Una copa para el descanso {Stefan.}

Sabía de sobra antes de venir a este lugar que el comenzar sola y sin ningún tipo de ayuda más que el ático de sus padres no sería un paseo de rosas y almohadones, pero tampoco se hubiera imaginado que sería tan sumamente difícil de comenzar. Creía que su reputación en España había sido bastante notada en el resto de Europa, al menos en Italia lo era, pero allí, donde había decidido comenzar, parecía que nadie notaba su presencia. Probablemente exageraba apenas llevaba tres o cuatro día buscando a modelos o músicos o demás artistas con los que trabajar y había conseguido algunos a los que ayudar, pero no los suficientes. Suspiró y recordó que en una de sus muchas caminatas de aquel día un bar restaurante le había llamado la atención Recordando donde estaba se dirigió hacía este con paso decidido y al llegar la primera sincera sonrisa se dibujo en sus labios, aliviada de poder tomarse una una y deliciosa copa. La puerta fue empujada por al fuerza de sus manos y se adentró con el eco de sus tacones contras aquel suelo de madera. El ambiente era relajado y se acercó a una mesa rodeada de sofás donde se dejó caer, molida. Su gran bolso acabó a su lado y su black sobre la mesa. Se acomodó colocándose la camisa de cuadros a tonos pastel y se quitó la abrigada chaqueta por el frío invernal que hacía en el exterior. Su pequeña nariz estaba levemente colorada, dándole un aspecto infantil. Sonrió al camarero con amabilidad mientras la pedía su ya típico baso con hielo de ron con cola, algo a lo que la había aficionado en España. Su móvil entonces comenzó a vibrar sobre la mesa y ella lo miró unos instantes examinando de quien era la llamada; su madre. No pensaba hablar con ella pero se mantuvo con la mirada clavada en el aparato, embobada en el interior de sus pensamientos.