Un trabajo no es trabajo si no deseas irte antes. [libre]

Haber tomado ese turno en la cafetería había sido su gran error, pero Phillip trataba de olvidar que iba a ser una noche larga en su trabajo. A veces amaba trabajar, a veces amaba quedarse en su casa leyendo un buen libro, pero necesitaba las horas demás, y no podía escaparse de la vida como si nada. No era su estilo de vida.
Limpiaba la mesa 2, una de sus favoritas por lo cerca que estaba del mostrador, era algo obsesivo con la limpieza así que estuvo un buen tiempo pasando el trapo limpio por la madera resplandeciente limpiando lo limpio. Sonaba under pressure de Queen, muy bajo, logrando una sonrisa que no podía evitar. La banda favorita de su madre, con la que había nacido y nunca iba a olvidar. La música incentivó su humor y quiso creer que iba a ser un mejor día, o lo poco que quedaba de la noche. Por mas que muchos estudiantes serían felices saliendo, él era feliz sentándose en su casa y mirar a su madre de lejos. Era tranquilo, hasta el punto aburrido. Solía aburrir a la gente, no podía evitarlo. Muchas mujeres se le acercaban pero él era tan aburrido que ellas terminaban marchándose, se había rendido en ese tema, prefería pensar en sus estudios.
Levantó la vista para observar varios estudiantes en su mundo, leyendo o hablando entre si, una que otra pareja a lo lejos en la tranquilidad de la que era su cafetería preferida, no sólo por ser su parecida.
Al dejar la mesa, acomodó una que otra silla por obsesivo y se acercó al mostrador, limpiándolo inconscientemente antes de apoyarse, mirando a la gente con cierto aire perdido, ignorando si alguien entraba o salía.

Moria de hambre. No sabía de donde había sacado la fuerza para sacar bajar doce pisos por las escaleras y cruzar la calle. Bueno, la verdad si lo sabía, los pequeños dulces con una gran concentración de azúcar servían para algo al final de cuentas. Y es que la mañana no inicio exactamente como lo planeaba, todo gracias a que decidió salir de fiesta un día antes intentando ignorar la sesión de fotos en su agenda pero esa mañana cuando llego a casa su madre se limitó a llevarla al auto para una sesión de maquillaje y prueba de vestuario. Las reglas eran las mismas que una operación, no se le permitía consumir alimentos por al menos dieciséis horas antes y esa era su perdición, el no ser precavida y haberse saltado horas antes la comida pensando que podría engañar a su madre fingiendo un dolor de estomago la privaron de alimento por mas de 24 horas.

Esa era una de las peores torturas para Aline, porque adoraba la comida. Al bajar del edificio en la noche, después de que el fotógrafo se aseguro de haber captado cada ángulo con su cámara, vio una cafetería justo enfrente, su salvación. Apenas entró sintió el suave calor que invadía el lugar y busco una mesa para sentarse y tomar una cena, aunque esta consistiera en una taza de expresso y un montón de pastelillos.

Lip estaba distraído hasta que escuchó la campanilla que estaba detrás de la puerta de la cafetería. Alzó la vista sin sorprenderse, cuando una chica se sentó en una mesa a lo lejos. Había poca gente, y las únicas personas que habían estaban atendidas. Pocos compañeros tenían, por lo que caminó hasta la mesa de la chica, simpático, a pesar de su cansancio por no haber dormido casi nada.
- Hey... -miró unos minutos a la chica, dejando el menú en la mesa casi distraídamente, aunque aun atento de sus movimientos. La observó unos minutos, pero no comentó nada, sólo la observó. No era como los demás hombres, que comentaban cosas en su cabeza, no iba a comenzar a charlar con su cabeza lo guapa que era la chica frente a él, no servía. - Parece que necesitas un café, un buen café. -casi se rió de su persona. ¿Se podía ser mas patetico?

El cambio de temperatura comentaba a sentirse un tanto drástico, dado que afuera deberían rondar los doce grados, por lo que se desprendió de su abrigo dejándolo a un lado, junto con el resto de sus cosas. Nada más que un par de lentes de sol, que no le servirían mucho en la noche y su bolsa que más bien parecía una cartera. Escuchaba la voz de su madre en su cabeza hablando sobre las responsabilidades de una chica, supuestamente ella debería estar dormida en este momento pero creía fervientemente en que no existían ojeras que un buen maquillaje no pueda cubrir. Observo a uno de los meseros acercarse a ella y le dio gracias a Buda, Ra y Cristo porque finalmente tendría algo en su estomago. Una vez que el chico estaba en la mesa lo escucho hablar y sonrió. Cuanta razón tenía, un buen café era lo que necesitaba en ese momento o de lo contrario caería dormida en la mesa, además, ¿cuál era el punto de visitar una cafetería y no probar el café?

