón cada vez que pensaba en ello.

-"Soy padre soltero"-respondió con calma, a él mismo le parecía a veces un poco extraño decirlo, suponía que era porque por lo general lo que había eran madres solteras, pero las cosas habían sido diferentes y a él le tocó ser quien tuviese la absoluta responsabilidad de cuidar adecuadamente de Nat y hacer de ella una mujer preparada e independiente, una buena persona y ciudadana.

Le gustó escuchar la carcajada de Jill cuando él la saludo tomando su muñeca delgada, era agradable encontrarse con mujeres con sentido del humor, qué decir cuando se sentía en deuda y el hacerlas reír le hacía sentir algo más cómodo.

Notando todas las acciones de Jill al bajar y colocar el arnés, alzó una ceja con ligera sorpresa y sacó a Nat de nuevo de la silla, cerrando la puerta con una sonrisa totalmente divertida en el rostro y una golpeteando con sus manitas-"Iba a ayudarte, pero parece que tenías todo en absoluto control, ¿cómo se supone que puedo agradecerte ahora que eres una total heroína?"-preguntó con la risa en su voz, aunque estaba hablando totalmente en serio.

Dan sacó la pañalera del asiento de copiloto y se acercó a la pick up con la bebé ahora segura entre sus brazos, más tranquila. -"Podemos irnos ahora"-afirmó, sentándose en el asiento de copiloto, colocándose el cinturón y asegurando con firmeza a la pequeña en sus brazos.

"Soy padre soltero" Plaf! buena metida de pata Jilly... Pensé sintiéndome consternada, ya que a juzgar por su expresión, no le hacía demasiada gracia hablar del tema.

- Entiendo, disculpa mi intromisión...- Dije con voz queda, sintiendome culpable.- Y... si me permites decirlo, sí, deberías dejarle ese nombre.

Todo aquello no era asunto mio, pero, lo mio era juzgar a las personas por la primera toma de contacto, y Daniel me había caído tremendamente bien, le sentaba bien eso de ser padre, le miré de reojo, observando como acunaba a la niña antes de poner el motor en marcha y meter primera para salir despacito, no quería que la cincha diese un tirón que terminase por arrancarle medio morro a su coche... no sería... agradable.

- Bueno, no tienes nada que agradecerme, lo hago con todo el gusto del mundo, de verdad.- Dije ladeando la cabeza y sonriendole ampliamente.- No soy mecánica, pero no se me da mal, esto de haberme criado entre coches tiene lo que tiene.

Cuando me caía bien una persona, tendía a ponerme a hablar sin darme cuenta y de los temas más triviales, tal vez a Daniel le importaba poco más que la mierda lo que yo hiciese o dejase de hacer, pero como me había caído bien, yo estaba hablando hasta por los codos.

- En realidad me dedico a la fotografía.- Dije cambiando de marcha, sin apartar la vista de la calzada.- Normalmente no tengo paciencia para nada ¿Sabes? pero cuando me pongo a hacer fotos... se me pasan las horas sin darme cuenta.

Solté una risa, recordando que un día estuve toda la tarde haciendo fotos y que de pronto me había encontrado en medio de la nada con el gato dormido contra mi pierna y siendo noche cerrada, me costó encontrar el camino de vuelta al coche, pero eso era otra historia.

- ¿A qué te dedicas tú?- Pregunté desviando mi vista un momento hacia él.

-"No pasa nada"-aseguró con tono tranquilo, ella no podía saberlo y era completamente normal que se imaginara que había una madre, era raro todavía pensar en los padres solteros, al menos la ley los protegía ahora, cosa que lo tranquilizaba puesto que los padres de la madre de Nat podrían llegar en cualquier momento e intentar quitarle la custodia de su pequeña. -"Natalie Robbins, suena bien"-sonrió con orgullo.

Acomodando la espalda con comodidad en el asiento, y cubriendo bien a la pequeña, se dedicó a escuchar con atención a Jill, mirándola en veces, sólo para no distraerla del camino. -"¿Quizás podríamos invitarte a comer algo?"-ofreció, ciertamente obstinado, pero no se le daba bien eso de aceptar favores sin dar algo en recompensa, y ese era en serio un enorme favor que tuvo más significado porque ella no le conocía de antes y aún así tuvo la amabilidad de pararse y ayudarle a él y a su hija, que de lo contrario, quizás habrían estado ahí por mucho más tiempo en un clima que comenzaba a deteriorarse.

La sonrisa amplia le sentaba bien y lo motivó a sonreír también, ¿era idea suya o Jill estaba consiguiendo hacerle sonreír mucho? -"Es una verdadera ventaja"-comentó con sinceridad, él tendría que ponerse a estudiar algo acerca de los autos, además de tener algunas refacciones que no fuese tan sólo una llanta y los cables pasa-corriente.

Daniel no tenía problemas con que Jillian hablase tanto como quisiera, le gustaba que le hablaran porque a veces él podía ser realmente callado, de ser un muchacho festivo ahora era un hombre serio, pero no aburrido ni amargado, que tenía una hija de la que hacerse cargo. Y aunque no era ningún peso o molestia, quería actuar a la altura de la situación, ser un buen ejemplo y procurarle todo lo necesario y más a su honguito.

