Falta de actividad produce... (Tobe)

Me sentía como un extraterrestre entre todos aquellos libros. Lo sé, los estudios nunca habían sido mi fuerte y había evitado tocar un libro como si me diese alergia desde que tenía uso de razón. Siempre había sido muy tozuda y eso me había llevado a centrarme en algo con extremada facilidad y a obsesionarme con lo que realmente era mi pasión: el baile. Discipilina artística que por supuesto nada tenía que ver con los libros y hacía mucho más sencillo que alguien como yo se enamorase de ella. Pero, ahora que me veía impedida por el esguince que me había hecho en la pierna devido a una mala caida, me había dado cuenta de que tal vez iba siendo hora de buscar una alternativa, de abrir una puerta por si las moscas. Estaba entre la espada y la pared, las deudas eran cada vez mayores y por mi lesión poco o nada era lo que yo era capaz de hacer para lograr dinero. Por eso, y para evitar tener que volver con el rabo entre las piernas a casa de mis padres, había decidido pensar en sacarme algún cursillo de lo que fuera que me ayudase a encontrar trabajo. Todavía no tenía muy claro qué es lo que quería estudiar así que pensé que en la biblioteca, entre tantas opciones podría decantarme por una.

El caso es que aquello era un inmenso mar de páginas y mis ojos eran tan solo dos. Empecé por la sección de económicas y fui pasando por las matemáticas y la física. Estaba claro que los números no eran para mi. Continué mirando libros sobre quimica y demás ciencias que me resultaron igual de tediosas. Yo era una mujer de arte, humanista a más no poder. Dejé de andarme con tonterías y me lancé a la captura de mi verdadera pasión acercandome a la sección de historia del arte y de la expresión corporal. Tomé varios tomos que me resutlaron atractivos, para qué negarlo, por su portada, y me aventuré a buscar algun rincón en alguna mesa. El esguince me hacía cojear pero con la cabeza bien alta no permitía que eso me avergonzase, estaría medio coja pero si alguien me decía algo podía darle con la misma agilidad que siempre.

Caminaba entre las mesas cuando a lo lejos distinguí a alguien que estaba casí segura no habría encontrado allí. No me lo podía creer. Al principio pensé que me lo estaría inventando, pero no, era él, era Gregory. Se trataba del chico con el que había compartido algo más que palabras semanas atrás y de quien había salido huyendo al día siguiente antes de que se despertase. No sabía por qué lo hice, simplemente me entró el pánico y no recordaba casí nada de la noche anterior. Estaba segura de que lo que hice no estuvo bien pero desde luego que no tenía ganas de enfrentarme en esos momentos a mis errores, bastante tenía ya con desembolverme en aquel lugar alejado de mi habitat natural. Aunque el karma no parecía estar por la lavor de ayudarme, como si de un complot divino se tratase mi cojera me hizó perder el equilibrio repentinamente y caí al suelo causando un gran estruendo al caer conmigo los libros que llevaba a cuestas. "Tierra tragame" pensé.

No estaba acostumbrada a caerme, a perder el equilibrio y quedar como una estupida muñequita torpe. Ni siquiera con los tacones que me hacían llevar para los expectaculos en el bar, esos que impresionaban incluso sin verlos puestos, había dado un solo traspies. Mis pies eran ágiles y estaban entrenados para amoldarse a cualquies situación, no en vano me había pasado la mayor parte de mi vida en un estudio de ballet, por lo que al verme en el suelo con todos mis libros desperdigados necesité un par de segundos para asimilar lo ocurrido. Ántes de que yo pudiera reaccionar y comenzar a apilar los libros o a tratar de levantarme, un par de chicos se acercaron y me atosigaron a preguntas como qué tal estaba y demás. Yo que todavía estaba descolocada por la nueva situación que me había tocado vivir no pude más que responderles asintiendo con la cabeza y repitiendo la palabra mágica "gracias" más veces de lo requerido. Mis megillas habían comenzado a colorearse, me estaba poniendo nerviosa y eso nunca me había traido nada nuevo. Sabía que él estaba por ahí cerca y tenía que marcharme o escoderme, cualquier cosa con tal de evitar un reencuentro. Me estaba acelerando y había pasado de no comprender nada a agitarme con impaciencia buscando el modo más rápido de alejarme de allí. Pero no por más ansia que yo tuviese las cosas iban a salir mejor, todavía tenía a un grupo de desconocidos mirandome que no me dejarían desaparecer con disimulo. El karma me odiaba.

Un chico me tendió los libros y yo le miré con una sorrisa fingida y se lo agradecí. Entonces, otra voz se dirigió a mi y sin saber lo que me esperaba me giré como una idiota. Me encontré frente a frente con el origen de mi ansia, con la causa de mi nerviosismo y me quedé muda mientras mis megillas se sonrrojaban más de lo que ya lo estaban. Asentí de forma estupida y tomé su mano a sabiendas de que una vez hecho esto ya no tendría escapatoria. ¿Cómo podía haber pensado que despues del estruendo causado él no se percataría de mi presencia? Mientras me impulsaba hacia arriba para ayudarme a levantar me sumergí en sus ojos como si quisiera rescatar de ellos los retales de lo ocurrido noches atrás. Era él, de eso no había duda. Siempre me habían dicho que poseía el don de ver a las personas, pero en realidad lo que hacía era captar la mirada de mis interlocutores. La suya era fria, pero se veía un calido mar atrapado en su interior, algo que desde el primer día que nos vimos me había atraido.

Al levantarme sentí que me fallaba el pie por lo que sin pedir permiso me vi en la obligación de apollarme en él, en su hombro. Indomable, entre mis labios asomó una mueca de dolor mientras mis manos buscaban el apollo necesario en él para poder seguir depies. La gente que me había rodeado segundos atrás comenzó a dispersarse y el chico que había apilados los libros los dejó sobre la mesa más cercana. -Soy imbecil...- Murmuré más para mis adentros que con intenciones de ser oida. Después giré el rostro hacia él y le mire como si con los ojos le estuviese pidiendo que me perdonase, que no me guardase rencor. -Seguro que me odias, pero...-no encontré escusa alguna y avergonzada volví a fijar la mirada en el suelo. ¿Cómo podia escusarme si ni yo misma sabía que me había llevado a salir corriendo?

Off: Perdona la tardanza, es que tuve un fin de semana movidito xDD