-Leíste mi mente-contestó sonriente mientras ojeaba el menú rápidamente, a pesar de que ya tenía en mente que pedir-Un expresso doble por favor, y después una hamburguesa con queso y con una malteada.

Si, era medianoche e iba a introducir una avalancha de calorías a su cuerpo, para después ir a su casa y duplicarlas con el sueño pero ya habría tiempo mañana para preocuparse por eso, nunca antes se preocupó por eso y no comenzaría ese día. Se fijó en el chico un segundo después de ordenar, lucia igual o mucho mas cansado que ella y aun así trataba de parecer amigable, increíble.

-Así que turno nocturno, lo peor del mundo sin clientes que te mantengan ocupado, supongo.

Tomó la pequeña libreta que solía tener en su bolsillo y mientras escribía, alzó las cejas sorprendido por todo lo que pedía. Se detuvo a mirar si estaba en lo correcto, en la mesa correcta, o se había ido a la de otra persona con demasiada hambre. Porque esa chica, con ese cuerpo tal delgado... ¿adonde iba a entrar toda la comida?
- ¿La cena de mañana también pido? -bromeó, no solía diferenciar cuando era bromista o cuando se ponía molesto. Lograba lanzar esos comentarios que a una persona le podrían molestar. No sabía cuando a la gente le podía doler sus tontos e inofensivos comentarios. El mostrador no estaba lejos, por lo que dejó el papel en él, y al dejarlo, volvió a mirar a la chica que volvía a hablarle.
Solía suceder eso con los clientes que Phillip atendía, siempre volvían para hablarle o porque era tal vez el único simpático en todo Londres, era una lastima que Lip cambiara de trabajo todo el tiempo.
- Pensé que iba a ser más movido -admitió con cierta sinceridad y angustia, encogiéndose de brazos, volviéndose un poco a ella. A la gente le agradaba hablar, bueno... a muy pocos. - Pero como ves casi nadie viene a una cafetería de noche, los bares son mejores. Y suelo atender bares pero... -se detuvo, estaba hablando mucho.

Rió ante la actitud del chico para después llevarse un par de dulces a la boca, eran pequeños y lo mas seguro era que se disolvieran antes de que llegara el café. No era que necesitara mas azúcar, su orden no tardaría demasiado cuando la cafetería se encontraba casi vacia, sino que aquellos dulces mantenían su boca ocupada, así no sentiría la necesitad extrema de fumar. Y es que fumar en espacios cerrados era algo que le desagradaba, no iba a condenar a las personas a su alrededor, sabia las estadísticas sobre el cáncer en fumadores pasivos y eran monstruosas, “tal vez cuando saliera de aquí”-pensó.

–Y la del dia siguiente a eso también, solo comprueba la bodega y asegúrate de que no deje al negocios sin suministros.-respondió en tono bromista. Muchas veces su madre y amigos le comentaban que comía igual que un hombre, y no exactamente de manera ruda, sino que era capaz de introducir mas de lo que la mayoría de las chicas de su peso y estatura hacían. Ese era el problema para ellos, Aline no era como las demás, aunque para ella eso no lucia como un problema en absoluto.

Observando alrededor se percato de que la cafetería se encontraba más vacía de lo que la vio al entrar, apenas dos personas ocupaban una mesa en el centro. –Ni que lo digas, conozco el poder de los bares-rió recordando, valla que lo conocían. Así que el trabajaba en bares y ella los frecuentaba, se preguntó si el destino los habría cruzado alguna vez, era igual de posible que de improbable-Siempre pensé que las cafeterías en la noche suelen ser, en su mayoría, para prostitutas que quieren disfrutar de una buena paga, o algo por el estilo.

- Hay comida suficiente para ti en la bodega, no te preocupes -bromeaba nuevamente, aunque alguien podía tomarlo mal. Siempre su mismo problema, ya no tenía límite cuando se trataba de hablar de más. Si pudiera abrocharse la lengua, lo haría, una lastima que fuera algo doloroso.
- ¿Prostitutas? -sonrió sorprendido por el tema, mirando hacia atrás al ver que la órden de la chica ya estaba lista. El café dentro de su taza humeando ansioso. - Para nada, sólo he visto estudiantes aquí. O jóvenes alcohólicos que necesitan rápido un café. A sólo que... -se detuvo sonrojado al notar que estaba preguntándole 'que' era a la chica. Hacia demasiado calor en la cafetería como para sonrojarse, pero si hubiese podido, lo hubiera hecho sin saberlo. Ladeó un poco la cabeza y tomó el café con todo el pedido de dulces. La hamburguesa iba a tardar, pero no demasiado. - Cualquier cosa puedo sostener tu cabello en el baño.
Al decir semejante tontería, nuevamente, cerró los ojos culpando a su cansancio, claramente... esperaba un golpe.