Ella era fotógrafa, quizás era raro, pero Daniel pensó que esa profesión realmente le quedaba bien.

-"Eso es genial"-dijo con sinceridad, además de que entendía a qué se refería, a él le sucedía lo mismo cuando estaba realizando una cirugía-"¿Te dedicas a algo en especial? ¿Modelaje o paisajes?"-preguntó con curiosidad, mirándola con la misma emoción mientras Nat se quedaba dormida en sus brazos.-"Soy cirujano"-respondió-"aún me faltan algunos estudios para especializarme, pero estoy en ello tanto como puedo"

Solté una carcajada por su insistencia, era una persona perseverante, de eso no cabía duda. Le miré divertida, con una sonrisa ladeada.

- Está bien, aceptaré que me inviteis a comer.- Dije alegremente.- No podría declinar una oferta así.

Lo cierto es que la idea de comer con ellos me apetecía bastante, era agradable. La niña se había ido quedando durmiendo, supuse que sería por el traqueteo del coche, casi todos los niños se quedaban durmiendo en los coches, sobre todo los bebés recién nacidos, sería por el balanceo, aunque yo poca idea tenía de eso, era demasiado pequeña cuando nació mi hermana Erika, apenas conservaba recuerdos.

- Oh! pues la verdad es que hago de todo un poco, trabajé hace un tiempo para Armani, fotografiando a sus modelos, pero también hago fotos escolares y además me encanta hacer fotos a desconocidos, es un pequeño hobbie que tengo, no es algo morboso, por dios, no me malinterpretes.- Reí nerviosamente, preocupada por lo que pudiese pensar.- Es... algunas personas tienen un "no sé qué" , como una luz especial y me gusta inmortalizar a esas personas, gente corriente que no conozco ni conoceré nunca, y por supuesto, puedo tirarme horas y horas tirada en el suelo echando fotos a paisajes, tengo miles de álbumes en casa.

Le escuché atentamente cuando me explicó a lo que se dedicaba.

- Wow, pero eso está genial.- Dije admirada.- Esa es una profesión muy respetable y complicada, yo tolero ver sangre y todo eso, pero me vería incapaz de operar a nadie.- Luego comentó que aún le faltaban algunos estudios.- Si has llegado hasta aquí, estoy segura de que serás capaz de terminar por todo lo alto Daniel.

Le dediqué una sonrisa cálida y esperaba que reconfortante también.

Su risa era armoniosa y lo hizo reírse entre dientes, él era sin duda un hombre perseverante, y en ocasiones como esa resultaba ser una bendición, podría conocerla un poco más y además pagarle por la ayuda que ella le ofreció desinteresadamente, lo que no cualquier persona haría. Quizás para muchos eso sería algo exagerado, pero no para alguien como Daniel que pensaba que estaba realmente en deuda.

-"Genial, gracias por aceptar"-se preguntó si estaba mal sentirse algo emocionado por lo que depararía ese momento, decidió que sería mejor si sólo se relajaba y dejaba que ese momento simplemente llegara, repasando mentalmente si tenía en su cartera el dinero suficiente para ir a algún buen lugar, aunque generalmente llevaba alguna tarjeta bancaria para evitar tener que devolver cosas si no llevaba el dinero suficiente.

Alzó las cejas con sorpresa cuando le dijo que tomó fotografías para Armani, ella lo dijo con calma, sólo enumerando alguno de los trabajos que solía hacer y lo dijo con el mismo tono con que dijo que tomaba fotos escolares, como si ninguna fuese más importante que la otra. Eso le gustó. Se rió en voz baja por el nerviosismo de la declaración respecto a las fotos a desconocidos, cuando él no había pensado realmente nada malo.

-"Creo que puedo entenderlo"-aseguró a lo de las personas con una luz especial, no sabía si Jill veía esa luz especial en su hija, pero él sin duda la veía, quizás era algo meramente subjetivo, puesto que él era su padre, pero le gustaba pensar que era algo más, que no era sólo porque él la amaba y la consideraba la bebé más linda del mundo, sino que era porque ella era especial.

-"Siempre me han gustado las fotografías de paisajes, quizás es algo normal, pero de verdad me gustan"-comentó, sin animarse a decir que le gustaría ver alguna vez alguno de los álbumes de ella, considerando que podría asustarla.

Daniel sonrió por la expresión de admiración, sintiéndose halagado, aún más cuando escuchó las palabras de aliento que ella le dedicó además de esa sonrisa cálida que le hizo sentir bastante bien-"Gracias por los buenos deseos"-sonrió, hablando con voz suave, en cierto modo íntima, para luego atrapar el chupón que se cayó de los labios de la bebé dormida.

-"¿Qué tipo de comida te gusta?"-preguntó, removiéndose en el asiento un momento, curioso. La persona que pensó que a los hombres se les conquista por el estómago no estaba equivocada, al menos en cuanto a Daniel se refería.

La verdad, tuve que reconocer para mi misma que era sumamente agradable pasar tiempo con Daniel, me había pasado con Mai nada más conocerla y ahora era mi mejor amiga y casi hermana, también me había pasado con nuestro nuevo compañero de piso, pero no con muchas personas más, al menos no las primeras veces que pasaba tiempo con el resto de la gente.

