Día de trabajo [Tobe]

por **Nathan Scofield** Lun Mayo 23, 2011 5:45 pm

Hoy me tocaba trabajar, ayer había sido mi día de descanso y lo había aprovechado bastante bien, aunque sinceramente me había quedado con ganas de más.
Mis padres habían gastado el poco dinero que tenían en los mejores médicos para que consiguieran sacarme adelante, o eso era lo que me habían contado, ya que sinceramente yo no me acordaba de nada. Debido a estos gastos imprevistos no había podido ir a la universidad, puesto que mis notas no eran tan altas como para que me concedieran una beca, ese era el motivo por el cual estaba trabajando ahora mismo. Necesitaba ahorrar un poco de dinero para pagarme yo mismo la universidad, ya que quería ser un chico de provecho y el día de mañana sacar una familia adelante, aunque eso era un futuro bastante lejano.
Cuando llegué al bar me metí detrás de la barra y suspiré apoyando mis codos en ella, al parecer hoy no iba a venir mucha gente, al menos por el momento, ya que había cuatro personas contadas jugando al billar. Esperaba que el día se mantuviera así, ya que hoy estaba demasiado vago como para trabajar mucho

por **Tobe B. Jagger** Mar Mayo 24, 2011 9:31 am

Es increible como cambía la vida en poco más de un año. 399 días, ese era el tiempo que había pasado desde que había dejado de creer que podría alcanzar el cielo con la punta de mis dedos de haberlo deseado. Había pasado de soñar con noches de locura y pasión con mi antiguo novio mientras triunfaba en los escenarios alejada de mi familia a dejar de creer que existiera algo mejor para mi. Pero, al final, los sueños sueños son y tan solo una pequeña parte de mis aspiraciones había llevado a la realidad: estaba alejada de mi familia. Me había escapado de casa y ahora vivía en el barrio más marginal de la ciudad, rodeada de mugre y rencor. Me despertaba todas las mañanas deseando no pensar en Nathan del mismo modo que él no me recordaba a mi, borrarlo de mi mente y fingir que nunca había existido. Pero eso nunca ocurría. Al menos mi carrera en los escenarios parecía estar viento en popa, pero ahora que no tenía a nadie con quien compartir mi exito este no me satisfacía. Me sentía perdida en mi propio caos y no sabía a dónde ir para poder enterrar mi cabeza y olvidar de una vez por todas, pensar era una tortura. Por eso las drogas habían comenzado a visitarme más amenudo que de costumbre, ellas me ofrecían un mundo de ignorancía y olvido difícil de rechazar.

Caminaba lentamente por las calles de la bulliciosa ciudad con un pitillo entre mis labios. El taconeo de mis zapatos lograba atraer las miradas de la gente y no era de extrañar, ¿Cómo no se iban a quedar pasmados al ver a una mujer contonearse sobre semejantes tacones? Iba vestida con el uniforme del trabajo, es decir, un vestido ajustado de cuero y unas botas de 20 centimetros de tacón. Me avergonzaba tanto mi vestimenta que no era capaz de salir a la calle sin la gabardina gris larga que mantenía al menos el vestido encubierto, pero nada podía hacer con los tacones. Para poder pagar el alquiler de mi apartamento había tenido que buscar un trabajo, no me bastaba con el sueldo de profesional del ballet, necesitaba más. Como lo único que se me daba bien en la vida era el baile no me quedó más remedio que meterme en el mundo de la noche y terminar bailando en un garito de mala muerte, ser gogó. No era mi sueño pero tenía que ganarme la vida y hoy me tocaba currar. Subirme a la tarima al ritmo de eso que la gente llamaba música era para mi una tortura. Yo que tenía el baile como el más sagrado de las artes tenía que contonearme como si me estuviera entrando un ataque epiléptico. Sacrilegio le habría llamado en otros tiempos, pero ya no.

Como había salido demasiado pronto de casa tenía un par de horas libres antres de entrar a cubrir mi turno así que decidí entrar al primer bar que encontré abierto para poder nublar un poco mi juicio y no ser tan consciente de lo que iba a hacer. Entré y me senté en la barra mientras miraba distraida el lugar, nunca había estado allí, no al menos que yo recordase.

por **Nathan Scofield** Mar Mayo 24, 2011 10:08 am

Seguía apoyado en la barra, mirando como los chicos jugaban al billar, la verdad es que mi trabajo a veces era un poco aburrido, pero sincermente prefería estare así de aburrido que sirviendo a mil personas a la vez como solía pasar cada día. Siempre terminaba realmente agotado mi jornada de trabajo, pero hoy parecía que la noche iba a estar tranquila y que no iba a salir rebentado de aquel lugar.
Suspiré al ver a los chicos del billar hablar, reír y chocar las manos por una maravillosa jugada. La verdad es que yo anhelaba todo eso. Desde que había despertado del coma no había hecho nada igual con mis amigos, la razón de ello era que no sabía quiénes eran mis amigos, por el simple hecho de que ni si quiera me acordaba de nadie, ni si quiera de mi propia familia. Ladeé mi cabeza a un lado intentando sacar aquellos pesamientos de mi cabeza, en el mismo momento en el cual la puerta del bar y una chica en taconazos altos entraba. Le miré con una ceja alzada y me acerqué a ella cuando se sentó y dibujé una sonrisa en mi rostro. -¿Que vas a tomar?.- Le pregunté esperando una respuesta por su parte

