Problema de direcciones [Ziva]

Sábado por la tarde y se encontraba en el taller de mecánica limpiando las piezas del auto que acababa de reparar, era difícil para cualquiera creer que una mujer con el porte que tenía que más parecía una modelo de pasarela internacional, estuviera haciendo este tipo de trabajos, y menos aún que le gustara, a veces le molestaba que la subestimaran e hicieran juicios apresurados sobre ella, pero para eso tenía la mejor forma de callarlos a todos y era demostrándole con hechos que ella era muy capaz, y que por sobre todo usaba su cerebro, disposición y pasión por lo que hacía, lo cual la convertía en una buena trabajadora, se había ganado a algún par de envidiosos que habían alegado que mantenía una relación de sábanas con el dueño del taller para que se llevara los mejores trabajos y eso que solo trabajaba los fines de semana y ganaba lo mismo que los que trabajaban todos los días.

El ambiente de un momento a otro cambió, era raro que lloviera en otoño, pero últimamente ya no se debía de fiar en el clima, había terminado de colocar las piezas en el vehículo y justo cuando estaba guardando las herramientas en la caja su jefe el Sr. Thompson, un hombre de unos cincuenta y tantos, algo canoso y con voz grave que le hacía recordar mucho a su padre le avisó que uno de sus mejores clientes solicitaba su servicio, pero por la lluvia tendría que transportarse hasta la casa de éste, al escuchar el apellido se le hizo familiar, ya había tenido la oportunidad de hacerle un par de arreglos al Sr. Redfield, tenía una gran variedad de autos lujosos, que conocía muy bien cada uno, pero no a su dueño, tampoco le importaba de a mucho, se lo imaginaba un viejo presumido, ostentoso y superficial, pero con un buen gusto para los coches, no rechistó y a cambio aceptó ir, aunque no le agradaba mucho la idea, el Sr. Thompson le prestó uno de los vehículos del taller un Toyota Hilux modelo del año, no era una ostentación pero le agradaba, era un auto cómodo y económico, aunque su preferencia eran las motocicletas, pero por su padre y hermano había desistido a la idea de comprarse una, terminó de meter las herramientas que faltaban en la caja la tomó con la mano derecha, mientras que con la izquierda recibía las llave de la camioneta.

La lluvia era bastante fuerte, pero no tanto para parecer una tormenta, aunque los vientos si lo eran haciendo que se le dificultara la vista en el camino –Tiene más de un auto, de la marca que se le ocurra tener y aun así tiene el descaro de pedir que le arreglen uno de sus tantos- decía para sí mientras conducía por la ciudad –podría comprarse uno ahora mismo si quiere, pero no, tiene capricho por ese- seguía despotricando mientras trataba de ubicarse en uno de los barrios residenciales más lujosos de la ciudad –bueno, no tengo que estar quejándome tanto, gracias a él siempre tengo buen trabajo- suspiró resignada rectificando la casa con la dirección del GPS, se colocó su chaqueta negra, mientras tomaba la caja de herramientas que reposaba en el asiento del copiloto, abrió la puerta del vehículo y salió rápidamente –¡mierda!- exclamó cuando las frías gotas de agua impactaron contra su ropa, corrió rápidamente hacia la entrada de la casa esperando que le abrieran rápido para no mojarse tanto

Había corrido solo un poco protegiéndose de las gotas de lluvia cuando de repente las gotas dejaron de caer, bueno al manos encima de ella, un perfume masculino le alertó y enseguida miró al hombre rubio que la protegía de la lluvia; una vez resguardaron dentro de la mansión tuvo tiempo para hacer un mejor escrutinio de la situación observando todo a su alrededor, la voz del hombre la sacó de su leve evaluación, le sorprendió que el mismísimo Sr. Redfield se halla tomado la molestia de personalmente recibirla, le desconcertó un poco pero sin embargo tuvo que casi morder su lengua para no hacer ningún comentario fuera de lugar, así que se limitó a arquear una ceja –Un gusto Sr. Redfield- le respondió con voz serena y neutral, limpió una gota de agua que resbalaba desde su frente la cual se encontraba un poco húmeda por el agua que alcanzó a impactar su rostro.