Me sentí sumamente agradecida de que no me juzgase mal por lo de mi afición a hacer fotos a extraños y eso tuvo que notarse en mi expresión, por que todo el mundo me decía que era fácil adivinar como me sentía en cada momento por mis expresiones faciales.

- Bueno, verás, no es tan normal, a mucha gente le aburren las fotografías de paisajes.- Dije frunciendo el entrecejo.- Pero comparto tu gusto, me encanta, pueden transmitir tantas cosas...

A pesar de que no solía enseñarle mi trabajo a mucha gente, me sentí tentada a ofrecerle que viese mis fotografías. Tenía fotos de todas partes, no solo de Oxford, al ser medio alemana y medio española, tenía fotos de todas partes, era una persona bastante viajera, así que, igual tenía fotos del mediterraneo que de Berlín, tenía unas cuantas de la puerta de Brandemburgo que me encantaban y que decir de las campiñas alemanas...

- Oye... mmm... si quieres algún día podría enseñarte algo de lo que he hecho, creo que podría gustarte.- Terminé diciendo.

Después su tono se volvió "íntimo" su voz se enronqueció levemente y eso me hizo estremecer, tenía una voz cautivadora, volví a abrir la boca y a cerrarla con nerviosismo.

- De nada..- Contesté pasado un momento, casi en el mismo tono confidente.

Su siguiente pregunta me devolvió la compostura e intenté recomponerme lo suficiente como para responder.

- La verdad es que no soy delicada para la comida, me gusta todo, eso sí, las visceras... aaaaaarg.- Dije medio riendo.- No tendrás problemas conmigo por eso, como casi cualquier cosa.

Ella tenía razón en que no era tan normal, la gente estaba acostumbrada a ver esos ambientes sin realmente prestarles atención a momentos como los atardeceres, el modo en como las flores se agitaban o momentos similares. El arte siempre le gustó a Daniel, aunque realmente nunca hubiese estudiado mucho al respecto hasta hace unos días, que decidió que quería ser más culto para que su hija lo fuese, incluso se tomó en serio esa recomendación acerca de que los bebés escuchen música clásica.

-"Es verdad"-asintió-"¿Has visto fotografías de un escultor que hace sus esculturas con materiales como piedras, ramas, hielo y hojas?"-preguntó con curiosidad y apoyó la cabeza en el asiento, intentando recordar el nombre. Él tenía una memoria fatal para los nombres, incluso algunas enfermeras se habían enfadado con él debido a esa cuestión, afortunadamente ellas separaban lo personal del trabajo, sino tendría que haber estado con una persona abierta en la mesa del quirófano, sin enfermeras instrumentistas.

Le tomó por sorpresa la oferta, pero le hizo sonreír con entusiasmo, las fotos debían de ser excelentes si ella había tomado fotografías para Armani, aunque ella parecía una persona dedicada y con lo que le había dicho, seguro que debían ser fotografías asombrosas. -"Me encantaría ver tus fotografías, ¿Quizás si tienes libre el miércoles de esta semana que viene?"-aventuró, porque realmente deseaba que se concretara como una ¿cita?, al menos como un encuentro en amigos, y no como una oferta que no fue rechazada, pero tampoco del todo aceptada.

Le alegró saber que ella no era difícil para la comida, él entendía que había ciertas comidas que a la gente no le gustaban, pero ella parecía bastante relajada en ese aspecto. Su alegría se reflejó en los ojos azul grisáceos.-"¿Qué tal algo de comida italiana? ¿O quizás prefieres la china?"-preguntó, esperaba que su estomago no empezara a sonar, pero la idea de la comida comenzaba a darle hambre.

Mientras cambiaba de marcha de nuevo y paraba con suavidad en un cruce para que el coche de Daniel no me golpease por detrás hice una mueca pensativa al escuchar su comentario, intentando recordar si había escuchado hablar alguna vez de ese artista, pero en mi memoria no había almacenada ninguna información sobre él.

- No, nunca he oído hablar de él y creo que no he visto ningún trabajo suyo.- Reconocí azorada, mientras le miraba, aprovechando que estábamos parados en un cruce y había coches pasando.- Pero seguro que es muy interesante. Me gustaría ver algún trabajo suyo.

Parecía que estaba tan cómodo como yo en ese momento, me acomodé en mi asiento, aunque acto seguido me asomé a los asientos traseros del pick-up para ver como estaba mi gato. ¡Me había olvidado por completo de Tigre!
Por suerte, mi fiel compañero de cama seguía durmiendo como un tronco, sin dar signos de ir a despertarse en un buen rato.

- Uuuuuuuuf, menos mal, tiene un humor maligno cuando se despierta dentro de la jaula...- Dije soltando el aire que había retenido sin darme cuenta y volviendo a sentarme bien.

Mientras me giraba rocé a Daniel con el brazo y le moví un poco.

- Ay! Lo siento.- Exclamé flojito.- No la habré despertado, ¿Verdad?

Escuché su oferta de quedar el miércoles y repasé mentalmente mi calendario laboral, no lo tenía ocupado pero tampoco exactamente libre... hice una mueca.

