Little Things {Ziva}

Despertó con sobresalto, incoporándose con rapidez para encontrarse con el salón de su casa en penumbras. Un sudor frío le corría por la espalda y una de sus mano agarrotadas aún sostenía con fuerza el frasco de pastillas que ayudaba a controlar sus trastornos. Aquello la hizo recordar lo sucedido al instante y que su medicación no era tan infalible con a veces deseaba. Con pesadez llenó sus pulmones de aire, mientras dejaba el frasco sobre la pequeña mesa ratona que tenía delante y se levantaba del sofá buscando con nerviosismo lo que produjo la interrupción de su sueño.
- ¿Si? - preguntó una vez lo encontró y tuvo el auricular de su móvil pegado a la oreja. - Todavía sigo preguntándome como es que acepté el que vivieras sola - contestó una voz masculina al otro lado de la línea. A pesar de su adormilamiento no tuvo ninguna clase de problemas para reconocerla. - ¿Por qué no respondías? - reprochó la voz con cierto dejo de dulzura lo que sirvió para que no colgara el teléfono en ese mismo momento. Su hermano, que a pesar de ser menor la sobre protegía de una manera casi excesiva. Bufó inaudiblemente y miró el reloj digital en lo alto de la pared, estaba demás decir que su casa carecía completamente de relojes con manecillas. - Pete, son las cinco y media de la mañana - se defendió, dándole un claro motivo del porqué de su falta de atención al teléfono, todavía le quedaba una hora más para dormir sus clases no comenzaban hasta las siete y como era de costumbre, hacía todo lo más rápido posible para ganar horas de sueño. - Lo sé. En Edimburgo es la misma hora, pero sabes cuanto me preocupo por ti, además quería avisarte que iré a visitarte la próxima semana. - adoraba la idea, pero estaba demasiado dormida como para poder expresar alguna emoción. Abrió los labios para replicar, pero la carcajada de Pete al otro lado del teléfono le interrumpió y su hermano continuó hablandole. - Venga mujer, lávate esa cara y tomáte un café, te llamaré cuando estés despierta. Cuidate pequeña sradag - se despidió su hermano arrancándole una sonrisa al escuchar la palabra final, un apodo que solo él usaba. No pudo decirle nada más, él ya había colgado el teléfono.
Sabiendo que le sería imposible volver a dormir, decidió comenzar su día con tranquilidad, como muy pocas veces solía hacerlo. Se encaminó al baño mientras iba recogiendo del suelo algunas cosas que daban la pauta que la noche anterior no había sido nada buena, por suerte casi ni la recordaba. Esquivó los trozos de vidrio de un porta retratos roto y cerró la puerta del baño con un sonoro golpe.

El agua caliente golpeteando sobre su espalda había conseguido volverla a la vida y tras haber terminado con su aseo se vistió con rapidez y sin demasiada preocupación, unos jeans entubados, una camisa a cuadros en tonos lilas y grices, y sobre ella un buzo de hilo escote en V que cubría parte de sus manos. Consiguió tomar un café y comer unas pocas galletas, le dio el tiempo de guardar sus libros, lapices, la cámara fotográfica y por supuesto sus infaltables pastillas. Con tiempo de sobra partió hacia la Universidad, conduciendo por las calles recién amanecidas con lentitud, hasta que su coche se encontró aparcado en el estacionamiento de la institución. No le asombró ver el lugar semi vacío y por alguna extraña razón se sintió satisfecha, era una de las primeras veces que llegaba temprano. En parte se lo agradecía también a su hermano, del que esperaba ansiosa que volviera a llamarle, ahora que podía razonar se sentía entusiasmada por poder pasar un tiempo más con él.
Se bajó del coche, tomando sus cosas, y como no, golpeándose la cabeza contra el marco de la puerta.

No había cosa que detestara más que levantarse en las mañanas, y más aún si el día anterior había sido un domingo de trabajo pesado en el taller, el sonido de su despertador era persistente y ella se debatía en tirarlo y que terminara como el resto en la basura, o resignarse y apagarlo, al final se rindió y sabía que no podía estar dándose el lujo de mantener a la compañía creadora de los despertadores, pasó su mano derecha por su rostro, mientras que con la izquierda apagaba el aparato, se revolvió el cabello y quedó mirando a la nada tratando así de decirle a su cuerpo que ya era hora de levantarse, con un rápido movimiento salió de la cama recogió a su alrededor la habitación y ordenó rápidamente la ama, era un hábito que tenía que apenas se levantaba organizaba su cama y trataba en lo posible de organizar su habitación, abrió el armario y sacó de allí la ropa que usaría ese día, unos jeans oscuros, una blusa de tirantes blanca, rebuscó en una de las gavetas su ropa interior y colgando la toalla en su hombro izquierdo salió de la habitación en dirección al baño.