-Han hecho días peores, y la lluvia no es excusa para incumplir con responsabilidades- se encogió de hombros –No tiene que disculparse este es mi trabajo- el hombre era demasiado modesto para su gusto, eso la exasperaba, prefería seguir teniéndola imagen de viejo ostentoso y presumido que de hombre maduro, apuesto y educado, así al menos no se sentiría culpable por todas las veces que despotricó mentalmente contra él –y por lo del café, primero veamos su auto- le respondió a su propuesta, no le gustaba familiarizar con las personas desconocidas, por que para ella eran eso, desconocidos.

Lo siguió por la gran casa, y ella solo se limitaba a estar en silencio y observar a su alrededor, la decoración le pareció agradable, un poco ostentosa para su gusto, pero era elegante “cosa de la que yo carezco” pensó siguiendo el camino hasta el garaje, cuando entró no fue para ella sorpresa ver la cantidad de autos de lujo que había, ya que ella había tenido la oportunidad de hacerle pequeños arreglos a varios de ellos, observó el Ferrari y se dirigió hasta donde se encontraba mientras escuchaba el problema que se le presentaba al vehículo –Lo que me quiere decir es que tiene inversa las direcciones?- preguntó con incredulidad, ya que ese tipo de problemas en los vehículos no eran comunes, frunció el ceño y sin agregar palabra alguna, sacó el material de su caja de herramientas, colocando un par de gatos hidráulicos para tener un mejor acceso a la parte inferior del auto, “hubiera sido más cómodo de revisarlo si lo hubiera llevado al taller, pero los hubieran no existen” posó en el piso la camilla rodante para a continuación recostarse sobre esta y meterse debajo del coche, solo con mirarlo se dio cuenta que alguien había colocado mal la caja de dirección, usó las herramientas apropiadas y empezó a corregir tal atrocidad –Sr. Redfield, alguien con complejo de mecánico frustrado le revisó el auto?- le preguntó ácidamente, no por el dueño del Ferrari, si no por aquella persona que hizo tal atrocidad con el auto

Se concentró a trabajar y colocar la caja de dirección en su lugar, mientras escuchaba las explicaciones del Sr. Redfield de lo que probablemente habría ocurrido para tal error, se sintió observada ante esto giró su rostro y allí vio al rubio que la observaba arqueó una ceja y sonrió para sí – Bueno Jack, dime Ziva, las formalidades no me van si no me tratan igual- le respondió un poco más relajada, después de todo el tipo no se había comportado como la mayoría de hombres que la subestimaban e intentaban ligar con ella –Y la verdad es que a nadie le iría mal saber un poco de mecánica, al menos lo básico para cualquier tipo de emergencia o al menos para saber elegir coches, no solo dejarse llevar por la ostentosidad o por que entre más caro mejor- comentó en tono sereno pero algo irónico, aunque sin intensión de ofender –Sin ofender Jack, pero usted debe saberlo- se apresuró añadir para que no se tomara el comentario a mal.

Una gota de aceite cayó en su mejilla, pero no se dio cuenta estaba sumida en su trabajo, terminó de ajustar unas tuercas mientras escuchaba el último comentario de Jack –se estaba demorando- dijo en un murmullo para sí rodándolos ojos, se deslizó en la camilla saliendo debajo del auto y empezó a acomodar las cosas en la caja de herramientas –tengo 21- respondió mirándolo de soslayo pero aún sumida recogiendo sus cosas, le hacía sentir incómoda que adularan físicamente, en realidad ella no ser una mujer bonita, habían mujeres con mucho mas atributos que ella, siempre que se miraba al espejo se encontraba inconforme con su cuerpo, pero no era algo que se lo comentara a nadie –gracias por el alago- contestó en tono neutral nuevamente girándose para quedar frente a él –ya acomodé la caja de dirección, de todas formas le recomiendo que lo lleve al taller para hacerle una evaluación más exhaustiva a ver si no hay más daños- le informó