- Verás, tengo que trabajar, porque la chica que trabaja para mi tiene libre precisamente ese día, pero los miercoles no suelo tener mucho trabajo, tal vez podrías pasarte por mi tienda, está en el centro, no es gran cosa, pero es mía.- Dije hinchando el pecho con orgullo- Se llama Collage y hay un montón de cafeterías cerca, así que si quieres, siempre que queráis verme, estaré ahí, a menos que tenga que salir a hacer algún reportaje fotográfico o como toda esta semana, hacer fotos a escolares.

Me reí al recordar las divertidas sesiones de fotos que había estado haciendo en un colegio del centro, los niños eran divertidos, y aunque había sido un tanto complicado conseguir que se pusiesen medianamente formales para tomarles una fotografía, ya que no tenían más de 7 u 8 años, me había encantado trabajar con ellos, tanto, que había terminado por sacar algunas fotos "extra oficiales" de los niños, riendo, saltando, corriendo, jugando en el patio del colegio para después regalarlas a los padres.

- Hmmmmm... hace tiempo que no como comida china.- medité en voz alta.- Pero vamos, que me gustan las dos opciones, así que, la que más te apetezca.

Le dediqué un guiño y por fin pude salir en el cruce.

- Comprueba si tienes cobertura, aquí deberías tener.- Comenté deteniendo mi coche en una de las calles más despejadas que encontré.- Podrían venir con la grúa a rescatar tu maltrecho vehículo en esta zona.- Le miré con una sonrisa pícara y después rompí a reír.- Broma, broma, compruébalo.

Sosteniendo a su hija con uno de sus brazos, se pasó la mano de arriba a abajo a través del cabello castaño claro, esforzándose por recordar el nombre del dichoso escultor, recordaba que de algún modo el nombre se le hacía similar al suyo y que su apellido tenía que ver con el oro. Regresando su brazo para sostener a su hija con ambos, finalmente recordó.

-"Andy Goldsworthy"-sonrió triunfante, y es que siendo un cirujano, tenía que recordar nombres más raros y complicados que ese, no se quería dar el lujo de comenzar a perder la memoria cuando estaba decidiéndose por ser cirujano ortopédico o general.-"Creo que te gustará"-aunque no la conocía, realmente lo creía.

La vio sobresaltarse y siguió su mirada a la parte posterior de la camioneta, localizando a un gato que se veía relativamente grande, dormitando felizmente dentro de una transportadora.-"Es lindo"-comentó con sinceridad, sintiendo el golpe de un brazo más delgado que el suyo, apenas moviendo el suyo, Natalie apenas se movió un poco, pero al parecer únicamente para acomodarse y aferrar una de sus pequeñas manos a la camiseta de su padre.

-"No, tiene un sueño bastante pesado a pesar de tener apenas casi un mes, me deja dormir aunque tiene sus horarios, a las tres de la mañana cuando el sueño es más profundo, por ejemplo"-se rió, esperando que su hija no fuese así de traviesa cuando fuese mayor, aunque no le molestaría tener a una pequeñita correteando por los parques.

Se desanimo un poco al ver lo que parecía ser una negativa, pero se alegró de que haya sido una equivocación y ahora ella lucía orgullosa de la tienda de su propiedad-"Puedo pasarme un día que tengas menos ocupado, mi día de descanso es sábado, y mi turno comienza de noche los miércoles, así que si puedes, podría verte cualquiera de esos días, me gustaría que Natalie te viera y te agradeciera por salvarla de estar en medio de la nada"-miró hacia su hija que agitaba el labio inferior haciendo un ruido adorable.

El guiño le tomó desprevenido, pero lo hizo sentir bastante atraído, ella era linda y ahora demostraba que podía ser provocativa-"Dado que hace tiempo que no comes comida china, que sea eso. Conozco un buen lugar"-declaró no sin algo de entusiasmo, a veces él podía sentirse bastante animado incluso con cuestiones que a otras personas no les parecerían tan importantes.

-"Espero que si"-murmuró y alzó una ceja, fingiendo estar indignado-"Hey, es un camaro"-protestó y se echó a reír con ella, para luego negar, divertido y llamar a su mecánico, arreglando que pasarían ahí en diez minutos.-"Ya vienen, ¿Te molesta si esperamos diez minutos aquí?"-preguntó-"Después podríamos ir al restaurante chino, si gustas"

Reí cuando al fin recordó el nombre y lo exclamó con voz triunfal.

- Lo tendré en cuenta.- Respondí con una sonrisa ¿Porqué demonios sonreía tanto?- Prometo buscar obras suyas.

Le observé con discreción mientras él acariciaba el cabello de la niña, parecía algo torpe, como si tuviese miedo de hacer las cosas mal con su hija, lo que me provocó un sentimiento de ternura, era bonito ver cosas así.

- ¿Uh?- Salí de mi ensoñación al escucharle hablar de nuevo, y me di cuenta de que hablaba de Tigre.- Lo es.- Dije con cariño, Tigre estaba conmigo desde... desde que había llegado a Oxford.- Es lo más lindo del mundo, bueno, mascota, claro.

Como ya estábamos parados, alargué una mano hacia atrás y colé un par de dedos por entre la rejilla del trasportín de Tigre y le acaricié la cabeza con aire distraido, notando las vibraciones de sus ronroneos y sonriendo levemente.

Escuché a Daniel de nuevo mientras hablaba, riendo por lo bajo, ser padre no era una empresa fácil, y la verdad, me parecía muy loable que lo estuviese haciendo solo, se merecía un premio.