-Genial-Dijo ante la broma del chico y un momento después sonrió con alegría al ver el café, no podría aguantar mucho mas sin el. Los dulces se disolvieron en el momento justo y ahora podría perderse entre el calor de la bebida. Entonces salio el tema de las prostitutas, ahora el chico pensaba que era una. Se miro de arriba abajo. No se había molestado en quitarse el maquillaje de la sesión por lo tanto sus ojos perfectamente delineados le daban un aspecto misterioso, en cuanto a la ropa, consistía en leggins negros y una blusa hasta la mitad de sus muslos, en absoluto parecía una chica de la noche y si lo hacia era una con clase, para políticos y esas cosas.

El asunto enteró le parecía divertido por lo que mientras bebía del café se dedico a analizar al chico. La cafeína era un regalo de los dioses, así que no pudo evitar cerrar los ojos unos segundos para perderse en el sabor, mas sin embargo volvió a abrirlos casi inmediatamente. Sabía que unos minutos después estaría completamente despierta así que ya no existía ningún problema.

Levantó una ceja mirándolo divertida hasta que insinúo que iba a vomitar todo, un desorden alimenticio jamás estaría en su agenda, entonces soltó una gran carcajada.-O podrías hacer algo mas que sostener mi cabello, te prometo que no te cobrare tanto como a los demás. -Lo miro de manera insinuante aunque fue solo un momento antes de que una risa escapara de sus labios.

Suspiró, finalmente, porque había no sólo quedado mal, sino que no tenía nada más que acotar. Siempre le pasaba lo mísmo, no le sorprendía que siempre le pasara lo mismo y su celular sólo sonara cuando las empresas telefonicas le advertían que era hora de que haga un cambio.
Cuando ella fingió vomitar, dio inconscientemente un paso hacia adelante, como si de verdad fuera a vomitar. Rió nervioso, sintiendose mas aliviado de que no le fuera a pasar nada.
- Soy Phillip -dijo, casi finalmente, para comenzar a disculparse por su atrevimiento. - Lip, en realidad, y no tengo filtro. Digo la primera tontería que se me cruza en la cabeza, lamento si ofendí tu manera de ganar dinero pero... -volvió a despeinarse sonriendo simpático y mas nervioso que nene diciéndole a sus padres que le iba mal en el colegio. - Mejor te dejo en paz antes de que me tires con el café.

Oh dios, el chico era demasiado inocente o ella sabía mentir demasiado bien, escogió la primera ya que según le habían dicho, era una pésima mentirosa. Comenzó a reír sin poder evitarlo haciendo que el resto de los clientes volteara a verla, lo mas seguro es que creyeran que estaba drogada. Inhaló con fuerza para tranquilizarse y unos segundos después estaba de nuevo en si. Volteó a ver al chico preguntándose si estaría ofendido.
-Hey Lip, aclaremos un par de cosas-dijo aun con expresión divertida-No soy una prostituta, tenía un trabajo en el edificio de enfrente y por eso estoy aquí. Segundo no me ofendiste para nada…bueno, serán tres cosas, Tercero, si me hubieras ofendido te lo diría antes de provocarte quemaduras de primer grado con el café.

Se preguntó si sería la hora y aquel chico tendría sus instintos abajo o por que estaba pensando lo que pensaba. Después de un largo suspiro cuando sintió su estomago rugir dio un nuevo trago al café. Bebía en sorbos grandes, por lo tanto estaba casi a la mitad. La cafeína la había despertado y ahora estaba con sus sentidos alerta.

-¿Crees que mi hamburguesa este lista pronto? No me importa comer la carne tártara si es necesario.

No se molestó cuando ella rió por momentos eternos frente a él, por un momento apreció su risa, casi como melodía para Lip, pero se mantuvo en silencio al escuchar todo aquello.
Sonrió, con sinceridad y casi con calidez, asintiendo cuando escuchó que trabajaba en frente. Había grandes ventanales en la cafetería, a pesar de haber gente en ese lugar, miró desde lejos por si veía algo.
- No tengo idea que hay en frente. -admitió sin poder evitarlo. Escuchó a su compañero de trabajo en el mostrador, casi furioso lo llamó por su nombre. Ese tono lo usaba cuando Lip comenzaba a hablar con los clientes y se volvía molesto. Sus compañeros envidiaban eso. O tal vez era realmente molesto para la gente. Él podía confirmar eso, pero al menos... en ese momento, había hecho reír a aquella chica que entró en la cafetería con aire de perdida. Tomó el pedido, en aquel plato grande donde se encontraba la hamburguesa junto lo demás. - Somos una buena cafetería aun. -comentó refiriéndose al último comentario de la chica. - Disfrute de su pedido, y perdone la estupidez. Es la hora y, lamentablemente, le tocó el peor empleado.