Se alistó rápidamente, colocándose la ropa que había dejado tendida en su cama antes de irse a bañar, calzándose unas balarinas negras, las cuales habían sido un regalo de su abuela cuando la fue a visitar en las vacaciones de verano, se trenzó el cabello y se dirigió rápidamente a la cocina para hacer el desayuno; unas tostadas con huevo revuelto y zumo de naranja fue lo que elaboró, comió ágilmente ya que se le hacía tarde si quería llegar a tiempo a la estación del metro y tomar la ruta que la dejaba a unas cuadras de la universidad; dejó los platos en el mesón junto al lavavajillas, se dirigió nuevamente al baño a lavarse la boca y seguidamente a untarse un poco de maquillaje, polvos facial y algo de brillo para los labios, volvió a su habitación tomando su bolso al pasar por la cocina escribió una nota a las chicas avisándoles que el desayuno se encontraba listo solo era calentarlo en el microondas y partió a la estación del metro.

El viaje del apartamento a la universidad le tomaba media hora y si tomaba el bús se demoraba quince minutos más y le dejaba dos cuadras más que lo que le dejaba si iba en metro, por eso siempre trataba de alistarse temprano para no faltar, en el camino se puso a escuchar música a través de su ipod distraídamente como siempre lo hacía.

Pronto llegó a su destino y prosiguió el resto del camino hacia el destino final -Let the wind carry you home, blackbird fly away, may you never be broken again- cantaba en murmullo mientras caminaba por el andén, unos metros más y el gran portón le daba la bienvenida a la prestigiosa universidad, observó a su alrededor y había poco personal, era normal, no muchos alumnos matriculaban clases tan temprano por la mañana, saludó con una media sonrisa al portero mientras se abría paso por el estacionamiento, a pocos pasos detuvo su paso mientras dirigía su mirada a los vehículos aparcados, suspiró con nostalgia ya que su apreciado auto un Metallicar, tuvo que ser dejado en Estados Unidos, quitó los auriculares de sus oídos ya que había reconocido la dueña de uno de lso vehículos aparcados, sonrió para sí y se encaminó hasta su gran amiga, a pocos centímetros se dio cuenta del golpe que se había proporcionado con la puerta del vehículo –hay formas más efectivas y menos dolorosas para que el cerebro funcione y salga del letargo mañanero- dijo divertida a Roxanne, era costumbre de Ziva sus chistes ácidos y su humor negro, muy pocas personas lo entendían y muy pocas se lo tomaban de la forma adecuada -según tengo entendido el cerebro puede parecer una máquina pero no lo es, así que por más que lo golpees no se arreglará- agregó al final mientras le echaba un vistazo preocupado a la cabeza de su amiga

El frasco de pastillas resbaló de su mano al impactar su frente contra el frío metal, había conducido todo el camino aferrando el recipiente blanco sin darse cuenta. Le gustaba tenerlas a la vista, o tener la certeza de que estaban cerca, de otro modo se sentía vulnerable y los nervios florecían con audacia amenazándole con atacarle. - Maldita lata - se quejó mirando con desdén a su coche, una vieja Ford Falcon que había conseguido comprar con sus ahorros y que hasta ahora le daba más problemas de los que había solucionado. Se colgó su bolso al hombro y se bajó frotándose la frente con el dorso de la mano, desacomodando sin querer su flequillo. De no saberse tan torpe posiblemente habría protestado más, pero otro golpe más en su extenso prontuario no le significaba nada importante, por lo menos ésta vez no había sido suficiente como para hacerla sangrar, una ventaja sin duda, ya que posiblemente habría desencadenado reacciones mucho peores a causa del nerviosismo. Casi podría asegurarse que no sería así, pero ella vivía presa del pánico que le ocasionaban sus ataques y temía que la cosa más mínima pudiera despertarlos.