- Me parece estupenda su idea de ir a un restaurante chino Doctor Robbins.- Dije en broma, pero con un tono solemne.- Me fiaré de su criterio.

Le miré con una sonrisa ladeada y de mofa, con una ceja levantada también cuando se hizo el indignado.

- Sé que es un camaro, me he criado entre coches y coches y más coches.- Respondí sacándole la lengua.- En mi garaje tengo mi más preciado bien sobre la faz de la tierra, mi Mercedes SLR Mansory Renovatio, fue un regalo de mi padre, a los dos nos encantan los coches, a mi hermano en cambio le gustan las motos, pero, tampoco discuto con él, me gustan por igual, tengo varias.

¿Acababa de alardear de mis bienes materiales? Sep, acababa de hacerlo, hice una mueca, no me gustaba hacerlo. Asentí cuando declaró que la grúa estaba en camino y me quedé pensativa, porque probablemente ahora pensaría que yo era una cretina fanfarrona.

- Claro, no me molesta esperar.- Comenté con aire un tanto ausente, mientras seguía pensando que Daniel tendría una mala imagen de mi.

-"Seguro que te gustan, son realmente impresionantes"-y es que cuando el las vio, le costó creer que estaban hechas manualmente y con materiales perecederos, luego vio una película donde se mostraba cómo los hacía y se sintió incluso más impresionado, el hombre era un genio y además un padre de familia que parecía bastante cariñoso.

Jillian tenía razón respecto al modo en como Daniel interactuaba con su hija, con familiaridad, pero con un deje de temor e inseguridad que era extraño de ver en un hombre como él, alto y robusto. Lo que sucedía era que Natalie era muy pequeña y él era demasiado grande a comparación de ella, su cabeza le cabía en la mano perfectamente. Era su tesoro, su familia, y temía enormemente que algo le sucediera, y quizás temía mucho más que fuese por su culpa, por eso estudiaba libros y demás cuestiones con el fin de estar preparado.

Se notaba el mucho cariño que Jill sentía por su gato, las mascotas podían ser realmente amadas, él había tenido un perro cuando niño, estando con sus abuelos, y él había sido su mejor amigo, lo acompañaba a la escuela y jugaba con él.

-"Le aseguro que mi criterio es excelente"-respondió, regresando el guiño entre coqueto y simplemente juguetón, recordando bien la ruta para llegar al restaurante, que no deseaba ser el culpable de que los tres se perdieran en el camino al lugar. Se quedó mirando la sonrisa ladeada y se rió un poco más mientras veía la lengua rosada que se asomaba de los labios rojizos. Se inclinó y golpeó con suavidad su hombro contra el de ella-"Mayor razón tengo"-bromeó y escuchó no sin algo de sorpresa, las palabras que dejaban ver que gozaba de un nivel económico quizás más allá de bueno. No lo pudo suponer debido a la amabilidad que ella había tenido, no es que las personas con dinero no pudiese ser amables, pero generalmente parecían llevar más prisa.

La mueca de Jill lo regresó al momento y lo hizo mirarla fijamente, analizando lo que sus rasgos le estaban mostrando. Lucía incómoda y molesta, se preguntó porqué razón.

-"Un Mercedes SLR Mansory Renovatio"-repitió con cierta emoción-"Me encantaría ser tu copiloto alguna vez"-confesó-"He visto vídeos de exhibición y se ve que es veloz"-miró a su hija ahora despierta-"Y confío en que eres una excelente conductora y no dejarás a esta señorita sin papá, ¿A que sí?"-se rió con ánimo, además de intentar hacerle sentir mejor si es que tenía razón y esa mueca adorable se debía a que no le gustaba presumir de sus bienes.

Sentí su golpe en el hombro y su tono de broma y le miré con los ojos entrecerrados y una sonrisa maliciosa. Si quería ir a algún lado en esta ciudad, solo tenía que decirme donde y yo le llevaría sin mayor problema, desde que había llegado aquí había iniciado una "actividad" poco recomendable para las chicas de bien, movida por mi necesidad constante de adrenalina y por la perseverante insistencia de mi querida Ziva, con quien compartía mi pasión por los coches y la velocidad.

- Sólo dime donde está ese restaurante, me vale también con el nombre, te aseguro que llegaremos sin percance.- Dije al ver en su rostro una expresión dudosa.

Parecía sorprendido de verdad, lo podía ver en su cara, creo que no se le había pasado por la cabeza que yo pudiese tener un buen (y más que buen) respaldo económico, podría vivir perfectamente sin trabajar toda la vida y aún así, me sobraría dinero, pero no era ese el estilo de vida que a mi me gustaba llevar, y además, me gustaba mi trabajo.

Le miré con una sonrisa cuando me di cuenta de que en verdad no me había tomado por una estúpida niña ricachona de papá, no lo era, y no me gustaba que la gente pensase así de mi, es más, pocos de mis amigos conocían mi nivel económico real, solo Mai y Ziva, bueno, y las chicas también, mis compañeras solían bromear conmigo al respecto.

- Eh, eh, a mi chico solo entran personas selectas.- Dije bromeando y devolviéndole el golpe con el hombro, pensando en mi copiloto oficial: Mai, mi compañera de piso y "Talismán".