por **Tobe B. Jagger** Mar Mayo 24, 2011 4:24 pm

Claramente Dios me hizo atea por algo, de no haber sido así no podría haber comprendido como si él era todopoderoso y nos controlaba a todos con sus divinos dotes podía permitir que aquel del que quería olvidarme se presentase ante mi. Tenía que ser una maquiavelica estrategia del destino para torturarme o sino en otra vida debía de haber sido mala malisima y era hora de pagar por mis pecados. Me quedé sin habla mirando so rostro que para mi era perfecto y no pude más que balbucear como una idiota mientras me hundía en sus azules orbes. ¿Qué he hecho para merecer esto? Pensaba. No podía creer que ni siquiera me hubiese reconocido después de todas las horas que había pasado en el hospital junto a su cama tanto antes de que se despertase como cuando ya estaba lúcido. Le había intentado meter en la cabeza una y mil veces quien era yo, pero de nada había servido. Él me seguía mirando como si de una desconocida me tratase. Mi mirada se tornó en anhelo por lo perdido, en un deseo por sentir de nuevo sus abrazos y esto derrumbó en menos de un segundo mi barrera de autoprotección. ¿Cómo podía perder tan rápido la fuerza de voluntad después de tanto tiempo asegurandome a mi misma que ya nada de esto me importaba?

Tarde en reaccionar, pero lo hice. Tras un par de balbuceos sin sentido logré articular palabras coherentes.-Un bourbon, y llena el baso todo lo que puedas.-Le dije. Me habría gustado gritarle, decirle que me mirase a los ojos y que me admitiese que no me conocía, pero no me atreví a hacerlo. Sentía vertigo y sabía que para obtener el impulso que necesitaba sería indispensable que el alcohol corriese por mi venas. Me sentía estupida e impotente mirandole de aquella manera, como si de él dependiese mi felicidad en el mundo. No podía apartar la mirada de él y tampoco quería.

por **Nathan Scofield** Mar Mayo 24, 2011 6:07 pm

Noté como aquella chica me miraba de una forma un tanto extraña. Alcé una ceja mirándole sin comprender muy bien qué era lo que estaba pasando. De repente la chica al verme parecía haberse puesto nerviosa, balbuceaba cosas que yo no podía entender y sinceramente dudaba mucho en que ella lo hiciera. Nunca me había pasado esto con nadie en el bar. Muchas se acercaban a mí y me decían lo guapo que era y esas cosas, cosas a las que ni si quiera prestaba atención, pero la reacción de aquella chica me había desconcertado demasiado, me miraba de una forma extraña, parecía como si me conociese, y ahora que me fijaba su rostro se me hacía algo familiar. Ladeé la cabeza a un lado y a otro sacando aquellos pensamientos de mi cabeza, no la podía conocer, no había visto a esa chica en mi vida, o al menos eso era lo que yo creía.
Al fin la chica contestó y asentí con la cabeza para después darme la vuelta y preparar lo que me había pedido. En pocos segundos su vaso ya estaba en la barra frente a ella. -Aquí tienes.- Le dije dibujando una leve sonrisa en mis labios. La verdad es que hacía mucho que no sonreía, pero en el bar tenía que ser amable con los clientes, así que el primer paso para ser amable era una sonrisa. Me quedé mirando a la chica nuevamente, la verdad es que no parecía estar muy agusto. -¿Estás bien? ¿Te ocurre algo?.- Pregunté sin apartar mi mirada de ella

por **Tobe B. Jagger** Jue Mayo 26, 2011 5:59 pm

Le contemplé como una idiota mientras él se alejaba para traerme lo que había pedido. No podía evitar mirarle con añoranza, comermelo con los ojos, como si pensase que podría retenerlo a mi lado como antaño con tan solo una mirada. Pero las cosas no eran así, ya no había nada y lo peor de todo es que ni siquiera él recordaba lo que un día huvo. Llevé mis manos temblorosas por culpa de la rabia y el nerviosismo que se estaban agolpando en mi a mis labios y comencé a practicar mi más asqueroso de los hobbies: morderme las uñas. No soportaba hacerlo, más que nada porque se agrietaba el esmalte de uñas y me daba un aire de inseguridad que no iba nada con mi carácter. Él trajo mi bebida y se quedó mirandome, sabía que por mucho que me hubiese olvidado, no podía pasar por alto mi atormentada mirada y la forma con la que le contemplaba. Asié la copa con las dos manos y en un desesperado intento de calmar mis atacados nervios me bebí su contenido casí por completo de un trago. Sentí el calor del boubon bajar por mi garganta y azotar mi estomago, pero no podía pararme a pensar en el alcohol que en poco más de un minuto comenzaría a atacar mi sensatez, mi atención estaba puesta en él.

El valioso licor tan solo logró calmar mis nervios, pero nada podía hacer con la rabia y la ira que dominaban mis actos y poco tardarían en salir a flote. Él, oportuno cual niño que trata de meter el dedo en la llaga, me prguntó a ver si estaba bien y esto me sacó por completo de mis casillas estando yo en el estado que me encontraba. Me levanté dejando la copa sobre la barra y le miré con más incredulidad y desprecio grabado en el rostro del que había sentido jamás. -¿QUE QUÉ ME PASA?-le grité escupiendo todas y cada una de las palabras pronunciadas-¿Es que no sabes quién soy?-le pregunté desesperada. Aparté la mirada por unos segundos y tomé aire intentando serenarme, pero cuando le volví a mirar el odio no se había borrado de mi expresión[color0BROWN]-Nathan Scofield, no sé como tienes el valor de preguntarme eso después de todos los días que pasé junto ati en el hospital.-[/COLOR]dejé caer de manera más premeditada y serena aunque con el resentimiento latente en cada una de las palabras.

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