Una vez que sus torpes pies reposaron sobre el pavimento cerró la puerta de su coche con fuerza innecesaria. Una voz particularmente familiar le interrumpió cuando se dispuso a recoger sus pastillas y volteó el rostro en el acto, encontrándose con las delicadas facciones de una de sus mejores amigas. - Ya sabes cuan lejos llega mi masoquismo - respondió regalandole una leve sonrisa a su amiga antes de agacharse a recoger el frasco de pastillas.
Una vez se encontraba nuevamente erguida delante de su amiga volvió a frotarse la frente con inercia. - Maldición, y yo que pensé que podría servir para algo - bromeó frunciendo el ceño con falsa molestia, aunque una sonrisa delatora afloró antes de que su mueca se hiciera creíble. Ziva le inspeccionó rápidamente, conocía aquella clase de mirada, por lo que se apresuró a negar rápidamente con la cabeza, en señal de que todo estaba bien. - Todo el tiempo me sucede, no hay de que preocuparse - le informó quitandole importancia al asunto.

- ¿Qué tal va todo? - le preguntó mientras se recargaba contra su coche y jugaba con el frasco haciéndolo girar entre sus dedos.

Observó atentamente a su amiga, le regaló una sonrisa sincera mientras que con su mirada analizaba todo, sabía que muchas veces esa actitud suya incomodaba a los demás, pero no podía evitarlo, era algo que hacía inconcientemente, y más aun cuando se trataba de un ser querido, siempre se preocupara de que estuvieran bien, su superficial inspección se detuvo en una de las manos de Roxanne que sostenía un frasco del que deducía era algún medicamento, frunció un poco el ceño para luego solo soltar un suspiro, metió sus manos en los bolsillos frontales de sus jeans mientras escuchaba el comentario –a golpes nunca las cosas van a funcionar como queremos- respondió encogiéndose de hombros –pregúntaselo a mis despertadores- añadió con una ligera risa –porque lo sé es que me preocupo- dijo rodando los ojos, siempre erala misma discusión tanto con Audrey como con Roxanne –como tienes la costumbre de darles efusivos saludos a cada objeto que se te cruza- le dijo en tono irónico –a veces pienso que tanto Audrey como tú son así como estilo X-Men, tienen una atracción hacia el piso y demás que creo que son las hijas perdidas de magneto- decidió bromear al final, a veces se pasaba de sobre protectora con ellas, pero las quería muchísimo, eran como sus hermanas.

Se recostó en el auto siguiendo el ejemplo de su amiga, se encogió e hombros sin sacar las manos de sus bolsillos –lo mismo de siempre- respondió con un suspiro cansino –ayerme tocó trabajar con el motor hemmy V8 5.7L, aún no entiendo como es que a una preciosidad como esa lo estropean tanto, niñatos que no valoran lo que tienen- dijo en un leve tono de molestia mirando hacia el cielo, ya que si ella tuviera la oportunidad de tener un buen auto que no le haría, sus pensamientos viajaron un poco hacia su viejo pero muy valorado auto que tenía en su casa y no evito hacer una mueca –¿que tal la llevas tu?- le devolvió la pregunta volviendo su vista a Roxanne

Su amiga detuvo los ojos en el frasco de pastillas que llevaba en las manos, a Ziva nunca se le escapaba nada. Se encogió de hombros y apartó la mirada de la de su amiga, como una pequeña a la que acaban de regañar por haber hecho una travesura, sin tener ni idea del porque de esa reacción. Nunca se había sentido demasiado cómodo hablando de aquel trastorno suyo, aunque Ziva era una de las pocas personas que más o menos conocía la historia, aún así, Roxanne siempre solía evitar el tema cada vez que salía a colación. Agradeció que en aquel momento no lo sacara a relucir, y aprovechó el momento en que le habló para deslizar el frasco dentro de su kilométrico bolso, y dejarse evadir con el momento. La risa fue inevitable al escuchar lo de los despertadores. - Tranquila, cielo, en serio no es nada que esté fuera de control - volvió a tranquilizarle cuando ella expresó su preocupación nuevamente. - Si no he muerto después de veintitrés años, créeme que ya nada podrá matarme - bromeó, llevando su mano hacia el hombro de su amiga, aferrándolo con cariño fraternal. Roxanne tenía un extenso historial de golpes, cortadas, quemaduras, caídas y hasta mordidas, todavía no tenía claro si se había acostumbrado a aquello o simplemente resignado. La risa escapó otra vez, le había gustado la comparación. - Ojalá tan solo me golpeara con cosas metálicas - respondió con una media sonrisa volviendo a encogerse de hombros.