Saqué mi móvil del bolsillo trasero de mis vaqueros, no sin esfuerzo y busqué algunas imágenes del Mansory, para tendérselo después.
Me imaginé a Daniel, un padre de familia que quería dar un buen ejemplo a su hija, acompañándome en alguna de mis carreras ilegales de los fines de semana y se me escapó la risa sin poder contenerme.

- Soy buena conduciendo.- Declaré simplemente.- Te aseguro que aún estoy a la espera de que alguien me supere.

Me encogí de hombros, indiferente a mis propias palabras, restándoles importancia, porque realmente carecía de importancia, al menos para mi, era mi estilo de vida, ser una buena ciudadana entre semana y volverme una cabronaza conductora de viernes por la noche a domingo por la mañana.
A lo largo de los años, también había aprendido a defenderme yo sola, cosa que no sabía ni mi posesivo, celoso y sobreprotector hermano mellizo, acordarme de Derek me hizo soltar una exclamación ahogada, miré a Daniel con disimulo midiendo su altura y su fuerza con ojo crítico. Era mucho más corpulento que Derek, pero mi hermano había roto varias madíbulas de tipos mucho más grandes que Daniel solo por mirarme. Se me había pasado ese "pequeño" detalle. Me di un golpe en la frente, por estúpida. Aunque yo también era capaz de partirle la cara a cualquiera que se pasase de la raya, claro que por el momento, eso no incluía al hombre sentado en mi asiento de copiloto, me crují los nudillos inconscientemente.

- Si algún sábado estás libre por la noche y dispuesto a hacer algo ilegal, ya sabes donde encontrarme.- Dije mirandole de reojo de nuevo, apoyada en el volante con aire despreocupado.

Sería completamente inútil negar que no se sentía irremediablemente atraído por la mujer a su lado, supuso sin embargo, que era completamente entendible dado que ella era, además de una mujer profundamente atractiva, con ese cabello ligeramente rizado y de color oro, la sonrisa que le sentaba bien a su rostro de facciones finas, y los ojos brillantes y coquetos; una buena persona.

Pero ser padre implicaba una serie de cosas que podrían parecer aburridas y difíciles a algunos, pero que para Daniel eran algo que debía hacer y que quería hacer. Ser un buen padre era su meta después de todo, pero en momentos como ese, costaba más de lo que en otras ocasiones.

-"He recordado por dónde es"-aseguró, eso de perderse siempre picaba el orgullo de los hombres, también el de pedir direcciones y ser llevado a un lugar como si no hubiese ido nunca antes, en ese sentido Daniel no era precisamente la excepción-"Es el Xi Yue"

Se rió por el nuevo golpe en el hombro y bufó un poco-"Venga, que soy una compañía genial, ya te darás cuenta"-afirmó con seguridad, él era un hombre seguro de sí mismo, aunque estaba lejos de resultar prepotente, siempre había pensado que todos somos libres de ser quienes deseamos ser, él no había querido del todo ser padre en un principio, pero cuando su novia le dijo que abortaría, él decidió que ser padre era algo que deseaba y con el resultado entre sus brazos, supo que había decidido algo correcto.

Dejando a su nena recostada sólo en el antebrazo de un brazos, sujetó el celular y disfrutó de observar cómo era el auto de Jillian; incluso si Daniel no era un experto en autos, que apenas sabía de algunos y de lo que los componían; podía decir con facilidad que ese auto era majestuoso y que, de ser más joven, se habría dejado arrancar una pierna con tal de tener uno.

Escuchó su risa, y ajeno a el por qué de esta, le sonrió. Parecía imposible no sonreír cuando ella se reía. La declaración no le sorprendió tanto, sin embargo.-"Creo que soy un buen conductor"-le dijo, como si estuviese meditando al respecto-"Incluso si se me descomponen los autos a la mitad de la carretera"-la miró con una seriedad falta y después se rió y sacudió la cabeza-"Bah, seguro que me ahogo con tu humo en una carrera"

La verdad era que imaginársela conduciendo ese auto glorioso a máxima velocidad, era una de las imágenes más sensuales que se le habían pasado por la cabeza alguna vez.

Sin saber que mientras él, inevitablemente, fantaseaba respecto a ella en ese auto por un segundo; Jill se preocupaba de que su hermano le rompiera la cara, sólo le miró con calma.

-"Algo ilegal suena genial, si te soy sincero"-le entregó el móvil con una sonrisa animada, que no menguó cuando bajó su mirada a la bebé en sus brazos que comenzaba a agitar sus piernas y brazos suavemente, seguramente ya incomoda de permanecer en posición horizontal por tanto tiempo.-"Pero ahora hacer cosas ilegales, por más divertidas que sean, no parece ser lo correcto. Ser padre soltero sigue siendo difícil, ya querían quitarme la custodia por ser cirujano"-comentó sin hacer escándalo al respecto, mientras tomaba otro pañuelo de la pañelera y se lo colocaba en un hombro, cubriendo parte de su pecho también, procediendo a colocar a la pequeña en una posición vertical, la cabeza de Natalie reposando en el suave pañuelo y en el pecho de papá.-"Gracias por invitarme"-sonrió y la miró cómplice-"Aunque no dudo que puedas huir de los polis con lo veloz que eres"

Mi mente servía muchas veces de callejero, así que, en cuanto me dijo el nombre del restaurante me limité a asentir, aún no podíamos irnos, porque la grúa todavía no llegaba, pero ya había calculado y recalculado todas las rutas posibles para llegar allí, eligiendo, obviamente, la más corta.

- No dudo que lo seas.- Ladeé la cabeza y le miré.- Pero con esa musculatura no se yo si entrarás por la puerta del mercedes.

Dicho esto, rompí a reír a mandíbula batiente. Sería interesante ver como maniobraba para meterse en el asiento del copiloto, de solo imaginarlo me reí aún más fuerte, dando golpes en el volante de la pick-up con la mano derecha y sujetándome el costado con la izquierda, sintiendo que me daría flato.

- Ay, ay, ay... lo siento.- Dije limpiandome las lágrimillas de la risa que se escapaban de mis ojos, respiré un par de veces pero seguía riendome por lo bajo.

Cuando al fin conseguí calmar mi risa, me quedé mirándole con una media sonrisa. Dudaba que Daniel, con las responsabilidades que tenía ahora mismo, encajase en mi mundo, tenía demasiados... "riesgos".

- De todas formas, la oferta de una carrera ilegal puede cambiarse tranquilamente por un tranquilo paseo, aunque, te lo advierto, no es lo mismo.- Hice una mueca como de "Se siente" y me encogí de hombros.

Hablar de mi coche y de carreras me hacía hormiguear las manos, siempre había dicho que me era más placentera una carrera con el Mansory que dos horas de sexo ininterrumpidas, llamame loca, soy así. Y ni que decir tiene de mis motos... aaaah... mis motos, irremplazables, ellas nunca me traicionarían ni me dejarían por otra, aunque Mai estaba empezando a coger demasiado seguido la Suzuki Intruder... bah, yo misma le había dado permiso para que lo hiciese.

- Oh vamos, estás bromeando ¿Verdad?- Exclamé cuando le escuché hablar de la custodia.- ¿Querían quitarte la custodia por ser cirujano? ¿Qué chorrada es esa? Menuda panda de gilipo...

Cerré la boca automáticamente, cuando me indignaba solía... bueno, siempre que me indignaba tenía peor boca que una escopeta, me gustaban demasiado las palabras malsonantes, sobre todo en alemán.

- Perdón.- Me disculpé mirando a la niña, que obviamente, no entendía nada, pero tampoco era para que yo me pusiese a soltar palabrostias a diestro y siniestro, además, era de mala educación, solo lo hacía con mis chicas, las Kickass Chienne Club, que ya me conocían de sobras y sabían la ingente cantidad de insultos y palabras malsonantes que conocía en cuatro idiomas.

Le miré con diversión cuando dijo que no dudaba de lo rápida que era.

- Chico, no has visto nada, en serio.- Dije alzando una ceja.- Te sorprendería saber lo que puedo llegar a hacer con 500 cv en las manos y un cambio de marchas manual, que por cierto, no se que pensarás tú de los coches automáticos, pero a mi me parecen una soberana mier... perdón.

Sonreí con culpabilidad, siempre me emocionaba hablando de coches.

No pudo evitar reírse con ella, quizás más cuando ella comenzó a golpear el volante mientras una risa salvaje se escapaba de sus labios, sus ojos ligeramente entrecerrados por la intensidad de unas carcajadas que parecían animar incluso a Natalie, que agitando sus brazos golpeaba con suavidad el pecho de Daniel.

-"Hey"-dijo de nuevo con ese tono indignado falso, aún con risa en la voz-"Estos músculos son resultado del boxeo"-presumió, pero a leguas se notaba que era una broma también-"Me preparo para molerle los huesos a cualquier idiota que trate de hacerle daño a mi niña"-bromeó y sacudió la cabeza todavía divertido, esas lagrimitas traviesas en la esquina de los ojos de Jill, lo valían.

-"Una visita al parque sería estupenda"-concedió, aunque estaba de acuerdo en que una carrera de autos podía ser millones de veces más divertida y emocionante, de no tener a la pequeña Natalie en su vida, él no habría dudado en ir a una de esas carreras y a divertirse como si la vida se le acabase ese mismo día, incluso arriesgarse a que de hecho lo fuera.

Sacudió la cabeza cuando Jill le preguntó si bromeaba, a él también le pareció que era una broma de mal gusto cuando se lo dijeron. Una sonrisa traviesa se asomó en los labios de Daniel al casi escuchar el insulto salir de la boca de labios rosas, y con gesto juguetón, le cubrió los oídos a su pequeña-"Si, son una panda de gilipollas"-aseguró por ella, riéndose entre dientes.-"Pero en cierto modo lo entiendo, ¿sabes? Como cirujano puedo estar en el quirófano por horas, mi tiempo no es mío, sino de los pacientes. Ellos se preguntaban que tan buena vida le puedo ofrecer a una bebé que crío yo solo"-se encogió de hombros, no quería hablar de ese tema que podría aburrirla. Francamente lo que menos deseaba era eso, aburrirla.

-"No pasa nada"-tranquilizó, su hija tendría tarde o temprano que aprender esas palabras, aunque lo cierto es que esperaba que su primera palabra fuese 'Papá y no 'Gilipollas'.