Ziva se recostó a su lado, y ella se volteó un poco hacia uno de sus lados para poder observar mejor a su amiga. Por más que prestó atención, como solía sucederle se perdió cuando terminó de pronunciar el nombre del modelo del motor y se limitó a asentir con la cabeza como si fuera experta en coches. - Niñatos... - secundó con una sonrisa divertida, intentando falsear una expresión de seriedad que Ziva no tardaría en reconocer. - Ya sabes lo que dicen... Lennon le da pan al que no tiene dientes - murmuró a continuación haciendo una mueca con los labios. Suspiró con profundidad cuando le devolvieron la pregunta, su vida no era tan entretenida como para tener mucho que contar, pero de todos modos se esforzó en buscar algo. - Nada demasiado interesante... solo espero que mi hermano vuelva a llamarme, tuvo la decencia de hacerlo a las cinco y media de la mañana - sonó más bien como una especie de protesta a un simple comentario. - ¡Oh! Por cierto... tengo algo que mostrarte - dijo reprimiendo el entusiasmo. - Realmente no sé si sea bueno, nunca he hecho ésto antes y tú obviamente puedes juzgarlo mejor que yo - continuó, mientras revolvía en su bolso hasta sacar de éste un block de hojas de dibujo, extrayendo la hoja suelta, para entregársela a su amiga. En ella, cuatro ángulos diferentes de un auto se veían con claridad, el negro era el color que más resaltaba, pero había intentado esmerarse en el diseño. - Es una Smith & Wesson, modelo 29 - habló apuntando con el dedo al arma que había dibujado en la parte lateral trasera de la carrocería, ese era su revolver favorito. - Es de doble acción, fue la primer arma que disparé en mi vida, mi padre me enseñó a hacerlo - volvió la vista a su amiga con una sonrisa rememorando el momento, desde ese entonces su afición por las armas de fuego había ido en ascenso. - Casi me rompo la nariz con esa cosa - murmuró por lo bajo. Señaló la parte delantera, donde una bala con una forma bastante peculiar estaba adornada con escritos en gaélico escoces y tribales. - En fin... estoy segura que no es nada del otro mundo, he visto diseños asombrosos en internet - terminó dejando caer la mano al costado de su cuerpo nuevamente.

Volvió su vista al frente mirando hacia nada en particular mientras escuchaba a su amiga, la miró de reojo y soltó una risita cuando esta le siguió la conversación de la referencia del motor que había citado, pues sabía muy bien que Roxanne sabía de autos como sabía de lo que ella sabía de moda, nada, solo compraba ropa con la que se sentía cómoda, suspiró audible cuando escuchó el segundo comentario –ya ves- comentó encogiéndose de hombros aun con sus manos dentro de los bolsillos delanteros de sus jeans –me dieron ganas de un cigarro- agregó al final haciendo una mueca, no le gustaba que últimamente encontrara en el cigarro una forma de relajarse, sin embargo sacó de su bolso una caja y un encendedor, mientras su amiga le comentaba algo de el hermano menor.

Luego de encender el cigarro Roxanne llamó su atención con una hoja de papel el cual tenía un dibujo, lo tomó con su mano derecha mientras que con la izquierda sostenía el cigarro, observó detalladamente el dibujo apreciando cada detalle, le dio otra calada a su cigarro “S&W modelo 29” observó mentalmente para luego Roxanne confirmarle sus suposiciones –por lo que observo es de cañón corto- comentó mirándola de reojo, rió un poco cuando le dijo que casi se rompe la nariz intentando manipularla –con tu capacidad innata de golpearte no me sorprende- le bromeó –no, ya enserio, es lógico que casi te rompas la nariz, ya que su doble acción tiende a desestabilizarte al accionar el gatillo- comentaba, le dio otra calada al cigarro, luego de expulsar el humo añadió –es un buen arma, no la mejor, lo fue en su época- volvió el rostro a su amiga mientras que tiraba la colilla del cigarro a medio terminar y la pisaba con su zapato –no digas tonterías, es un excelente diseño, los detalles que le has hecho, lo hacen únicos, el escrito escocés y el tribal le da un toque original- le alabó señalando cada parte –aunque te recomendaría que para afianzar tu puntería uses una pistola de acción simple, tengo una en mi poder, me la obsequió mi padre, es una Browning GP 35, es más es más factible alinear los órganos de puntería, puedes disparar en modo repetición, semiautomático y en ráfaga, a diferencia del revólver que al ser muy potente, como te señalé al principio hace que pierdas estabilidad, sin embargo no está demás aprender a usar todo tipo de armas- le comentó exponiendo su conocimiento en armas, ya que desde niña el aprendizaje de estas era esencial para su educación -¿Qué calibre tiene?- le pregunto con interés