Cuando otra palabrota se le iba a escapar, Daniel no pudo menos que echarse a reír ligeramente y negar-"Te entiendo completamente, pero ya sabes, el automático es más sencillo de manejar, o al menos eso dicen"-sacudió la cabeza-"De todos modos, concuerdo contigo"-comentó con seguridad, su auto lo probaba. Alertado por el sonido de cadenas, miró hacia adelante y sonrió al ver la grúa.-"Ya están aquí"-anunció de manera innecesaria y abrió la puerta de la pick up, habiendo cubierto con una manta a su bebé.-"Podremos irnos a comer dentro de poco"-la miró sonriéndo y bajó de la camioneta, mirando a un hombre rechoncho, intercambió algunas palabras con él y asintió, entregándole las llaves.


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Off: El dorado le sienta excelente.

- Nah, lo dudo, los músculos de boxeo no son así.- Dije pinchándole el brazo con la punta de un dedo.- Esto es gimnasio puro y duro.- Declaré con mofa.- No te meterás nada raro, ¿No?

Sonreí tranquilamente cuando dijo que defendería a su niña, me recordaba a mi padre y a mi hermano.

- Me recuerdas a mi padre, y por ende, también a mi hermano.- Dije con un suspiro, dejando caer el mentón sobre las manos, que tenía apoyadas en el volante.- Tu hija te mandará a la mierda en cuanto cumpla los 15 años, te lo aseguro.

Le miré por el rabillo del ojo y después volví a mi posición inicial, mirando a la nada.

- Te lo digo por propia experiencia.- Dije con resignación.- Tengo un hermano con complejo de guardaespaldas y un padre con pinta de armario ropero, no conocí a nadie hasta que no me vine a vivir a Oxford porque todos los chicos tenían miedo de terminar en el hospital con las piernas rotas y las entrañas arrancadas por mis dos mastodontes, son como un par de perros de presa, se ponen en guardia en cuanto alguien me mira más de lo moralmente recomendado, lo siento Daniel, estás en peligro de muerte.

Por que sí, efectivamente, me había dado cuenta de lo mucho que me miraba el padre soltero sentado a mi lado, si Derek o mi padre estuviesen delante ya lo habrían estrangulado y le estarían haciendo un interrogatorio, sentandolo en una silla atado de pies y manos con un foco en la cara, preguntandole cuales eran sus intenciones para con ella y bla bla bla.

Sonreí cuando me dio la razón con respecto a lo de la custodia.

- ¿Sabes? Lo que no entiendo es como una madre no pueda querer estar junto a una cosita tan mona.- Dije con pesar, mirando a la niña, suspiré.

Me incorporé cuando escuché el sonido de la grúa acercarse y le miré mientras hablaba con el conductor. Me apresuré a bajar del coche y a quitar los enganches, porque no me había molestado en soltar los coches, guardé la cincha con cuidado, volviendo a dejarla en su sitio, bien amarrada para que no estuviese dando tumbos por ahí y volví a subirme tras el volante.

- Cuando quieras.- Dije una vez dentro.

-"Con que experta en músculos, ¿eh?"-le guiñó un ojo y bufó-"Por supuesto que no, soy médico. Esto es puro esfuerzo"-era inevitable sentir algo de orgullo de estar así de musculado y que no fuera por anabólicos o esteroides. Aunque la verdad era que siempre había disfrutado de estar en el gimnasio y además de practicar deportes extremos como el montañismo que requería de fuerza en brazos, hombros, abdomen y piernas.

Asintió a lo de que su nena le mandaría a la mierda cuando tuviese los quince años-"No crezcas nunca"-murmuró para ella y escuchó con atención, sin sentirse amenazado de todos modos.-"Que bueno que trabajo en un hospital"-bromeó, pero no tenía temor porque no pensaba hacer nada malo. Jill era una mujer preciosa, y no negaría que le atraía profundamente, pero dado que tenía ahora la perspectiva de un padre, él nunca le haría daño, al menos a propósito, a quien era la hija de alguien más, y no sólo porque no deseaba que algo así le sucediera a su hija, sino porque él fue criado para ser una buena persona, no hacerlo sería traicionarse a sí mismo y a sus raíces.

Lo que sí es que se preguntó si la estaba mirando más allá de lo moralmente recomendado, y aunque una parte de él se preguntó si realmente podían culparlo siendo que ella le estaba resultando fascinante, la otra no quiso que él mismo fuese una de esas pesadillas para padres sobreprotectores.

-"Yo tampoco entiendo cómo un hombre puede creer que tener hijos es una pesadilla"-porque hasta el momento, a él le parecía una de las épocas más felices de su vida, con su pequeña en brazos y mirando hacia el futuro, incluso si pasaba lo que Jill decía y a los quince terminaba por mandarle a la mierda.

Una vez que los hombres estuvieron listos y arrancaron, Daniel subió de nuevo a la pick up y miró a Jill, asintiendo para luego colocarse el cinto de seguridad de nuevo. -"Podemos irnos"-sonrió y miró al frente, la calle estaba despejada, por lo que, fuera la ruta que fuera, seguro que llegarían temprano. -"Me gustan mucho los tallarines"-comentó-"antes no me gustaba mucho porque muchas de las comidas chinas tienes ese sabor salado y agridulce que no me gusta"-torció los labios un poco, en desagrado, mientras lo pensaba.